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València La Punta de València: la herida abierta por Rita Barberá que nunca cicatriza

Una nueva carretera hace estallar al vecindario realojado por los desahucios de esta zona de la huerta sur de València. Años de abandono y promesas incumplidas marcan la historia de esta pedanía.

Concentración ante el Ajuntament de València.
Concentración ante el Ajuntament de València. Joan Canela

La pequeña urbanización de chalés, todos clónicos y con cierto aire a suburbio americano, encajonada entre el Puerto de València, la V-15, las vías del tren y Natzaret, el histórico barrio portuario de la ciudad, podría parecer una más de las aberraciones urbanísticas que se hicieron por todo el territorio durante los años de la burbuja inmobiliaria. Pero no, estas casitas esconden otra historia mucho más dura.

Conocida, precisamente, como Les Casetes, fue en esta área donde se realojaron los habitantes de La Punta, una pedanía de València conocida para tener una de las vegas más fértiles de las que rodean la ciudad y considerada "de especial protección". Pero con el cambio de siglo esto cambiaría radicalmente. Entonces se decidió que aquella área albergaría la nueva Zona de Actividades Logísticas (ZAL) del Puerto, una infraestructura que tenía que hacerse de manera urgente, porque de otra forma comprometía la viabilidad y crecimiento de la actividad comercial.

El vecindario de La Punta se resistió con todas sus fuerzas a la destrucción de su ecosistema y de su forma de vida, pero la maquinaria institucional, entonces dominada por las amplias mayorías absolutas del PP, les pasó por encima. "El balance de la destrucción de La Punta es la pérdida de un patrimonio de valor incalculable. No solo las alquerías y campos destruidos, sino la pérdida de un estilo de vida, la gente desarraigada. De hecho, hay quien no lo pudo resistir y murió al poco tiempo de su expulsión", explica el periodista Enric Llopis, que lo ha documentado con precisión en el libro La batalla de l’horta.

La imagen final de La Punta, con la policía desalojando los vecinos violentamente de sus casas mientras las excavadoras las demolían ante sus ojos, se convertiría en uno de los capítulos más negros del mandato de Rita Barberá y, todavía hoy, representa un trauma colectivo para buena parte de la sociedad valenciana, que se niega a olvidar.

Y veinte años después, la urgentísima ZAL continúa siendo una promesa aplazada. Una serie de solares cerrados y devastados, mientras sus anteriores propietarios denuncian el abandono al cual están condenados, todavía hoy. "Todo el mundo se ha olvidado de nosotros. Nos faltan todo tipo de servicios, soportamos todo el tráfico de la salida sur de València, solo nos llega un autobús de vez en cuando, sufrimos inseguridad, robos, vandalismo... El año pasado hubo cinco incendios en los terrenos abandonados adyacentes y este año llevamos uno", desgrana Salvador Ramos, presidente de la Asociación de Vecinos Les Casetes de La Punta.

Una nueva carretera

Olvidados, pero no del todo, puesto que ahora hay el proyecto de construir una carretera que pasará pegada a sus casas y que, para más inri, supone la destrucción del parque infantil y del poco espacio verde del que disponen. Además, Ramos se pregunta, si hacen la carretera, "¿donde pondrán la pantalla que nos tiene que aislar visual y acústicamente de las actividades de la ZAL cuando se construya?". "Junto a la iglesia ni siquiera hay una acera, solo un paso de un palmo junto al campo, ¿y por allí dicen que pasará una carretera? ¿A quien se le ha acudido?", explica Patricia Moragón, vecina de Les Casetes mientras protesta ante el Ayuntamiento para intentar parar la construcción.

Este vial tiene que permitir acceder en la nueva ciudad deportiva del Levante UD, edificada en unos terrenos alquilados a la Autoridad Portuaria y se calcula que lo utilizarán unos 5.000 vehículos diarios. Los vecinos no se oponen en la ciudad deportiva y reconocen la comprensión recibida por el equipo de fútbol. En cambio lamentan que desde el Ayuntamiento nadie se haya querido reunir con ellos.

Concentración ante el Ajuntament de València.
Concentración ante el Ajuntament de València. Joan Canela

"El problema inicial es que, cuando el Levante UD planifica su ciudad deportiva, lo hace aprovechando al máximo todo el espacio del cual dispone, sin pensar en cómo llegará la gente hasta allí, imagino que calculaban que lo harían por las calles de Natzaret, pero obviamente ni los vecinos ni el Ayuntamiento les dejan pasar centenares de vehículos diarios por allí y les exigen un plan de movilidad, como a cualquier otro plan urbanístico", explica a Público una persona que conoce bien la zona.

Fuentes de la concejalía de Movilidad reconocen el problema y la inviabilidad de hacer pasar todo el tráfico por la trama urbana de Natzaret. Para este departamento, la mejor solución sería aprovechar el vial que pasa por dentro de los terrenos del Puerto. "Al final, se trata de sus terrenos y el Puerto se tendría que encargar de facilitar el acceso. La carretera incluso está construida, solo habría que reformarla y es una vía que no molesta a nadie", aseguran desde esta concejalía. La Autoridad Portuaria se niega rotundamente a esta opción -que le obligaría a permitir el acceso a centenares de personas dentro del espacio del puerto- y se desentiende del problema.

La única alternativa que, que no molesta ni al Puerto ni al barrio de Natzaret parece ser la llamada "opción cinco", pero esta tampoco es inocua. Mientras, los habitantes de Les Casetes se quejan que todas las administraciones se pasan la pelota y a ellos se les impone una vía que les pasa por encima.

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