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Fracasa entre chanchullos otro intento de destruir el Pirineo aragonés para vender esquí en un futuro sin nieve

Los ecologistas afirman que Javier Lambán ha falseado las cifras de empleo que creará la conexión de Astún y Formigal por telecabina para vender el humo de un dominio esquiable que destruirá este paraje.

La estación de Candanchú con el cartel que anuncia la construcción de un hotel
La estación de Candanchú, con el cartel que anuncia la construcción de un hotel. Ferrán Barber

Al presidente de la Diputación General de Aragón, Javier Lambán, lo recibieron hace tres semanas con cencerros en la población oscense de Sabiñánigo un grupo de activistas alentados por la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón.

No hacía ni quince días que el de Ejea de los Caballeros aún decía en las Cortes que "quizás" debería haber explicado mejor que extender cuatro kilómetros de cables y pilonas para conectar por telecabina las estaciones altoaragonesas de Astún y Formigal con el fin de crear el mayor dominio esquiable de Europa no causaría ni un gran impacto visual ni una agresión medioambiental contra la Canal Roya, que es uno de los parajes más salvajes, vírgenes y hermosos de los Pirineos y, por ende, de Europa.

La afirmación no solo le parecía a muchos claramente absurda por incoherente, sino que además contradecía abiertamente el contenido de la propia orden aprobada por su Ejecutivo para declarar el proyecto de interés. En dicha orden se reconocía que "ninguna estación de esquí en el mundo es 100% sostenible ecológicamente y nunca pasa desapercibida en el entorno". Ninguna menos la suya.

En opinión de los ecologistas, la mayor "virtud" política del presidente aragonés es que es capaz de vender humo y que —según afirman literalmente— es un notorio y conocido embustero. "No es que haya faltado un poco a la verdad, es que ha mentido descaradamente ya desde el principio cuando, sin ninguna base económica, aseguró que el proyecto de remonte iba a producir seiscientos empleos directos y cincuenta millones de euros de beneficios", asegura Paco Iturbe, de la sección aragonesa de Ecologistas en Acción.

Paco Iturbe, activista de Ecologistas en Acción y divulgador mediambiental, sostiene una pancarta contra la destrucción de la Canal Roya
Paco Iturbe, activista de Ecologistas en Acción y divulgador medioambiental, sostiene una pancarta contra la destrucción de la Canal Roya. CEDIDA

"Lo dijo en una rueda de prensa en la que compareció junto a la consejera de Economía, Marta Gastón. Claro, luego te pones a pensar y dices: Pero si todo Formigal solo emplea a doscientos trabajadores, ¿cómo me estás contando que un remonte va a crear quinientos y pico puestos de trabajo? Después te vas al texto de su proyecto y resulta que pone que la telecabina creará un par de empleos", añade.

"Mienten más que un pescador"

A juicio de los ecoactivistas, faltar a la verdad forma parte del patrón institucional de conducta y es igualmente habitual que inventen las cifras del número de esquiadores. Según Iturbe, "cuando la Asociación del Turismo de Nieve proporciona las estadísticas estatales de número de usuarios de las estaciones de esquí —algo verdaderamente sencillo de calcular—, te vienen detallados los datos precisos de todas las instalaciones excepto las de Aramon (una sociedad participada a partes iguales por Ibercaja y el Gobierno de Aragón que gestiona la mayoría de las estaciones de esta comunidad autónoma). Estas aparecen marcadas con un asterisco porque, tal y como dicen, es solo una estimación".

"Más allá de sus estimaciones, no hay ningún dato real sobre cuántas personas esquían y cuánto dinero proporciona ese sector. Todo lo que tenemos es la propaganda que utilizan maquillando las cuentas del consorcio mediante una serie de imaginativas operaciones de ingeniería contable. La cabecera insignia es el grupo Aramon pero luego hay una miriada de pequeñas sociedades entre las que se traspasan los activos para hacer más opaca su gestión e impedir fiscalizarla", prosigue.

La Canal Roya debe su nombre al color rojo de sus tierras. Es un paraje singular, una catedral natural de una belleza salvaje. El lugar estaba llamado a convertirse en parque natural, pero los socialistas han preferido guardar el proyecto en un cajón. La Canal Roya nace en los ibones de Anayet, a 2.227 metros sobre el nivel del mar, y desciende entre praderas hasta el río Aragón, en la comarca de la Jacetania.

Gracias al respaldo de Lambán y, sobre todo, al impulso inicial del presidente de la Diputación Provincial de Huesca (DPH), Miguel Gracia, lo que se intenta es reventar en beneficio de un pequeño grupo de empresarios esa vieja intentona de preservar jurídicamente el entorno natural de ese tesoro pirenaico.

Al decir de los ecologistas y todas las plataformas ciudadanas de oposición que han salido a la calle a impedirlo, lo que sustenta ese proyecto es la misma mentalidad voraz, especulativa, rapaz y mediocre que desnucó a nuestro país contra la recesión hace ahora quince años. Lambán es, a su juicio, el hombre de las macrogranjas y los purines, el ladrillo y las estaciones de esquí para un futuro sin nieve.

En efecto, la idea que los socialistas han vendido es que, gracias a la telecabina, lloverán millones de euros sobre los trabajadores y los empresarios de la hostelería de esos valles y un mundo de prosperidad se abrirá a sus pies más allá del arcoiris. Pero ha surgido un pequeño contratiempo. El problema es que son miles —la mayoría— los ciudadanos que no terminan de creerse ese futuro habitado por unicornios rosas.

El último varapalo que les ha caído a los adalides del plan de destrucción de la Canal Roya es el rechazo en pleno del proyecto de los dos mayores ayuntamientos de la zona: Jaca y Sabiñánigo. Es decir, los municipios presuntamente más beneficiados ya se han posicionado oficialmente en contra. No quieren los presuntos beneficios de un proyecto cortoplacista y dudoso que destruye su patrimonio natural.

Marta Gastón se lo guisa y se lo come

Vista la magnitud del fiasco, la propia consejera de Economía, Marta Gascón, reculaba esta semana asegurando que la responsabilidad última de decidir si se construye la telecabina era de la Diputación de Huesca. En todo caso, la contestación social al proyecto de la Canal Roya ya ha abierto la caja de los truenos y ha transcendido mucho más allá de la defensa de ese valle.

Lo que se dirime ahora es si la gente de los Pirineos desea poner todos sus huevos en la cesta de un modelo de desarrollo de gigante con los pies de nieve que ha ibizificado el territorio y ha causado precariedad y temporalidad en el empleo, problemas estructurales de vivienda y que, además, confía el destino de las futuras generaciones a un clima claramente hostil, el mismo que ha acabado con los neveros y las nieves perpetuas y que está fundiendo los glaciares. Aramon es proverbialmente conocido por sus salarios miserables.

Una imagen muestra un telesilla de la estación de esquí de Candanchú
Una imagen muestra un telesilla de la estación de esquí de Candanchú. Ferran Barber

En opinión de los ecologistas, el modo en que la Administración se ha conducido para sacar adelante otros proyectos semejantes extiende las sombras de la sospecha de comportamientos de legalidad dudosa. Huele a chanchullo y a intereses soterrados, sostienen.

"Tradicionalmente, en este tipo de planes, el negocio nunca fue la nieve, sino apilar ladrillos", continúa Paco Iturbe. "Aquí no lo sabemos con certeza, pero se ha destapado la existencia de una pastilla de terreno en Astún para la construcción de 800 viviendas e instalaciones de usos comerciales. La estación ya ha dicho que, a partir del verano, la van a poner en marcha. Y claro está, no era lo mismo vender pisos hace seis meses con la estación muerta que ahora, con el proyecto de telecabina todavía coleando. En algún medio han dicho que era una casualidad", afirma.

Según Iturbe, de Ecologistas en Acción, existen todavía irregularidades y "casualidades" o "causalidades" aún más descaradas y flagrantes en el modo en que los propios socialistas vienen defendiendo su proyecto. La principal probablemente es que la orden publicada el día 29 del pasado mes donde se declaraba el plan de interés general fue firmada por María Teresa Pérez Esteban como consejera de Economía para que no incurriera en incompatibilidades la titular original del cargo, Marta Gastón Menal.

Gastón no solo es titular del departamento que lo impulsa, sino también presidenta del consejo de administración de la sociedad privada que lo promueve, además de empleada de Ibercaja, que es la sociedad que posee esa misma sociedad, Formigal SA. A su vez, Miguel Gracia —el presidente de la Diputación Provincial de Huesca— fue en su día consejero de Aramon. O dicho de otro modo, Ibercaja es copropietaria de Aramon, Aramon es accionista de Formigal SA y Gracia, principal caudillo del proyecto, era hasta no hace mucho consejero de Aramon.

"El caso de Gastón está denunciado en la oficina antifraude de Bruselas. ¿Cómo es posible que una señora que es trabajadora de Ibercaja y presidenta de Aramon sea también consejera de Economía del Gobierno? Se han dado casos tan curiosos como que por la mañana firmaba un documento como presidenta del consorcio y por la tarde ratificaba un permiso como consejera de Economía", asegura el ecologista.

Ellos se lo guisan y ellos se lo comen o, en palabras del activista, Gastón encarna "la variante aragonesa con esteroides de las puertas giratorias". A Bruselas le corresponde ahora decidir y dirimir hasta qué punto sobre esta situación en el Ejecutivo de Lambán.

La lealtad a Aramon del linaje de los Cereza

Las suspicacias están más que fundadas, dado que, tal y como recuerda Iturbe, hay precedentes de manejos retorcidos incluso más espeluznantes en el propio Pirineo aragonés. "Mucho peor que lo de la Canal Roya ha sido la dinámica para la ampliación de la estación de esquí de Cerler por Castanesa", dice el divulgador mediambiental.

"En su día, un juez anuló un plan urbanístico creado ad hoc en la zona porque entendió que no había tenido en cuenta el impacto ambiental. Esencialmente, el plan establecía que todos los terrenos propiedad de Aramon pasaban a ser recalificados como urbanizables. En sí mismo, era un cachondeo porque los terrenos no se recalificaban expandiéndose en círculo, sino que crearon un ajedrez a la medida de las necesidades y deseos de la sociedad que gestionaba la estación de esquí", apunta.

¿Cómo terminó el enjuague de la sociedad copropiedad de Ibercaja? "Lo más llamativo aquí es que la familia de Esther Cereza —la alcaldesa de Montanuy, el municipio al que pertenece Castanesa— se benefició con más de dos millones de euros por la venta a Aramon de unos terrenos que no valían ni 30.000. Por el contrario, Aramon pagó un precio irrisorio a las comunidades de pastores propietarias de los terrenos por donde se extiende la ampliación porque, supuestamente, estos dieron su beneplácito en una asamblea que, en realidad, jamás se celebró fuera de la mente de un administrador", explica.

"A raíz de eso, todos los miembros del linaje de la alcaldesa se han convertido en fervientes defensores de los intereses de esa sociedad. La planificación urbana la hizo su padre. Luego ella solicitó que la carretera que conecta Fonchanina con el frente de nieve sea financiada con dinero público", añade.

Los terrenos recalificados de Aramon que un juez cuestionó juegan ahora un papel fundamental en la contabilidad creativa de la sociedad. "Los incluyen como activos con valor de suelo urbano en las auditorías para incrementar su patrimonio y enmascarar sus cuentas", afirma el activista de Ecologistas en Acción. Aramon está participada en partes iguales por Ibercaja y por el Gobierno de Aragón. Técnicamente, no es una empresa pública.

"La consejera Gastón suele vanagloriarse de que no se pone nunca un euro de dinero público. Lo que olvida mencionar es que si los bancos conceden créditos a una empresa que, en rigor, está en quiebra técnica (unos sesenta millones de euros de deuda reconocida), es porque tienen el aval del Ejecutivo autonómico. Si el chiringuito se viene abajo, la factura la terminarán pagando los contribuyentes", afirma.

Es un negocio perfecto y redondo para los empresarios implicados: inversiones públicas, plusvalías privadas y respaldo institucional. En el caso de Castanesa, los opositores al proyecto creen que es de manual que esa oscura operación para ampliar Cerler tenía por finalidad vender ladrillos. Y lo es, entre otras cosas porque, en la época de la burbuja y de las vacas locas financieras, ni siquiera lo ocultaban y así lo consignaban ellos mismos en los informes.

El remonte ya está hecho desde hace dos temporadas. Lo que les ha fallado es la nieve, debido, entre otras cosas, a que la zona se halla expuesta a viento sur y sol, un pequeño detalle que prefirieron ignorar los promotores de la idea. El primer año ha funcionado veinte días y el segundo, menos de dos semanas. Pero, a pesar de todo, ya tienen el dinero para su carretera gracias a los fondos europeos.

Ande o no ande, caballo grande

El empecinamiento y el renovado vigor de los socialistas por destruir la Canal Roya es todavía más curioso cuando se considera que todos los informes científicos respaldan la idea de que el descenso de las precipitaciones de nieve causado por el cambio climático previsto para dentro de tres décadas enviará al infierno a no pocas de las estaciones europeas de esquí.

Cierto es que en Aragón existe una larga tradición de enterrar cientos de millones de euros en absurdos proyectos faraónicos de supuesto interés general cuyo único beneficio probado ha sido, cuando menos, engordar los bolsillos de las empresas sobre las que cayó el maná de la ejecución de las obras: el telesilla de Zaragoza y los agujeros de la Expo, el aeropuerto de Huesca (muy celebrado por las golondrinas), el desastre de las obras para el recrecimiento de Yesa y nuevos pantanos donde se pudre el agua.

El jovial entusiasmo con el que Gastón, la consejera, defendía los intereses de su empresa, Ibercaja, y su sociedad Aramon, contrasta con las funestas predicciones del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático sobre el calentamiento de los Pirineos. En opinión de los científicos, antes de treinta años, las estaciones situadas a 1.800 metros de altitud perderán al menos la mitad de su manto de nieve. Solo trescientos metros más abajo, en la cota de los 1.500 metros, la reducción será de cuatro quintas partes, de modo que los deportistas deberían ir considerando pasarse al sky on the rocks.

¿En qué punto nos deja eso? "Nos lleva al punto de que la nieve va a ser tan escasa que habrá que suplirla con medios artificiales y el consumo derivado de energía será notable hasta el punto de que dinamitará la rentabilidad de ese negocio incluso de acuerdo a los criterios de esta gente. Ellos se aferran erre que erre a que seguirá nevando. Naturalmente que seguirá nevando, pero la cuestión es cuánto", entiende el activista de Ecologistas en Acción.

"Incluso a día de hoy ha dejado de ser tan rentable como hace solo veinte años. Es verdad que sigue produciendo cierta riqueza, pero a condición de que reduzcas los gastos, racionalices la gestión y tengas un modelo de desarrollo que asegure que los ingresos se quedan en el valle. Aquí se hace todo a lo macro. Estaciones gigantescas e inversiones gigantescas". Ande o no ande, caballo grande. Más vale que sobre, que no que falte.

En las antípodas de ese modelo se encuentra el paradigma de gestión de algunas pequeñas estaciones municipales de esquí que hay del lado francés de los Pirineos. Funcionan a menudo solo con nieve natural. Si carecen de ella, simplemente, no abren. Realizan pequeñas inversiones racionales y emplean exclusivamente a gente de los valles.

En la vertiente aragonesa de la cordillera, se perfila también como modelo de éxito la gestión que viene realizándose en la comarca pirenaica del Sobrarbe, vecina a la de la Jacetania. Allí se planteó hace ya algunos años crear una estación, pero los locales apostaron por un modelo turístico de promoción del patrimonio natural y arquitectónico, partiendo de los activos importantes del parque nacional de Ordesa y la población de L'Aínsa.

Aldea próxima a la población de Broto, en el Sobrarbe, una comarca que renunció al esquí para crear un modelo de desarrollo basado en el patrimonio cultural y natural
Aldea próxima a la población de Broto, en el Sobrarbe, una comarca que renunció al esquí para crear un modelo de desarrollo basado en el patrimonio cultural y natural. FERRAN BARBER

La Administración aragonesa no ha invertido prácticamente nada en esa zona y, sin embargo, es la única comarca del Pirineo que ha ganado población, además del área con las tasas más bajas de desempleo. El problema es que en el Sobrarbe se reducen las posibilidades de negocio de los ajenos a los propios valles y, al mismo tiempo, las de seguir haciendo trapicheos.

La mátrix del 'Heraldo de Aragón'

¿Conseguirán toda esa pequeña camarilla de empresarios reventar la Canal Roya con la ayuda de los socialistas? Cuentan a su favor para conseguir sus fines con la presunta mordaza informativa y las realidades virtuales fabricadas por la mátrix del Heraldo de Aragón (principal cabecera regional y principal fuente de desinformación, según Iturbe) propiedad de los Yarza.

"En Aragón no nos enteramos de lo que se hace en el Gobierno por el BOA, sino por el Heraldo", dice el activista medioambiental. La píldora roja es la de la realidad en su crudeza y la azul, la del diario de los Yarza, quienes también poseen una de las principales productoras que proporciona contenidos a la televisión aragonesa. Se da la igualmente "curiosa" circunstancia de que esta familia es la accionista mayoritaria de Ibernieve, la sociedad titular de la estación de Candanchú, principal beneficiaria potencial de la destrucción de la Canal Roya.

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