La pareja que robó 45 botellas de vino del restaurante Atrio es condenada a cuatro años de cárcel
Además, la Audiencia de Cáceres impone a Constantin Dumitru y a Priscila Guevara una indemnización conjunta y solidaria de 721.000 euros. Las 45 botellas sustraídas aún no han aparecido.
Cáceres-Actualizado a
La Audiencia provincial de Cáceres ha condenado a cuatro años y seis meses de prisión a Constantin Dumitru y a otros cuatro años a Priscila Guevara, los dos autores del robo de 45 botellas de vino del hotel-restaurante Atrio de la capital cacereña.
Los dos han sido condenados como autores responsables de un delito de robo con fuerza en establecimiento abierto al público de especial gravedad. La sentencia les impone además una indemnización conjunta y solidaria de 753.454 euros. Las 45 botellas sustraídas no han aparecido.
La Audiencia de Cáceres considera como hechos probados que los dos acusados, de común acuerdo y con la finalidad de obtener un beneficio ilícito, decidieron que se alojara la mujer en el hotel Atrio de Cáceres el día 26 de octubre de 2021, lugar que conocían por haber estado previamente planificando el robo.
La sentencia no es firme y contra ella cabe interponer recurso de apelación ante la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura.
Un robo millonario
La reserva fue realizada únicamente por la mujer utilizando un pasaporte suizo falso, que portaba en una mochila, que al ser cogida por un empleado, en un descuido de ella, observó que no tenía peso alguno. La sentencia indica que posteriormente se presentó el varón para cenar y alojarse en el hotel sin registrarse.
Tras cenar en el restaurante del hotel realizaron una visita guiada a la bodega y luego subieron a la habitación.
Sobre las 2:10 de la madrugada la acusada llamó a recepción para pedir una ensalada y en la conversación con el único empleado que se encontraba en ese momento en el hotel-restaurante se interesó repetidamente por el tiempo que tardaría en ser servida.
El empleado manifestó que se encontraba solo y la cocina cerrada y, extrañado por la solicitud, dado que habían cenado un menú degustación de 14 platos, ante la insistencia de la acusada accedió a la petición, aunque le indicó que tardaría por lo menos unos 20 minutos en servirle la ensalada.
En el momento en que se dirigió a la cocina, el acusado aprovechó para presentarse en la recepción, donde cogió una llave electrónica con la que acudió a la bodega, pero no tuvo éxito a la hora de abrirla porque no era la llave adecuada.
Desde la puerta de la bodega el acusado hizo una llamada a la mujer para que volviera a entretener al recepcionista, que ya había regresado a su puesto de trabajo tras subir la ensalada a la mujer.
La acusada reiteró entonces la llamada a recepción, en esta ocasión para solicitar un postre, a lo que nuevamente el empleado puso reparos, pero accedió finalmente a llevarle algo de fruta.
El acusado volvió a la recepción y de una caja cogió la llave maestra número 27, con la que abrió la bodega y accedió a la sala de catas, donde se apoderó de las 45 botellas de vino que guardó en una mochila y dos bolsos de gran tamaño, y subió inmediatamente a la habitación antes del regreso del empleado a la recepción.
Los acusados abandonaron precipitadamente el hotel, sobre las 5:00 horas, según la sentencia; el varón con la mochila a la espalda y los dos bolsos con las botellas, en las que había introducido cuatro toallas del baño de la habitación del hotel para evitar que tintinearan entre ellas.
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