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Así es la segunda ola de calor del año: de las noches "tórridas" a los riesgos para la salud

La crisis climática no sólo hace que los episodios de calor extremo sean más frecuentes y virulentos, sino que contribuye a que duren más. De hecho, todo apunta a que esta ola de calor se sitúe entre las más largas de la historia.

Una se protege del sol con un abanico durante la segunda ola de calor del año en Madrid.
Una se protege del sol con un abanico durante la segunda ola de calor del año en Madrid. Susana Vera / REUTERS

España afronta en cosa de un mes su segunda ola de calor del año. La primera del verano, si se tiene en cuenta que el anterior episodio se desarrolló semanas antes de que comenzase oficialmente el periodo estival, siendo uno de los más tempranos de la historia. En este caso, las proyecciones dejan entrever que se marcarán nuevos récords, con máximas por encima de los 45ºC en algunas partes del mapa. Esta situación, además, podría alargarse más de la cuenta.  Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el sábado 9 de julio comenzaba oficialmente este fenómeno climático y se espera que al menos se prolongue hasta el domingo, sin descartar que los termómetros sigan marcando temperaturas inusuales la próxima semana.

Rubén del Campo, portavoz de la AEMET, explica a Público que se espera que pueda alargarse nueve días, lo que haría que "empatase con las olas de calor de 2017 y 2020" en el tercer puesto de episodios de calor extremo más largos. "La más larga duró 26 días, entre el 27 de junio y el 22 de julio de 2015. La segunda más larga es la del famosos verano de 2003, que duró 14 días; del 30 de julio al 14 de agosto", detalla el meteorólogo. 

La explicación de este nuevo acontecimiento de altas temperaturas se debe a "una situación de alta estabilidad con una potente dorsal sobre la península, ausencia de nubosidad y largas horas de insolación", explica Irene Santa, física y meteoróloga del portal eltiempo.es. "En los próximos días, contaremos con un ingrediente extra que nos llevará al límite de lo conocido –porque las temperaturas previstas son similares al récord absoluto de temperaturas– entre el miércoles y el jueves: la advección cálida de origen africano. Todo se debe a la posición de una DANA al norte de Madeira que hace que la circulación ciclónica alrededor de este embolsamiento de aire frío en altura suponga un aporte cálido desde el continente africano. Lo más probable es que las temperaturas sean aún más elevadas a mediados de semana. Además, llegará calima", desarrolla la experta.

La situación va a dejar, según los datos de AEMET, temperaturas por encima de los 40ºC en buena parte de la península y solo algunas zonas de alta montaña podrán sortear esta dinámica. En algunos puntos, como el Valle del Tajo o el Valle del Guadalquivir, los termómetros podrían alcanzar, en el pico de la ola, los 45ºC o, incluso, los 47ºC. Los datos más llamativos, no en vano, no se restringen sólo a la temperatura atmosférica, pues el satélite Sentinel-3 del servicio europeo Copernicus ha llegado a registrar ya, el pasado día 9 de julio, temperaturas de calentamiento del suelo –siempre menores a las temperaturas atmosféricas– de hasta 55ºC en algunos puntos del mapa.

Noches tropicales y tórridas

Si por algo va a destacar esta ola de calor es por los elevados termómetros nocturnos. "Hablamos de noches, al menos entre el martes y el viernes, con temperaturas 5 o 10 grados por encima de lo normal para la época", expone Del Campo, que informa de que habrá noches "tropicales", con temperaturas por encima de los 20ºC, pero también noches "tórridas" en las que se superen los 25ºC en ciudades como Madrid, Badajoz o Jaén. "Esto quiere decir que en las horas a las que la mayoría de la gente se va a dormir, entre las 10 y la 12, habrá hasta 30 grados de media, lo cual dificultará el descanso". Se espera, de hecho, que los termómetros nocturnos marquen nuevos récords si se alcanza la cifra de los 30ºC. Un dato que contrasta con los récords que hasta ahora se habían documentado. En Madrid, por ejemplo, la estación de Retiro, tiene su marca en los 26,1ºC de agosto de 2021.

Las noches registrarán temperaturas hasta 10ºC por encima de lo normal

Parte de la culpa de esta situación la tiene el denominado "efecto isla de calor", que tiene que ver con la forma en la que las infraestructuras urbanas absorben altas temperaturas durante el día y las liberan lentamente durante la noche. "Es un fenómeno que se detecta en las temperaturas nocturnas, es decir, en las mínimas, y que puede hacer que sean entre 0,4ºC y 12ºC superiores a las temperaturas registradas en zonas rurales cercanas", explica a Público Cristina Linares, científica titular y codirectora de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). "Los efectos en salud están relacionados con la acumulación de molestias, más o menos graves, originadas con la falta de descanso que se produce durante la noche. Fenómenos que pueden ir desde un aumento de irritabilidad a la descompensación en algunas patologías de tipo crónico, lo cual genera un estrés sistémico importante en las personas afectadas, dependiendo de su estado basal de salud", agrega Linares.

Un problema de Salud Pública

Los problemas de salud no se restringen sólo a la noche, sino a todo el episodio de altas temperaturas. De hecho, durante la ola de calor del mes de junio se pudieron registrar algo más de 700 muertes prematuras. Los datos del ISCIII revelan que, en la década 2000-2009, se registraron 4.400 días de ola de calor con una mortalidad atribuible a 13.000 muertes, es decir, 3 muertes diarias de media durante estas jornadas. 

"Los grupos especialmente susceptibles son las personas mayores de 65 años, en especial las mujeres mayores de 75 años"

Linares recalca que la mayor parte de la mortalidad asociada no se debe a lo que tradicionalmente se conoce como "golpe de calor", sino que "el mayor impacto atribuible se relaciona con el agravamiento de otras patologías existentes, fundamentalmente cardiovasculares y respiratorias". También se ha constatado, durante estos periodos de temperaturas extremas, una mayor mortalidad por causas renales, gastrointestinales e incluso neurológicas. "Los grupos especialmente susceptibles son las personas mayores de 65 años, en especial las mujeres mayores de 75 años. Normalmente los efectos del calor ocurren a muy corto plazo, desde el mismo día que se produce la ola de calor hasta 4 ó 5 días después", explica la experta en Salud y Cambio Climático, que advierte también de la incidencia en las mujeres embarazadas, más propensas a sufrir partos prematuros cuando los termómetros alcanzan niveles altos e inusuales. 

Crisis climática y ¿adaptación?

Las olas de calor siempre han sido características en el territorio peninsular, pero el calentamiento acelerado del planeta está propiciando cambios en el modo en el que se desarrollan: cada vez más recurrentes y habituales, con picos más altos y de mayor duración. "No es normal que sean tan largas. Son más frecuentes e intensas, y las condiciones están propiciando que se alarguen más. De hecho, si nos fijamos en el listado, nos damos cuenta de que las olas de calor que más han durado, quitando la de 2003, se han dado en los últimos siete años", manifiesta el experto de la AEMET.

"Las temperaturas que antes eran excepcionales ahora cada vez pueden resultar más frecuentes"

"Los episodios de calor extremo pueden ser más frecuentes debido al cambio climático. Tras algunas de las olas de calor más importantes que han sucedido en los últimos años, se han realizado estudios de atribución: por ejemplo tras la ola de calor de Canadá que dejó un registro de 49,5ºC el año pasado se determinó que la ola de calor había sido 150 veces más probable gracias al cambio climático", desarrolla Santa, la física y meteoróloga de eltiempo.es. "Tenemos que entender que con el calentamiento global no sólo aumenta la temperatura media global, sino que toda la distribución de temperaturas se ve desplazada hacia valores más altos: esto quiere decir que las temperaturas que antes eran excepcionales ahora cada vez pueden resultar más frecuentes".

Este escenario a menudo pasa desapercibido ante las políticas públicas que se despliegan desde la Administración, casi siempre centradas en la mitigación de la crisis climática. La adaptación cobra un papel esencial, pues es el arma de la humanidad para amortiguar los efectos de la emergencia ecológica en la salud pública. Desde hace décadas se han ido impulsando planes de prevención que han ayudado a impedir el incremento de las muertes prematuras en las franjas de edad más vulnerables, pero el futuro urge a implementar reformas para conseguir "evitar que el impacto de las olas de calor sobre la población vulnerable aumente", argumenta Linares. 

La experta del ISCIII enumera algunas acciones concretas, como la implementación de "planes de prevención locales adaptados a cada área geográfica"; la creación de "refugios climáticos de carácter público"; o el rediseño de las ciudades con cubiertas verdes en edificios, con mayor arbolado y "zonas azules" para reducir el efecto de la isla de calor. "Descender a nivel local es fundamental para adecuarse a las características sociodemográficas heterogéneas de la población y realizar evaluaciones de riesgos de los efectos del cambio climático en relación a factores de salud de la población", reclama Linares. "También desarrollar planes integrados, que aborden los impactos sinérgicos en salud de distintos factores ambientales que potencian los impactos del cambio climático (contaminación atmosférica, intrusiones de polvo, sequías, incendios forestales…), en lugar de ser abordados de manera individual", razona. 

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