La historia de ocho mujeres que crearon un club y entrenan su deporte favorito para superar juntas el cáncer
El 'barco dragón' del Club AUGA en A Coruña ayuda a las mujeres con cáncer de mama a recuperarse de las secuelas mientras palean juntas.
Madrid-Actualizado a
Una pasa por la enfermedad muchas veces sola. Sin ánimos ni ganas de moverse demasiado de casa. La enfermedad influye en la salud mental como una gota china que va minando la fortaleza. Según los últimos datos de la Sociedad Española de Oncología Médica, en 2020 en España se diagnosticó a 34.750 mujeres de cáncer de mama. Una enfermedad cuyos tratamientos provocan, entre otras secuelas, entumecimiento en los músculos y afectaciones del estado de ánimo. Esta es la historia de cómo ocho supervivientes deciden pasar por todo ello juntas, crean un club y entrenan su deporte favorito cada semana.
Palear como terapia
Se encontraron en la última etapa del camino de Santiago de Compostela. Eran ocho y todas habían pasado recientemente por un cáncer de mama. Algunas todavía tenían tratamientos agendados en las próximas fechas pero el gusanillo de la caminata y la naturaleza las mantenía con la cabeza fuerte.
Palear para mejorar la calidad de vida: "Cuando pasas un cáncer, las secuelas que te deja la quimio son tremendas"
Entre charla y charla, hablaron de cómo podrían con el deporte mejorar las consecuencias que padecían en sus cuerpos por las quimioterapias o las radioterapias. Normalmente, tras un cáncer de mama los brazos se entumecen y aparece el linfedema, una inflamación provocada por un daño en el sistema linfático que hace que se acumule líquido en estas extremidades y que haya que vigilarlo.
Otras veces tienen que quitarte un pecho o los ganglios internos en el pectoral. Aquello deja al cuerpo mallado y dolorido, y los tejidos se ovillan entre ellos. Como cuando sufres un golpe y el músculo se contrae. Con esto en mente, en un kilómetro inexacto del camino, alguien recuerda que palear ("y no remar", como ellas especifican) es un remedio eficaz para mejorar la fuerza de los brazos y, sobre todo, el tránsito de los líquidos que impide el linfedema.
"Cuando pasas un cáncer, las secuelas que te deja la quimio son tremendas. Muchas de nosotras no podemos ni levantar los brazos. Con el Dragon Boat empezamos a poder moverlos y cada vez aumentábamos un poco más la movilidad", cuenta Fátima Rodríguez Cancelo, una superviviente que empezó en el deporte tras el diagnóstico.
"Palear, no remar”
Era 2021, lo recuerda perfectamente Patricia Carnota, vicepresidenta del club. Su primera palabra al hablar del equipo es "orgullo", por la iniciativa y por las compañeras. El trabajo semana a semana por hacer equipo y apoyarse, sobre todo emocionalmente, las unas a las otras, la llena de satisfacción personal.
La idea ya la tenían. Un grupo para palear. Pero había que darle más fuego y más garbo. Así que, como Daenerys Targaryen, montaron un equipo de Dragón Boat o Barco dragón. Una modalidad de embarcación en la que 12 palistas navegan a ritmo de un treceavo que marca las paladas a tambor mientras otra controla el timón.
El deporte influye en el estado de ánimo cuando sufres un cáncer: "Te metes en el agua y lo olvidas todo"
Fátima es una de sus palistas. Le diagnosticaron un cáncer de mama en estadio tres. Ya había llegado a la clavícula. Tuvo que pasar por dos tratamientos agresivos y una reconstrucción mamaria. Nunca había practicado deporte. Era de las que iba al gimnasio y se sentaba sin ganas en las máquinas. El agua tampoco era lo suyo pero necesitaba una motivación. "No hacía nada, probé de todo pero ningún deporte me llamaba. El agua la verdad tampoco me gustaba, me metía siempre a nadar donde daba pie. Ahora, creo que si hubiera descubierto este deporte antes, me hubiera enganchado rápidamente", cuenta.
Ella continúa el tratamiento y mientras entrena con el equipo. El sábado y domingo van a palear al río de Betanzos y entre semana lo hacen en la playa de Oza (A Coruña). "Estaba muy estresada en mi vida y ahora me la tomo con mucha más tranquilidad. He conocido a gente que ha pasado por lo mismo, o peor, gente fantástica. Esto te ayuda. En el barco no hablamos de la enfermedad y lo único que queremos es palear. Te metes en el agua y lo olvidas todo. Verte haciendo un deporte con cincuenta años y ser feliz… No hay palabras para describirlo", explica la deportista emocionada.
A partir del club, las BCS (como se autodenominan, por las siglas de Breast Cancer Survivor, supervivientes de cáncer de mamá) se han ido uniendo para practicar otros deportes: paddle surf, andainas por el monte (típicas ya en las costas gallegas), marcha nórdica. De todo. Meterse en el deporte en equipo les ha generado una conexión especial y una amistad que va ampliándose con cada vivencia.
Ni los logros ni los premios tienen tanta importancia. El mayor galardón es dar "visibilidad a todas estas enfermedades y crear un fondo de ayuda para las personas que necesitan apoyo". Como dice su vicepresidenta, en un mes de practicar el palear se encuentran a una persona diferente. "Mejora la condición física pero, lo que más, la psicológica. Claro, las que estamos al frente, al ver el cambio, se nos ilumina la cara. Es bonito y emocionante", dice Carnota.
La familia que aumenta
La felicidad compartida sabe mejor. Y tanto es así que cada temporada, la familia de este equipo de Dragon Boat va en aumento. Ya no acuden solo supervivientes del cáncer, ahora también hay palistas con diversidad funcional o cualquier patología. Han iniciado hasta el proyecto del 'Paradragón' para las personas con discapacidad.
El equipo comparte la felicidad del deporte en nuevos proyectos como el 'Paradragón' para personas con discapacidad
De momento, no tienen grandes patrocinadores y ellas mismas se pagan las competiciones pero el sacrificio vale la pena con creces. "No queremos que nadie se pierda nuestras vivencias. Ahora competimos como veteranas y sénior en la Copa de España, y también competimos como BCS", explica Rodríguez. Entre ellas, admiten que hay cierta adicción y que "solo piensan en la siguiente regata".
El enganche tiene sentido, no solo porque así pasa con el deporte en muchas ocasiones, sino por todas las enhorabuenas de los médicos. "Desde que empecé a hacer este deporte el oncólogo alucina conmigo. Tengo las defensas altísimas. Siempre me pregunta qué hago. Al estar bien de salud física y mental, pues las defensas las tienes en la gloria", continúa la palista.
El deporte ha pasado de ser un "sacrificio" para algunas a el sinónimo claro de "la vida y la salud". "¿Cómo no íbamos a aprovechar todos estos recursos hídricos que tiene Galicia?", expresa con pasión Patricia. Pasión por la naturaleza, por el agua, por el palear y, sobre todo, por la vida.
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