Este artículo se publicó hace 3 años.
La frágil salud del Besòs se recupera de los derrames químicos
El incendio de la fábrica Ditecsa acabó con la vida del río a la altura de Montornès del Vallès y contaminó un acuífero. Los ecologistas creen que no se trata de un caso aislado en un río que discurre entre el tejido industrial y en una zona con una gran densidad de población.
Maria Rubio
Barcelona-
El río Besòs ha sido uno de los espacios naturales metropolitanos que ha sufrido con creces la industrialización y la urbanización. Durante décadas se han establecido fábricas y empresas que, antes de que la regulación lo prohibiera, vertían parte de los residuos en sus aguas. También han crecido grandes núcleos urbanos como son Santa Coloma de Gramenet, con 120.000 vecinos, o Granollers, aguas arriba, con más de 60.000, que ejercen una gran presión antrópica sobre el entorno.
Hace sólo dos años un derrame químico proveniente de un incendio de la empresa Ditecsa provocó una catástrofe medioambiental a la altura de Montornès del Vallès (Barcelona), de la que todavía se está recuperando. Un episodio que representa el delicado estado de salud en el que se encuentra el río, que arrastra un pasado sin controles y vive un presente con un equilibrio frágil.
Incendio de Montornès
En diciembre de 2019 se incendiaba la fábrica de Ditecsa, dedicada a "la gestión integral de instalaciones industriales" bajo el lema "soluciones industriales y medioambientales". Las aguas utilizadas para apagar el fuego chorrearon hasta el río, derramando disolventes de la familia de los bencenos altamente contaminantes: "El derrame terminó con casi toda la vida que había desde donde estaba la industria hasta la desembocadura", explica Quim Pérez, miembro de Ecologistes en Acció, quien admite que sufrieron porque el accidente fuera a más: "Si el benceno se hubiera quedado entre los sedimentos del río, hubiéramos vivido un Prestige en el Besòs, con el disolvente saliendo constantemente. Parece, sin embargo, que no se llegó a concentrar".
La Agencia Catalana del Agua (ACA) declaró la emergencia en el río Besòs tras calificar como "muy alto" el impacto ecológico, aunque en un primer momento consideró que no había indicios de que pudiera constituir un delito ecológico. Ditecsa ya se había enfrentado a dos multas de la Agencia de Residuos de Catalunya (ARC) por almacenar más materiales del que tenía permitido por su capacidad y no etiquetar bien los residuos, pero no por contaminación. Sin embargo, Ecologistes en Acció pidió a la Fiscalía de Medio Ambiente que abriera una investigación por un presunto delito contra el medio ambiente, como acabó haciendo, al que la organización se ha personado como acusación particular.
"Según el atestado que presentaron los Mossos d'Esquadra y que ha presentado la Fiscalía, podríamos estar hablando de demandas de prisión", explica el abogado de Ecologistes, Josep Hurtado. La empresa ya tenía antecedentes de impacto contra el medio ambiente en Andalucía, con la apertura de expedientes por la contaminación del río Tinto (Huelva): "Se suman estos antecedentes, las sanciones continuadas y un nivel de formación de los trabajadores muy bajo, algo preocupante teniendo en cuenta los productos con los que trabajaban". Hurtado va más allá y señala también a la Generalitat, ya que considera que la administración no actuó cuando tocaba: "Es curioso como, a pesar de las sanciones, cuando la empresa solicitaba modificaciones de las autorizaciones para ampliar su capacidad, la Generalitat siempre se los ha aceptado". De momento, el proceso aún se encuentra en fase de instrucción, en paralelo al expediente sancionador abierto por la ACA, aún sin resolver.
Contaminación de los acuíferos
La contaminación del río no solo afectó al agua superficial, también llegó a las aguas subterráneas. La ACA requirió a Ditecsa que se encargara de la descontaminación de los pozos afectados bajo la fábrica. Desafortunadamente, en el caso de los acuíferos del Besòs llueve sobre mojado. Muchos de ellos ya están afectados por la enorme contaminación de la industrialización de los años 60 y 70, que en algunos casos todavía dura: "La contaminación en el agua subterránea puede durar grandes periodos de tiempo, especialmente con contaminantes orgánicos", explica Diana Puigcerver, especialista en hidrogeología de la Universitat de Barcelona. "Décadas atrás, se hacía un agujero para construir las bases de la ciudad y se admitían residuos. Miles de toneladas de residuos industriales y urbanos se echaban a agujeros del cauce del río", añade el geólogo Daniel Barbé.
Puigcerver, pero, apunta que se ha reducido la explotación de los acuíferos del Besòs, un hecho que ha permitido una cierta recuperación. Según la experta, la ACA hace un control de la calidad del agua de estos acuíferos y detecta los niveles de contaminación para dilucidar sus responsabilidades, si es posible: "Si se detecta quien ha sido el responsable de la contaminación, sea histórica o sea actual, se exige la recuperación, siempre y cuando se pueda demostrar". La experta, sin embargo, apunta que no siempre es posible o que muchas de aquellas industrias ya no existen: "La contaminación requiere una actuación siempre que sea un riesgo para la salud humana o los ecosistemas. La Agencia se puede hacer cargo, pero claro, con dinero público".
Por otra parte, Barbé lamenta que la ACA no está haciendo seguimiento de todos los contaminantes: "Los compuestos orgánicos son cancerígenos, y así como sí se ha hecho seguimiento de compuestos como el arsénico o los metales pesados, de estos no se dice nada". El geólogo también advierte que el Consorci Besòs-Tordera ha presentado un proyecto para optar a los fondos europeos Next Generation con los que se quiere invertir en el saneamiento del río: "A nosotros lo que nos gustaría sería dedicar una gran inversión en renaturalizar el río. Si hay que hacer saneamiento, que no sea para cubrir gastos de las empresas privadas que no se están haciendo cargo de sus responsabilidades".
La ARC dispone de un mapa de inspecciones ambientales practicadas en todo el territorio, entre las que hay varias industrias del cauce del Besòs que se han inspeccionado durante los últimos seis años, una veintena aguas abajo de donde se encontraba Ditecsa. De las 18 de las que se disponen datos, seis tienen la máxima consideración en cuanto a respeto de las condiciones fijadas en la autorización ambiental, mientras que el resto o bien presentan incumplimientos "poco relevantes" o "relevantes" relacionados con la contaminación atmosférica, el vertido de aguas, la producción de residuos o la calidad del suelo y las aguas subterráneas. "El de Ditecsa no es un caso aislado. Aunque otros accidentes no terminan como ha acabado éste, porque se detienen, el incumplimiento de las empresas es altísimo. Falta inspección", apunta Hurtado.
Presión urbanística
El otro aspecto que impacta al río en su tramo más bajo es la urbanización del entorno. "El Delta del Besòs es un parque fluvial urbano, no un río", dice Barbé, quien explica que gran parte del agua se va hacia las depuradoras para acabar en el mar canalizado. "Se han generado beneficios faraónicos urbanizando la zona del mar, en inversiones urbanísticas, y permitiendo que nos podamos bañar en la zona donde debería morir el río", expone el geólogo. Una tendencia que todavía está muy viva, con la proyección, por ejemplo, de un nuevo barrio de 1.700 pisos con el Plan Director Urbanístico de las Tres Chimeneas, entre Sant Adrià del Besòs y Badalona.
çPor otra parte, durante los últimos años el Parque Fluvial del Besòs ha ido registrando mejoras para ofrecer un espacio verde a los vecinos de la zona. Se trata de un equipamiento muy necesario para los cientos de miles de personas que viven en estos municipios de grandes densidades de población y sin zonas naturales: "No se puede decir a la gente que no vaya a disfrutar del río teniendo en cuenta que estos municipios no tienen zonas verdes. El problema es la masificación, que puede asustar a especies de aves que podrían nidificar en el río, o que los perros puedan matar los huevos ". Según Barbé, debería haber zonas donde estuviera prohibido acceder, como ocurre con el Delta del Llobregat.
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