Lo que antes era un reguero de coches ahora es un páramo: agosto seca el flujo diario entre Madrid y Toledo o Guadalajara

El madrileño vuelve cuando usted va. La turba aparece en su ciudad los sábados y los domingos, de modo que lo que para uno es el merecido descanso, para ellos es la escapada. Parece que la metrópoli lo persigue y ya no respeta ni las fiestas de guardar. Ha dejado el curro a decenas de kilómetros, o a media hora en AVE, pero las calles de Ávila, de Segovia o de Toledo son un alborozo. Así todo el año, hasta que llega agosto, cuando no se plantea pisar Madrid ni loco. En cambio, ellos —o los turistas que han aterrizado en la capital— siguen llegando.

Lo que antes era un reguero de coches ahora es un páramo. La estación de cercanías está desolada. Un mes sin Madrid, o sea, sin trabajar. Aunque quizás no lo sepa, usted es la hormiguita que durante el invierno ha engordado la estadística, hasta el punto de que protagoniza el flujo de trabajadores más intenso entre dos regiones del Estado: Castilla-La Mancha y Madrid. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) de 2019, cada día 58.000 residentes en Toledo se desplazan a la capital para currar. Los 41.000 que hacen lo propio desde Guadalajara convierten la frontera autonómica en la más permeable.

Es decir, suman 99.000 desplazados diarios, una sexta parte de los 600.000 residentes en España que cada día cambian de provincia para ganarse las habichuelas. Lo hacen desde ambas ciudades, desde los pueblos y desde las localidades que surcan el corredor de La Sagra (Illescas, Seseña, Ugena, Yuncos...) y el corredor del Henares (Cabanillas del Campo, Chiloeches, Marchamalo, Azuqueca...). La cercanía con Madrid, de hecho, ha favorecido el aumento de la población de ambos ejes en 18.000 personas, sumando casi 300.000, un 14,6% de los habitantes de Castilla-La Mancha.

Usted, sin percatarse, no estaba circulando por el asfalto, sino sobre un mar de cifras, que paradójicamente siempre son áridas. Las del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) nos hacen ver el trasvase laboral desde la perspectiva de las contrataciones de empleados. En 2018 había 39 grandes flujos interprovinciales —entendiendo como grande más de 15.000 contratos— y uno era entre Madrid y las provincias de Toledo y Guadalajara, "en ambas direcciones", subraya el Observatorio de las Ocupaciones.

Estos Datos básicos de movilidad 2019 también reflejan alguna curiosidad: Castilla-La Mancha, con un 14,9%, es la comunidad pluriprovincial con menor peso de la movilidad intrautonómica. Es decir, de cada cien desplazamientos, solo quince se producen entre provincias de la misma región, frente al 55% de Galicia o al 52,7% de Andalucía. Huelga señalar que buena parte tienen como destino Madrid, la que más viajes genera y atrae junto a Barcelona.

Queda claro también si nos remitimos al Estudio de la Movilidad Interprovincial de Viajeros aplicando la Tecnología Big Data, publicado hace dos años por el Ministerio de Fomento con datos de 2017. "La relación Madrid/Toledo, con 108.000 viajes/día, es la de mayor volumen, seguida de 99.000 en la relación Barcelona/Girona", señala el informe, que resalta la importancia de los flujos interprovinciales de corto recorrido, hasta el punto de que quintuplican los 23.700 desplazamientos diarios entre Madrid y Barcelona.

Estas cifras corresponden a un lunes cualquiera de octubre. Agosto ha llegado con sus calores y muchos, en Madrid o en Guadalajara, buscan los verdes del norte o los mares del sur. Algún coche surca la carretera, rumbo a la capital, con trabajadores a bordo. Claro que ellos no se hacen notar tanto de lunes a viernes en Madrid, como los madrileños durante el fin de semana en Toledo. Cuando unos vienen, otros van, aunque el mundo permanece quieto y al revés.