Este artículo se publicó hace 4 años.
Las siete jóvenes que recuperan la historia gitana en Catalunya
En una pequeña sala del Casal Folch i Torres de Barcelona, hacen un trabajo de orfebrería para crear un relato propio y reivindicar la huella de este colectivo, fundamental para entender la historia de Catalunya.
Queralt Castillo Cerezuela
Barcelona-Actualizado a
Carabutsí significa ¡qué bueno! en el caló de los gitanos catalanes. ¡Oh, carabutsí!, dicen cuando comen algo rico. Suena contundente, suena bien. Carabutsí también es el nombre de una asociación de gitanos y gitanas de Barcelona, creada en 2018 y que hoy, está de celebración. Los pinchos salados y las tortas se agolpan en las mesas. Dulces, refrescos y cava. Los gitanos de la calle de la Cera, allí donde nació la rumba catalana, celebran que Carabutsí acaba de ganar el Premi Ciutat de Barcelona de Cultura Popular. No falta una guitarra y un cajón flamenco y la música y la alegría se apoderan del Casal Folch i Torres, donde tienen su sede, en el corazón de uno de los barrios más castigados de la capital catalana: el Raval.
La gentrificación, la especulación inmobiliaria, la turistificación masiva y unas políticas no siempre adecuadas están haciendo añicos el barrio. Proliferan los narcopisos y una presencia policial que más que proporcionar sentimiento de seguridad, cohíbe. A unos metros, en la Rambla del Raval, epicentro del barrio y hogar de uno de los gatos de Botero, decenas de personas hacen cola para conseguir alimentos en Cáritas. La Barcelona del siglo XXI. También a unos metros, se alza un mural de 12 metros con Peret al frente, los Amaya, el Pescaílla y tantos otros, padres de la rumba catalana. Una frase que sentencia: La rumba de Barcelona que sona sense parar. Estamos en la calle de la Cera. Aquí creció Peret, (que había nacido en Mataró) y, posiblemente el mejor cronista de Barcelona, Manuel Vázquez Montalbán. Le disputan el título Paco Candel, Huertas Clavería, Maruja Torres, Eduardo Mendoza, Juan Marsé o Carlos Zanón, entre otros tantos.
En el barrio del Raval llevan instalados más de 200 años
Escribió Vázquez Montalbán sobre Peret en 1969, cuando el gitano ya no vendía telas en Argentina (a donde viajaron muchos gitanos que querían ganarse unos dineros) y se había convertido en una estrella. En Los gitanos catalanes, un ensayo en la revista Triunfo, el periodista explicaba como llegaron los primeros gitanos a Catalunya. En el barrio del Raval llevan instalados más de 200 años (a Catalunya llegaron en el siglo XV y al Raval en el XVIII). Ahora, Carabutsí e Inter-Acció (una asociación sin ánimo de lucro que promueve el intercambio intercultural en los barrios) trabajan para recuperar toda esa memoria, que se escurre entres sus dedos y amenaza con desaparecer sepultada por el peso de una historia que nunca ha tenido en cuenta a esta comunidad.
Digitalizar la memoria
Una semana más tarde y después de la resaca del premio, es hora de volver al trabajo. En una sala diáfana del Casal Folch i Torres, Talita Gabarre (20) y Zaida Pons (28), ambas gitanas, escanean fotos, digitalizan cintas de casete y clasifican el material que les va llegando. Mejor dicho, que van recuperando. Desde hace dos años, un grupo de siete chicas va casa por casa entrevistando a gente mayor, escaneando sus fotos antiguas y recogiendo sus cintas de casete para crear un archivo (MOVGCAT, Arxiu de la Memòria Oral i Visual Gitana de Catalunya) que cuente la memoria de los gitanos catalanes. De momento, se centran en la historia de la comunidad gitana del Raval, pero tienen un proyecto ambicioso entre manos y quieren extenderlo a todo Catalunya. El ideólogo de todo esto tiene un nombre: Sam García, presidente de Carabutsí y músico de profesión.
El guitarrista tuvo una idea ahora hace seis años: "Hacía tiempo que se me pasaba la idea de recuperar la memoria de los gitanos de Barcelona, pero no sabía cómo hacerlo". En un primer momento, asegura que pensó en hacer árboles genealógicos, pero se dio cuenta que iba a ser complicado, así que caviló la idea de recopilar fotos antiguas. Presentaron el proyecto al Ayuntamiento de Barcelona y les dieron una subvención para sacarlo adelante.
La memoria gitana ha pasado de generación en generación mediante el boca oreja. Ahora se quiere materializar con la recuperación de fotografías, canciones y entrevistas a personas mayores del colectivo
"Sam creó un grupo de Whatsapp, nos explicó en que consistía todo y nos gustó. Al principio había chicos también, pero ellos no se motivaron demasiado y lo dejaron". La que habla es Talita Gabarre, que forma parte del grupo de recuperación de la memoria histórica. "Vamos casa por casa, haciendo entrevistas y recopilando material. El proyecto empezó de cero, no teníamos nada. Tampoco sabíamos nada, así que hicimos algunas formaciones con el CSIC [Consejo Superior de Investigaciones Científicas]", dice mientras mira con orgullo el piloto de la web. A Talita y a Zaida, así como al resto de chicas, las conoce toda la comunidad. "A los abuelos les gusta explicar sus memorias y nos conocen de siempre, no tiene reparos. De hecho, hay lista de espera para que vayamos a entrevistarles. Nos da pena porque está muriendo gente mayor antes de hacer las entrevistas y somos conscientes de que cuando una persona muere, parte de su historia se pierde".
Para César Martínez, de Inter-Acció y Sam, uno de los elementos que enriquece el proyecto es, precisamente, el diálogo intergeneracional que se establece entre el grupo de investigación y las personas más mayores de la comunidad. "Como también pasa en otras comunidades, nos dimos cuenta de que el intercambio de saberes y conocimientos entre generaciones se estaba perdiendo; este proyecto ayuda a que esto no pase", asegura Sam. Tanto Talita como Zaida han crecido en la calle de la Cera, así que son muy conocidas en el barrio. "Somos muy entrantes y no tenemos vergüenza, preguntamos lo que creemos necesario", completa Zaida. Los chicos jóvenes de la comunidad se desentendieron por completo del proyecto, y este es el motivo por el cual el grupo de investigación solo cuenta con chicas.
Una de las cosas que más ha sorprendido a las chicas, así como al resto del grupo, ha sido descubrir la valentía de las mujeres gitanas que las precedieron. "Se piensa que la mujer gitana se queda en su casa cuidando de la familia y tiene poco poder, eso no es así, porque la mujer gitana siempre ha estado muy empoderada", dice Talita. Habla de ahora, pero también de los años sesenta y setenta, cuando las mujeres gitanas se iban a hacer las Américas para ganar un dinero y traerlo de vuelta. "Hay mujeres, como la tía Quimeta, que se iban solas a hacer las Américas. Dejaban a hijos y marido y volvían con dinero, eran muy valientes". Cuando habla de la tía Quimeta, una institución en la comunidad, a Talita se le ilumina la cara. "Viajaban en barco durante quince días, muchas de ellas se iban sin saber leer o escribir. Compraban lotes y los bordaban, y en las Américas los vendían. Muchas de ellas se recorrían los países haciendo la venta ambulante".
En la mesa contigua Zaida trabaja, precisamente, en la memoria de sus abuelos: "Ellos se iban a Canarias. Dejaban a mi madre y a mis tíos solos aquí y pasaban temporadas trabajando en Canarias. Allí se hicieron muy amigos de un matrimonio; se quedaban en su casa. Ahora los consideramos primos a todos".
Tener un relato propio y superar el asistencialismo
Además de promover la divulgación de la historia y la cultura de los gitanos y gitanas catalanes, este proyecto persigue crear un relato propio. Y quizás eso sea lo más importante de todo, para Carabutsí: "Hace muchos años que se estudia la historia de las comunidades gitanas, pero siempre lo han hecho los payos", dice César. También para Sam es importante que el relato se empiece a crear desde la propia comunidad gitana. "Debemos tener un discurso propio y explicar nuestra historia. Queremos dejar de ser objetos pasivos para empezar a ser sujetos con relato, ya que siempre han sido los de fuera los que han explicado nuestra historia".
Una de las principales reivindicaciones del colectivo gitano: poder explicar su historia
Esta es una de las principales reivindicaciones del colectivo gitano: poder explicar su historia, dar a conocer su cosmovisión y que se vayan diluyendo los estereotipos de los que a menudo son víctimas. "Los gitanos bailamos, cantamos rumba, pero también hacemos muchas otras cosas. ¿Acaso tenemos que salir siempre identificados de la misma manera? Como todo el mundo, tenemos múltiples identidades. Cuando se nos pregunta por nuestro folklore, se presupone que cantamos y bailamos, pero ¿qué pasa con las otras manifestaciones artísticas? A veces, parece que por ser gitano sólo te puedas dedicar al cante y al baile", dice Sam mosqueado. Y añade: "Por eso queremos empezar a articular discursos en condiciones de igualdad".
Otro e los objetivos que se persiguen con este proyecto de recuperación de archivos históricos es superar el asistencialismo y fomentar el empoderamiento, de ahí que el motor del proyecto sean la cultura y la memoria. Se quiere empoderar a la comunidad. "Conocer el pasado permite plantear el futuro. Sin historia, es imposible crear nada", asegura César.
Un proyecto con muchas patas
Carabutsí mira más allá y, si bien el archivo de la memoria oral ahora mismo es su principal proyecto, Sam García y todo el equipo tiene la vista puesta en dos direcciones: un ecomuseo urbano, el EMUGBA (EcoMuseu Urbà Gitano de Barcelona, que ya tiene sede, justamente en la calle de la Cera) y una serie de rutas turísticas en las que se explique la huella de los gitanos en el Raval, de las cuales ya se han hecho pruebas piloto y han tenido un resultado muy satisfactorio. "Queremos hacer un museo gratuito, interactivo, vivo y sostenible, dentro del marco de la economía social y solidaria. Este proyecto queremos que vaya en dos direcciones: queremos divulgar la historia de los gitanos de Barcelona y queremos continuar investigando. Por otra parte, estarán las rutas, que serán con retorno social [gratuitas, a voluntad]. Hicimos algunas y tuvieron mucho éxito. A través de esta actividad queremos dar a conocer la vida social de los gitanos, la religión o la historia de la rumba catalana. Siempre explicado por nosotros", dice Sam.
César asegura, y no va errado, que es muy difícil de entender el Raval sin tener en cuenta la imprenta gitana. "El museo estará en un lugar emblemático, en la calle de la Cera, debajo del mural. Es un local de protección oficial y nos viene genial que esté en la calle donde nacieron tantas cosas. Queremos que sea un sitio de divulgación de una de las minorías más importantes de Europa, pero también de encuentro para la comunidad gitana". Tienen miedo de que, teniendo en cuenta el proceso de gentrificación que está viviendo el barrio y la capital catalana, la historia de los gitanos se pierda.
De momento, el archivo no está disponible al público y aún no saben cómo harán, ya que no quieren que la información y los materiales se saquen de contexto. Talita, Zaida y el resto de las chicas han conseguido digitalizar, de momento más de 7.000 archivos entre fotografías, casetes y vídeos. También se ha llevado a cabo una exposición, para dar a conocer al resto de comunidad lo que se está haciendo y hacer incidencia en la necesidad de la colaboración de las familias.
Así es como, en tan solo dos años, Carabutsí se ha convertido en un motor del colectivo gitano en Barcelona, con un proyecto ambicioso, bonito y necesario, con una iniciativa de dinamización y preservación de la cultura de la comunidad gitana residente necesaria, tanto para la comunidad gitana como para la no gitana, que lleva demasiados años dándole la espalda al legado de este colectivo. Un relato plural y sincero de una comunidad que lleva más de 600 años en Catalunya y que ha sido invisibilizada y condenada al olvido demasiado a menudo.
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