La Audiencia Provincial de Balears ha confirmado la condena de un año de prisión por delito de coacciones en el ámbito familiar de un hombre por acosar a su expareja. El varón la llamaba en repetidas ocasiones a lo largo del día, la trataba de presionar a través de sus familiares y le enviaba flores a su puesto de trabajo. 

El Tribunal, que ha ratificado la sentencia que emitió un Juzgado Penal de Ibiza, considera probado que el hombre no aceptó la ruptura de la relación ni que ella rehiciera su vida sin él. Por ello, además de llamarla diariamente y mandarle obsequios a su puesto de trabajo, le enviaba mensajes de texto y contactó con una amiga y una prima de la mujer para que le ayudaran a retomar su noviazgo. 

También trató de hacer presión personándose en la casa del padre de su expareja cuando este desconocía el fin de la relación. Y volvió a intentarlo más tarde, pero su exsuegro lo invitó a marcharse. 

Libertad de actuación "limitada"

El Juzgado y la Sala coinciden en que la actitud del condenado "excede en mucho el legítimo derecho que tiene una persona a intentar salvar una relación", de tal manera que la mujer "ve limitada su libertad de actuación, siempre pendiente de si va a aparecer o no" su expareja. 

La Audiencia no ha aceptado los argumentos que el hombre ha dado: aseguró que dejó de enviarle mensajes cuando ella le explicó que no quería tener contacto con él y que buscaba una explicación por la que ella puso fin a su relación "repentinamente". Los magistrados opinan que sus acciones tenían como objetivo forzar a la mujer a retomar la relación torciendo su voluntad.