Este artículo se publicó hace 3 años.
El nivel socioeconómico del barrio, clave en la evolución de la psicosis
Las personas que viven en los vecindarios con menos ingresos pueden sufrir más la falta de oportunidades educativas y una alta exposición al estrés crónico que conllevaría a desarrollar problemas de salud mental.
Madrid-
La ciencia había ya demostrado que el nivel socioeconómico del barrio es decisivo en la salud general de las personas, pero un grupo de investigadores españoles ha comprobado ahora que el código postal es también determinante en la salud mental y en la evolución de enfermedades como la psicosis.
Las diferencias tienen que ver con el hecho de que las personas que viven en los vecindarios con menos ingresos pueden sufrir más la falta de oportunidades educativas y una alta exposición al estrés crónico, y tendrían que luchar con frecuencia para satisfacer necesidades elementales (vivienda, problemas económicos, seguridad laboral, seguridad o cohesión social).
Un grupo de científicos y doctores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam) del Instituto de Salud Carlos III, la Universidad Autónoma de Madrid y el hospital madrileño de La Princesa, han comparado los datos de 170 pacientes diagnosticados de un primer episodio de psicosis con los de 129 controles de pacientes sanos y han publicado sus conclusiones en la revista Health and Place.
El trabajo, que ha sido coordinado por José Luis Ayuso, catedrático de Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid y la doctora Ana Izquierdo -primera firmante del estudio- ha puesto el foco en la influencia de la renta media de la zona de residencia en el grado de afectación que padecen los pacientes tras el primer episodio psicótico, considerado clave y crucial para el control de la evolución de la enfermedad a largo plazo.
El estudio se ha basado en una muestra de pacientes atendidos en la sanidad pública, por lo que cualquiera de ellos independientemente del nivel socioeconómico puede acudir a urgencias y recibir el mismo tratamiento, ha observado a EFE la doctora Ana Izquierdo, y sin embargo ha precisado que "lo curioso" es que, atendidos en los mismos centros y por los mismos profesionales, los pacientes que provienen de barrios con una renta más baja muestran una mayor discapacidad y sus dificultades están presentes más días al mes.
Izquierdo ha precisado que en el trabajo no se han encontrado diferencias en relación con el tratamiento farmacológico que han recibido estos pacientes en los servicios de psiquiatría, y que por lo tanto "no es que las personas que viven en barrios pobres tengan una enfermedad peor o diferente que los que viven en zonas ricas, sino que no tienen los medios o los recursos para superar las dificultades que trae consigo el primer episodio psicótico".
Conexión entre el bienestar físico, mental y social
La Organización Mundial de la Salud define la salud como un estado de bienestar físico, mental y social, en el que sus componentes influyen entre sí, por lo que cualquier factor que impacte en uno de ellos podría tener repercusiones en los otros, ha recordado la doctora Izquierdo, convencida además, como ya han probado otros investigadores, de que "las condiciones en las que vivimos y trabajamos son claves en la perpetuación de las desigualdades en la salud".
No todas las personas que muestren el mismo tipo de signos van a terminar desarrollando un trastorno mental
¿Es el primer episodio psicótico el más importante para una detección temprana de la enfermedad y un tratamiento adecuado? Ana Izquierdo ha explicado a que las personas que sufren un episodio psicótico ya han pasado por otras fases antes de desarrollar la enfermedad y que por lo tanto "lo ideal sería detectar la enfermedad en estas primeras fases para evitar su progresión".
Pero es una tarea "tremendamente compleja", porque los cambios que se dan en estas fases son frecuentemente confundidos con los cambios propios de la adolescencia, ha precisado la investigadora, y porque no todas las personas que muestran este tipo de signos van a terminar desarrollando un trastorno mental, sino que para algunos será una experiencia transitoria.
Aproximadamente un 30% sí completará la transición hacia el trastorno psicótico en un periodo de dos años, especialmente en aquellos cuyos síntomas se combinen con otros factores de riesgo (como el consumo de cannabis), ha explicado, y ha apuntado que las señales más frecuentes en esas fases tempranas son las dificultades de atención y concentración, la baja motivación, la depresión, el insomnio, la ansiedad, el aislamiento social, la suspicacia o la irritabilidad.
Y los síntomas característicos de la psicosis, aquellos que deben hacer saltar las alarmas, son la presencia de delirios o alucinaciones, que a menudo van acompañados de otras manifestaciones como pensamientos o conductas desorganizadas, aislamiento social y las alteraciones del estado de ánimo "ya sea hacia la depresión o hacia la excitación y la irritabilidad".
El debate científico, ha observado la investigadora, se centra en establecer la dirección entre la asociación entre el barrio y la psicosis: en determinar si el trastorno psicótico podría ser consecuencia del nivel del barrio o si, por el contrario, se mudan a esas áreas de menos recursos a causa de sus dificultades para conseguir y mantener un empleo.
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