Este artículo se publicó hace 3 años.
La EBAU, una prueba desigual que puede pasar factura en el año de la pandemia
Las quejas de los alumnos sobre la extrema dificultad del examen de Matemáticas II (bachillerato de ciencias) en la EBAU de la Comunidad de Madrid reabre un debate recurrente: el de si debe haber una prueba única e igual en todo el Estado para todos los candidatos. A todo ello hay que sumar este año otro factor de desigualdad: la pandemia.
Jorge Otero Maldonado
Madrid-Actualizado a
Todos los años, por el mes de junio, una media de 200.000 estudiantes se enfrentan a la temida Evaluación de Bachillerato para el acceso a la Universidad (EBAU). Y todos los años surge la misma polémica: los supuestos agravios comparativos por la mayor dificultad de algunos exámenes de la prueba en algunas comunidades autónomas respecto a otras donde presuntamente el nivel de exigencia es menor. A esto hay que añadir otro factor que puede marcar mucho el examen de este año: la pandemia. La semipresencialidad en bachillerato durante este curso que está a punto de terminar puede tener mucha influencia en el desarrollo de la prueba.
Este año ha sido la extrema dificultad del examen de Matemáticas II (bachillerato de ciencias) en la EBAU de Madrid la que ha vuelto a poner en primer plano esa sensación de injusticia generalizada que cunde entre muchos estudiantes y que ha reabierto un debate que ya es recurrente: si debe hacerse un examen único e igual de la EBAU en todo el Estado o no, sobre todo cuando en España rige el distrito único para poder elegir universidad.
Las quejas de los alumnos no han dejado de crecer en los últimos años en este sentido. ¿Hay tanta diferencia entre comunidades autónomas como para hacer aconsejable una unificación de la EBAU? ¿Se respetan los criterios de igualdad entre los diferentes territorios a la hora de evaluar y corregir un examen en el que los alumnos se lo juegan todo a una carta? ¿Puede actuar la pandemia como factor diferencial en el resultado final de la prueba?
Hay datos empíricos que avalan esa sensación de desigualdad. En 2016, la catedrática de Bioestadística de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, Cristina Rueda, publicó un informe –el informe Manu, se llama– que luego se ha ido actualizando y que tiene bastante predicamento en el mundo académico. En dicho informe la autora afirmaba haber encontrado "diferencias abismales" entre unas comunidades y otras. Así lo explicaba a Público hace dos años: "Me encontré con datos alarmantes como que en Canarias el 30% de los alumnos sacaba un sobresaliente en el examen de selectividad de Biología, mientras que en Castilla y León, sólo un 3% conseguía esa nota en la misma materia. Unas diferencias tan grandes no las explica el azar. Los datos demostraron que sistemáticamente salían beneficiadas unas comunidades y otras más perjudicadas".
La ministra de Educación, Isabel Celaá, lleva dos años hablando de "armonizar" la prueba de la EBAU, pero nunca ha utilizado el verbo unificar. La ministra defiende la prueba tal como esta ahora y llama a "asumir las consecuencias de un Estado autonómico" como España frente a las demandas de la oposición de una prueba única e igual para todos. La derecha también se queja de que en nueve comunidades autónomas los alumnos puedan realizar la prueba con hasta dos asignaturas suspensas, mientras en el resto de regiones han de tener todo aprobado. Como respuesta, Celaá aseguró esta semana en el Congreso que las diferencias entre comunidades autónomas en la EBAU atienden a la norma aprobada por el PP en 2016 y tienen la confianza de los profesionales. Además, la ministra dejó claro que la EBAU tiene una parte que determina el Gobierno y otra que es asumida por las comunidades autónomas que "son las que tienen competencia curricular".
Como explica María del Carmen Morillas, presidenta de la FAPA (Federación de Padres y Madres de Alumnos) Francisco Giner de los Ríos de la Comunidad de Madrid, el asunto de una EBAU única es "complejo porque hay que distinguir entre las competencias de Educación y las comunidades autónomas". Morillas prefiere poner el foco en "la densidad del currículo educativo": "Celaá ya ha dicho que se va a trabajar en la armonización de esta prueba con la nueva ley educativa, la LOMLOE, pero el primer escollo que nos encontramos es el currículo, que es inabarcable. Hay que avanzar por ahí".
Ramón Caballero, responsable de Universidades de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), sí percibe "agravios comparativos entre las comunidades autónomas". "Hay mucha disparidad, que en alguna ocasiones es alarmante", añade el representantes de CSIF. Por eso defiende una "una prueba única". "La EBAU necesita un carácter más homogéneo cuando te estás jugando algo tan importante. Hay una competencia brutal por acceder a determinadas carreras y el diseño de la EBAU, sin tener unos contenidos básicos y homogéneos, provoca una desigualdad que puede lastrar la vida de muchos estudiantes. Hay mucha frustración entre los alumnos. No nos parece justo".
"La EBAU necesita un carácter más homogéneo cuando te estás jugando algo tan importante"
Si una prueba única no fuera posible, Caballero defiende al menos avanzar "en algunas cuestiones básicas": "Contenidos asumibles para todos que justificaran gran parte de la nota, niveles de exigencia similares y mismos criterios de corrección".
El responsable de Universidades del CSIF apunta otros dos factores de desigualdad en la EBAU. Por un lado, Caballero señala "la diferencia de trato entre la enseñanza pública y la privada". "Parece evidente que los alumnos que vienen de la enseñanza privada tienen mejores resultados producto de una mayor flexibilidad durante el bachillerato. Llegan con mejor nota media a la prueba y eso perjudica a los chavales de la enseñanza pública", añade el representante de CSIF.
Caballero apunta también que "la competencia brutal entre algunas universidades para captar alumnos" implica una relajación a la hora de evaluar los exámenes en algunos territorios.
Paco García, secretario general de la Federación Estatal de Enseñanza de Comisiones Obreras (CCOO), no impondría una prueba única de la EBAU. García recuerda que las comunidades autónomas tienen capacidad para regular parte de los currículos académicos y de la propia enseñanza. Por eso, aunque cree que "sí debería haber una mayor coordinación entre las universidades para que la EBAU fuera lo más homogénea y tuviera la menor dispersión posible", afirma que una prueba única e igual en todo el país "es irreal". "Las comunidades pueden regular una parte de sus asignaturas. No tiene sentido esa lógica tan uniformizadora", concluye el dirigente sindical.
Para el Sindicato de Estudiantes, no hay debate sobre la desigualdad. "La EBAU es una prueba clasista que pretende ocultar la falta de plazas públicas en la Universidad para todos los estudiantes. Por eso se hacen estas pruebas: para que los alumnos se enfrenten en una suerte de los juegos del hambre para acceder a las pocas plazas públicas que existen. Para nosotros la EBAU no debería existir", sostiene Marina Mata, secretaria de Organización del Sindicato de Estudiantes.
Mata recuerda que "siempre hay problemas con los exámenes" y sostiene que el debate sobre la posible unificación de la EBAU "es un debate que todos los años se pone encima de la mesa para tratar de dividir a los estudiantes y enfrentarlos diciendo que unos exámenes son más faciles que otros, pero aquí la raíz del problema sigue siendo la falta de plazas públicas en las universidades españolas".
Desde la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (CREUP) también apuestan por "un marco común de contenidos mínimos en la prueba de acceso", pero no creen que deba haber una prueba única de la EBAU para todo el Estado. "Las comunidades autónomas tienen que tener la capacidad de adaptar sus pruebas a los estudiantes que viven allí. No sirve una prueba única, pero nosotros somos partidarios de que se establezca un mínimo común", explica David López, portavoz de la CREUP.
Augusto González, director de instituto: "Sería una buena idea unificar el 50% de cada examen, pero también habría que dejar margen a las autonomías"
Augusto González, director del Instituto de Enseñanza de Secundaria Pablo Díez en Boñar (León), tira de su experiencia de más de 25 años como docente y afirma que no todos los exámenes de la EBAU tienen el mismo nivel de exigencia en todas las comunidades autónomas. Pero él tampoco haría una EBAU idéntica en todo el país; en todo caso una mixta al 50%: "Soy partidario de unificar el 50% de cada examen y establecer unas bases a nivel nacional de lo que es el currículo y así marcar un mínimo común para los alumnos, pero como cada comunidad autónoma tiene su idiosincrasia y sus peculiaridades, habría que dejar un margen de otro 50% para las autonomías. Un examen con la mitad de las preguntas iguales para todos permitiría hacer una comparación entre comunidades autónomas a nivel nacional".
El precio de la pandemia
Este viejo debate se repite en un año muy especial en el que se añade un nuevo factor de desigualdad: la pandemia y la semipresencialidad en el bachillerato durante el curso. Marina Mata hace un resumen de lo que ha sido el curso, al menos en bachillerato, y lamenta "la falta de flexibilidad" de la EBAU de este año: "El desastre se ha vuelto a repetir en las aulas. Ha habido semipresencialidad, se han mantenido las clase online, ha habido rotación de profesores por los contagios, se ha estado cerrando y abriendo aulas. Ha sido un curso desastroso y ahora se mete de nuevo presión a 200.000 estudiantes con la EBAU".
Mata asegura que este contexto de pandemia, con clase online, afecta la resultado de la EBAU: "Las clases online abren una brecha digital enorme, que en realidad es una brecha de clase. Hay alumnos que no han podido estudiar en condiciones óptimas, y a pesar del esfuerzo de los profesores no se aprende igual de forma online que de manera presencial", abunda la representante del Sindicato de Estudiantes.
María del Carmen Morillas comparte, en nombre de los padres, esa inquietud y señala que la pandemia ha actuado como hecho diferencial. "En Madrid ha habido diferencias en cuanto a la presencialidad de las clases en función del centro en el que ha estudiado el alumno y eso se puede notar en el examen. Además de la tensión y el estrés que cargamos sobre los chicos, este año hay que sumar la pandemia. Ha sido un año muy duro para ellos".
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