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covid-19 Recuperarse de un duelo sin abrazos: la muerte en pandemia

En vigilias del primer Día de Difuntos en coronavirus, varios expertos recomiendan a las autoridades humanizar los decesos y aconsejan a la población alternativas para hacer que el duelo no sea tan duro si vuelven las restricciones más severas.

Una família visita un ser querido difunto en el cementirio de Montjuïc para el día de Todos los Santos.
Una família visita un ser querido difunto en el cementirio de Montjuïc para el día de Todos los Santos. — Laura Fíguls / ACN

En vigilias del primer Día de Difuntos y de la festividad de Todos los Santos en plena pandemia, que se celebra el domingo, se agudizan los factores emocionales entorno a las dificultades que el coronavirus plantea para afrontar la muerte. Los muertos por coronavirus en Catalunya no solo son cifras: miles de amigos y familiares se quedaron sin poder despedir a sus seres queridos en los meses más duros del confinamiento. Sin olvidar que las restricciones también afectan a los familiares de los difuntos por muchas otras patologías. Este fue el caso de Paula, una chica de cara angulosa y mirada inteligente que perdió a su abuelo, que murió por leucemia el 29 de marzo y a quien no pudo enterrar hasta el 30 de mayo. "Era la primera vez que se me moría alguien tan cercano", explica a través de una pantalla. Vivimos en una cultura donde se nos esconde la muerte, donde hablar de ella es un tabú, pero el coronavirus ha hecho que sea más real.

"La vida nos ha dado la oportunidad de ver que la muerte existe de verdad y que no te alcanza en orden cronológico de nacimiento", reflexiona la coordinadora del Grup de Treball de Dol i Pèrdues del Col·legi Oficial de Psicología de Catalunya, Begoña Elizalde.

El aumento del sentimiento de culpa

La madre y los tíos de Paula se pudieron despedir de su abuelo, porque al no tener covid-19 podían ir a verlo, pero muchas familias de enfermos de coronavirus no tuvieron esa suerte. Eso aumentó el sentimiento de culpa, de no haberse despedido como es debido, de no haber hecho lo posible por esa persona en vida. "Aunque había una norma externa, la gente tiene la sensación de que falló a esa persona. La imaginación es libre y proyectamos el sufrimiento que creemos que tuvo, lo que es incomprobable porque no estuvimos allí", señala Elizalde.

Begoña Elizalde: "Aunque había una norma externa, la gente tiene la sensación de que falló a esa persona"

Para frenar esa culpa, en el hospital Quirón hay un área de enfermería especializada en el duelo desde 2009. Teresa Cerezo Martínez, enfermera de esa área, relata que, sobre todo en esta época y en el caso de las muertes súbitas, reúnen a la enfermera que estuvo con el paciente, a los familiares y a una especialista para que se resuelvan todas las dudas. "Pueden hablar con la enfermera de la última cosa que les dijo, de cómo pasó sus últimos días… se sienten mucho más aliviados de su dolor", detalla. Además, tienen un servicio de seguimiento con los familiares, con los que hacen reuniones -sobre todo virtuales- para ver si su salud emocional es estable.

Las ceremonias, aplazadas

Las restricciones hicieron que muchas familias no pudieran velar a sus muertos hasta después de muchas semanas. Además, en el caso de Paula, su familia tuvo que incinerar a su abuelo, quien era profundamente católico y quería ser enterrado, pero que debido a las medidas del momento no se pudo llevar a cabo. "¿Cuánto respeto hemos podido tener por las creencias del duelo?", se pregunta la psicóloga. Para ella, el problema no es tanto el deseo del difunto, sino el dolor que sienten los seres queridos al no poder cumplir "un deseo que era realmente cumplible". Ha habido profesionales de funerarias, sobre todo los tanatopractores, que en alguna ocasión han hecho la buena obra de poner en el ataúd el rosario o la foto que el familiar quería.

Fernando Sánchez: "La negación se combate visualizando la muerte"

Otra de las consecuencias de aplazar las ceremonias es que, de alguna forma, el duelo también se hace más largo. El director de comunicación de Mémora, Fernando Sánchez, asegura que la primera fase del duelo, la negación, "se combate visualizando la muerte". "Aunque no nos guste, estar al lado de la persona difunta es darnos cuenta de la realidad", defiende. En este sentido, Paula explica que, sin la ceremonia, sentía que la muerte de su abuelo "era una carpeta que no estaba cerrada". "Cuando lo despedimos sí que tuve la sensación de decir 'vale, hasta aquí'", recuerda. De hecho, esta falta de contacto físico hizo que muchas personas colgaran en Twitter o Instagram fotografías con sus fallecidos. Paula no sabía muy bien cómo reaccionar hacia esta necesidad de cariño virtual, mientras que Elizalde explica que las redes sociales pueden ser útiles para expresar el dolor de la pérdida, así como para visibilizar la muerte.

Una dona gran visita la tomba del seu marit en el cementiri municipal de Palamós. Paula Ericsson
Mujer mayor visita la tumba de su marido en el cementerio municipal de Palamós. — Paula Ericsson

"Quitarnos la libertad de despedir a nuestros difuntos provoca un impacto emocional en cualquiera", denuncia Sánchez. Es por ello que reclama que no se apliquen las mismas medidas al sector funerario que al sector cultural y se restrinjan los velatorios, ya que puede haber "costes sociales y emocionales irreparables". Por otro lado, reclama que el Procicat cuente con el ellos tal como ha hecho recientemente el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias.

La importancia del acompañamiento

Una de las medidas que más dolieron del confinamiento fue la imposibilidad de compartir el duelo con los familiares. "Me faltaba no poder estar con mi familia, ir a ver a mi abuela, compartirlo con mis primos… la parte más humana", lamenta. De hecho, Paula confiesa que se saltó el confinamiento y fue a ver a su madre. "No había vivido ninguna muerte, hacía videollamadas con mi madre y no podía soportarlo más. Necesitaba abrazarla", explica. Elizalde considera normal la reacción de Paula. "Esto ha sido terrible. ¿Cómo es posible no poder abrazarte con tu madre?", critica.

Un duelo mal gestionado puede saturar aún más los servicios de atención primaria

Para Cerezo, es importante que las administraciones permitan las visitas a los enfermos. "Que entren dos para hacer el acompañamiento y hacer algún ritual para conseguir un duelo más saludable", explica. Si no se hace un buen duelo puede haber consecuencias en la salud física y emocional: consumir más medicación o substancias adictivas, ansiedad, perder el apetito o pensamientos que generan insomnio. Esta somatización de un duelo mal gestionado puede, a su vez, saturar aún más los servicios de atención primaria. "Lo que facilita el duelo es la expresión de sentimientos, poner orden a este caos emocional", concluye.

Alternativas virtuales a las ceremonias presenciales

Frente a unos meses que se prevén complicados, los profesionales proponen varias soluciones. Cuando no se pueda hacer una ceremonia presencial, Cerezo recomienda hacer reuniones familiares por videollamada, poner música y una vela para honrar al ser querido que haya fallecido. "La tecnología es una aliada", apunta la enfermera experta en duelo. De hecho, en Mémora también han adaptado sus servicios: desde contratos que se firmaron por teléfono hasta velatorios con muros virtuales donde los familiares, amigos y conocidos pueden ir colgando contenido para que las personas que puedan estar presentes en el tanatorio vean fotografías, vídeos y textos que recuerden al difunto.

Varios cementerios restringen su acceso en Todos los Santos

En Tarragona, Lleida, Mollerussa y Figueres han anunciado medidas para evitar las aglomeraciones

En un año donde solo el coronavirus se ha llevado 14.000 vidas en Catalunya en poco más de siete meses, las familias que quieran velar a sus muertos el Día de Difuntos y durante la festividad de Todos los Santos tendrán restricciones para hacerlo. Pendientes de que la Generalitat ordene el confinamiento de fin de semana, varios ayuntamientos han anunciado medidas para que las personas puedan ir a velar a sus difuntos sin causar aglomeraciones. Del mismo modo, el sector funerario catalán, agrupado en Asfuncat, llama a la ciudadanía a escalar las visitas para no sobrepasar el aforo. Para la enfermera especialista en duelo en el hospital Quirón, Teresa Cerezo, la celebración de Todos los Santos en un año donde se han aplazado los velatorios a causa del coronavirus puede servir para "expresar la pérdida". Por su parte, la psicóloga Begoña Elizalde advierte que la prohibición del acceso a los cementerios durante este día "provocará un daño tremendo".

Cambios horarios y restricción del aforo

En el cementerio de Lleida, donde el aforo será de 2.000 personas, el Ayuntamiento ha habilitado una aplicación para que la ciudadanía pida cita previa para acceder al recinto los días 30 y 31 de octubre y 1 de noviembre. En el caso de Tarragona, el cementerio ampliará el horario desde el 31 hasta el 2 de noviembre: abrirá de las 9 hasta las 18 horas. Por otro lado, se limitará el tiempo de visita a 30 minutos y solo se podrá ir a la sepultura del ser querido. El Ayuntamiento de Figueres también recomienda visitas de máximo media hora y establecerá un horario especial: los días 31 y 1 se abrirá des de las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Como en el caso de Mollerussa (Pla d’Urgell), Figueres también habilitará varios accesos para evitar las concentraciones.

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