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Librería Berkana | Chueca Mili Hernández, la librera que entiende

Mili Hernández fundó hace dos décadas en el barrio madrileño de Chueca la editorial especializada Egales y la librería Berkana, punto neurálgico del movimiento gay

Mili Hernández, responsable de la librería lesbiana y gay Berkana. / HENRIQUE MARIÑO

HENRIQUE MARIÑO

Las respuestas estaban en las baldas de Gay's The Word y Oscar Wilde Bookshop. Mili Hernández (Madrid, 1959) desentrañó en ambas librerías, abrevadero ideológico y cultural del movimiento gay anglosajón, los interrogantes que había larvado en su juventud. "Aquellos libros contestaron a todas mis preguntas y me ayudaron a reconstruirme". Fueron doce años de exilio voluntario en Nueva York y Londres, lejos de aquella España de grisalla. Allí estudió inglés y sociología, luego abrió una agencia de viajes y finalmente supo que había llegado la hora de volver o quedarse para siempre. El amor inclinó la balanza y en 1993, "fruto de la inconsciencia", abrió en su ciudad la librería Berkana.

"Pensé que sería fácil, pero al principio no teníamos libros ni clientes". Tampoco editoriales especializadas, apenas un goteo de obras de temática homosexual a cargo de autores como Terenci Moix, Luis Antonio de Villena, Leopoldo Alas o Eduardo Mendicutti. Chueca, que había sufrido los embates de la droga, era una tierra virgen. Hernández y otros pioneros la abonaron, hasta que floreció como barrio gay. Hoy es un destino turístico internacional, una ciudad-estado engastada en Madrid donde ondea la bandera arcoíris.

"En los ochenta había bares, saunas y discotecas, pero Berkana fue el primer negocio gay diurno. Después fueron abriendo restaurantes, floristerías y tiendas, que realmente visibilizaron Chueca, convertido ya en el pulmón de oxígeno donde los visitantes podían sentirse libres los fines de semana", recuerda Hernández, quien también fundaría la editorial especializada Egales. "Entonces había una necesidad imperiosa de buscar referentes y Berkana se convirtió en un punto neurálgico del movimiento, donde podías encontrar lo que no había en ningún otro sitio", explica esta madrileña cosmopolita, que ha hecho de su librería de la calle Hortaleza una trinchera.

"Ahora tenemos libros pero no clientes. Muchos ya no nos necesitan porque hoy te encuentras a un homosexual o a una lesbiana hasta en la sopa. Además, no sólo sufrimos una crisis económica sino también otra de hábitos de consumo cultural: la gente lee cosas diferentes, más breves y en nuevos soportes", cree Hernández, impusora de G, una vasta colección sobre estudios LTGB y queer. "Aun así, seguimos dándole a los autores que no tienen otra posibilidad la oportunidad de publicar. El día que cierre Berkana y Egales desaparecerá nuestra visibilidad", augura.

La librería, según Mili, ha combatido durante dos décadas la soledad de sus clientes, a quienes les ha ayudado a abrir la puerta del armario y, en definitiva, a amar. Paralelamente, Chueca fue transformándose en un barrio boyante, objeto de deseo de la prensa mundial. "Ahora, económicamente, ha caído en picado y vuelve a ser un espacio rancio dirigido por un Ayuntamiento intervencionista que no sabe lo que quiere. La reivindicación social y política que ayudó a rehabilitar estas calles ha desaparecido y, con ella, el barrio ha perdido su frescor. Llevamos más de veinte años de gobiernos de derechas y eso agota a cualquiera. Esperemos que Gallardón, tan entretenido con el aborto, nos deje en paz, porque respecto a la Alcaldía basta decir que nuestro futuro depende de Ana Botella".

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