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De las industrias a los pisos de lujo: Badalona culmina el litoral que soñaba

Se cumplen 10 años de la inauguración del Paseo Marítimo, unas obras que se materializaron gracias al tiempo, esfuerzos y reivindicaciones vecinales.

El passeig de Badalona amb l'escultura dedicada a la popular figura d'anís del Mono.
El passeig de Badalona amb l'escultura dedicada a la popular figura d'anís del Mono. Montse L. Cucarella

La memoria es bastante selectiva y, en muchas ocasiones, cuesta recordar el tiempo que una ciudad ha estado esperando un gran proyecto urbanístico. Este verano se cumple 10 años de la inauguración del Paseo Marítimo de Badalona, un tramo de 1,2 kilómetros del total de 5 de un litoral urbanizado entre la playa y un conjunto de bloques de pisos construidos en primera línea de mar.

Se ha convertido en una nueva centralidad en la cuarta ciudad de Catalunya en número de habitantes. Un paseo lleno de negocios de restauración y miles de ciudadanos que andan per el a diario. Un cambio de fisonomía de un litoral que ha pasado de estar lleno de fábricas humeantes con el sonido de las sirenas que tanto le habían caracterizado a convertirse en una zona de lujo.

Pero Badalona estuvo muchos años esperando ese paseo, tantos que el propio alcalde de entonces, el popular Xavier García Albiol, aseguraba que era "una deuda histórica con Badalona". Y es que el dinero para financiarlo provenía del Ministerio de Medio Ambiente y el ayuntamiento tuvo que estar pendiente durante muchos años de si el proyecto local se incluía en los presupuestos generales del Estado. Por este motivo, a pesar de proyectarlo a principios de siglo, junto a la construcción del puerto y las viviendas del nuevo frente marítimo, no fue hasta el 2012 cuando se materializó.

"Fue un hito que conseguimos entre todos, los vecinos y los representantes del Ayuntamiento", recuerda Aniceto Ramírez, cofundador de la Asociación de Vecinos del Frente Marítimo. Los primeros pisos que se levantaron se empezaron a construir en 2002 y en 2004 ya estaban habitados. Fue el año en que Ramírez se fue a vivir allí, trasladándose con su familia desde el barrio de Lloreda.

Habitatges construïts al passeig marítim de Badalona.
Habitatges construïts al passeig marítim de Badalona. Montse L. Cucarella

Apenas se acababa de inaugurar el puerto deportivo y pesquero de Badalona pero frente a su casa lo que había era un muro que separaba las viviendas de la playa. Era lo que protegía a las industrias de los temporales. "Durante los primeros cinco años tuvimos que convivir con este muro, se hicieron unas escaleras de madera para subir y bajar y poder acceder a la zona de baño", recuerda Ramírez.

Ricard Navarro también lleva 18 años en el frente marítimo. Fue a vivir a uno de los primeros edificios que se construyeron. "Teníamos delante de casa un paseo sin urbanizar, era todo muy salvaje", recuerda Navarro, "la construcción del paseo fue una gran mejora para la zona y para toda Badalona".

Lo mejor y peor de los vestigios industriales

Los nuevos vecinos tuvieron que convivir durante mucho tiempo con sus vestigios industriales. La descontaminación de la zona fue una de las tareas más importantes ya que entre las fábricas que estuvieron en funcionamiento se encontraba la Campsa, donde desembarcaban barcos petrolíferos. De ahí surgía el pantalán que se construyó para recibir las embarcaciones, el llamado Pont del Petroli y que en el 2009 se abrió a la ciudadanía como paseo que se adentra en el mar (y que se encuentra cerrado desde que el temporal Gloria de 2020 lo partió en dos).

Ahora, de pie, sólo quedan dos fábricas. Una, la CACI, un edificio que debía acoger el Museo del Cómic y la Ilustración pero que, después de años de espera, sigue vacío. La otra fábrica es la de Anís del Mono, de hecho la única que sigue activa. "Había vecinos que no la querían", lamenta Aniceto Ramírez que recuerda cómo un grupo de vecinos batallaron para defender la continuidad de una empresa que ha llevado el nombre de Badalona por todo el país. Incluso, en 2007 cuando crearon la Asociación de Vecinos del Frente Marítimo decidieron nombrar presidente de honor al gerente de Anís del Mono para incluir la fábrica en el nuevo entorno que se estaba creando.

Éstos son algunos de los beneficios que la zona ha extraído del pasado industrial. Pero todavía quedan inconvenientes. Al otro lado del puerto, la Playa de la Marina no pudo abrirse hasta hace un año debido a la contaminación de la arena. Aún contenía elementos provenientes de las industrias que habían funcionado en la zona. Tardó muchos años en descontaminarse. Al lado, la Playa de la Mora, se vio afectada por el temporal Gloria de enero de 2020, ya que provocó la rotura del colector de Llevant y más tarde se encontraron elementos contaminantes en el paseo marítimo. "Todo esto provocó una crisis que dejó la zona a medias", denuncia José Antonio Hernández, de la Asociación de Vecinos de La Mora. Él vive en ese nuevo barrio desde hace 16 años cuando se construyó el primer bloque de pisos. "Parece que Badalona acabe en el puerto, esta zona no ha mejorado nada", lamenta Hernández. 

Poca conectividad y mucha suciedad

Diez años después de la inauguración del Paseo Marítimo, el vecindario cree que todavía hay muchos servicios por mejorar. Uno de ellos es el de la movilidad. Un autobús que recorre la Avenida Eduard Maristany es el único transporte público del que disponen los vecinos para trasladarse a otros barrios de Badalona. "Representa que pasa cada 15 minutos pero a veces te esperas 20 o 25 y todavía no ha pasado", dice la presidenta de la Asociación de Vecinos del Frente Marítimo, Eva Castilla.

Puente construido sobre el mar en el Paseo marítimo de Badalona.
Puente construido sobre el mar en el Paseo marítimo de Badalona. Montse L. Cucarella

Hace años que se proyectó la prolongación del Tranvía desde la estación de Sant Adrià de Besòs hasta la estación de Badalona, pasando por el puerto. Pero la ciudad todavía le espera. El vecindario cree que mejorará la conectividad pero también temen que esto signifique un mayor alud de personas en el barrio. "No queremos que esto se convierta en un Puerto Olímpico", asegura Castilla, "queremos un ambiente familiar, no más botellones o gente haciendo ruido hasta las 3 de la madrugada".

El aumento de bañistas y ciudadanos que pasean por la zona también ha incrementado la oferta de restauración. Pero lo que no han aumentado son los contenedores. "Los restaurantes tiran la basura en los contenedores de los vecinos y es imposible", dice la presidenta de la entidad vecinal. La suciedad les preocupa, y mucho. "Distinguirás fácilmente quién es vecino o quien viene de fuera porque el vecino le verás recogiendo papeles del suelo constantemente", explica Aniceto Ramírez. Asegura que un sábado pueden pasar hasta 70.000 personas por un paseo que hace diez años sólo acogía a unos pocos cientos. "Necesitamos más seguridad y más limpieza", dice Ramírez.

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