Este artículo se publicó hace 3 años.
El sector turístico catalán afronta el verano con un optimismo moderado
Las previsiones son mejores en las casas rurales, que prevén igualar los visitantes de 2019, mientras los destinos de playa se encuentran a la espera de la reactivación de los vuelos internacionales.
Barcelona-Actualizado a
Dentro de la excepcionalidad con la que tiñe toda la pandemia de la covid-19, el pistoletazo de salida a la temporada turística de verano se dio el pasado 7 de junio, cuando el Ministerio de Sanidad relajó las restricciones de entrada de visitantes extranjeros, permitiéndoles hacerlo con la pauta de vacunación completa, un test de antígenos o una PCR negativos o el certificado de recuperación, que acredita haber pasado el virus.
En ese contexto, el sector turístico catalán prevé una recuperación lenta en relación a la pasada campaña y algunos operadores ya señalan que comienzan a animarse las reservas, especialmente para los meses de julio y agosto. Los jóvenes y las familias con un poder adquisitivo alto son los primeros segmentos que empiezan a realizar las primeras planificaciones de viajes.
Uno de los primeros termómetros que calibra la evolución el sector turístico lo conforman las agencias de viaje, que ya han detectado entre un 10 y un 20% de reservas. El presidente de la Asociación Corporativa de Agencias de Viaje Especializadas (Acave), Martí Serrate, apunta a una nueva tendencia derivada de la covid-19, en la que "las reservas se hacen con poca antelación por la incertidumbre sobre las restricciones de movilidad".
"Las reservas se hacen con poca antelación por la incertidumbre sobre las restricciones", comenta el presidente de Acave
De hecho, los portales turísticos ya están comprobando que el turista que llegue a Catalunya durante el verano de 2021 será doméstico. En esta categoría también se incluyen a los viajeros de Francia y Portugal, lugares desde donde es posible llegar en tren o en coche.
Las agencias de viajan hablar de una "recuperación lenta y a medio gas, en la que aún habrá de pasar tiempo para alcanzar los registros anteriores a la pandemia". Así, los pronósticos sobre la facturación se sitúan entre un 30 o un 40% en relación a la obtenida en 2019. Por eso, Acave reclama ayudas directas al sector para asegurar la supervivencia de las empresas e insiste en la creación de un fondo de reembolso de bonos como única solución ante el incumplimiento de las aerolíneas.
La conquista del turismo rural
"Las perspectivas son bastante optimistas, ya que cuando se recupere el tráfico de vuelos internacionales, mucha gente se marchará, pero la mayoría se quedará". Es la impresión de Montserrat Coberó, directora técnica de Turalcat, la Confederación del Turismo Rural y el Agroturismo de Catalunya. La entidad vislumbra un cambio de tendencia en la procedencia de las visitas. Si en 2019, más de la mitad de las reservas eran de extranjeros, ahora entre un 90 y un 95% las efectúa el cliente local, proveniente de Barcelona y su área metropolitana.
En una encuesta realizada entre los 500 establecimientos asociados a Turalcat, un 44% de estos sitúa la ocupación prevista en julio y agosto entre un 80% y un 90%. Incluso un 18% confía en colgar el cartel de completo. Asimismo, comparado con el 2019, un 22% de las casas de turismo rural que forman parte de la asociación augura entre un 10 y un 20% más de ocupación.
En 2019, la mitad de las reservas en casas rurales eran de extranjeros, ahora más del 90% son de locales
Coberó cree que "el balance al finalizar el verano será incluso más positivo de lo que marcan ahora las previsiones, ya que la vinculación de los destinos con la naturaleza, la seguridad y un entorno sostenible juegan a nuestro favor". Aunque la responsable de Turalcat asume que los viajes de larga distancia se acabarán recuperando a medio plazo, muestra seguridad en que "los establecimientos de turismo rural hemos ganado una cuota de mercado con la pandemia que antes no teníamos y repetirán muchas familias que descubrieron los destinos de proximidad el verano pasado".
El único pero que afrontan las casas rurales es la prohibición de reuniones sociales de más de diez personas, impuesta por la Generalitat, que limita el margen comercial de algunas casas rurales que para ser rentables necesitan ocupaciones de entre 12 y 15. "Esperemos que flexibilicen estas condiciones", afirma Coberó.
En manos de los vuelos internacionales
En el caso del turismo de playa, las perspectivas no son tan halagüeñas. Pese a que la Federació d’Hostaleria de les Comarques Gironines piensa superar el 80% de ocupación, confían en alargar la temporada para recuperar algo del volumen perdido. La entidad admite que, además del turista de proximidad francés, necesitan el mercado inglés, el alemán o el holandés. "Para trabajar a pleno rendimiento, nos hacen falta los turoperadores, pero estos dependen de la apertura de los vuelos internacionales, que está costando que se reactiven", comenta el presidente de la Federació, Antoni Escudero.
Un análisis similar desarrollan los hoteleros de la Costa Daurada en Tarragona. "Un verano mejor que el de 2020, pero peor que el de 2019", vaticinan desde la Asociació Hotelera Costa Daurada i Terres de l'Ebre. Así, el gremio admite que "entre las expectativas y la realidad existe una distancia muy grande porqué la normalidad absoluta no llegará hasta que los mercados internacionales se abran totalmente". Su creencia es que ese deseo llegará en 2022, por lo que este verano será de transición.
Más allá de los datos, uno de los retos pendientes del sector, devastado por los cierres y las restricciones de la pandemia, es recobrar la confianza del cliente. En ese contexto, ha surgido un nuevo actor, el Col·legi Oficial de Professionals de Turisme de Catalunya (Coptur), que en su manifiesto fundacional reivindica ayudas públicas, formación y proyectos sostenibles y transformación digital para que "el sector turístico vuelva a ser el que era y la gente disfrute de nuevo con los viajes y con el servicio que les ofrecemos".
La oportunidad para enterrar el modelo de la masificación
Catalunya recibió 19,4 millones de turistas en 2019. Una cifra que no se repitió ni el año pasado ni se espera para este. Más allá de la crisis, "dudo de que la volvamos a ver en unos cuantos años" . Esta reflexión de Eugeni Osácar, director de investigación del CETT, la escuela de turismo asociada a la UB sirve para aventurar una tendencia que parece que la covid-19 dejará como herencia: el retraimiento en los viajes exóticos por parte de los catalanes y la menor llegada de viajeros procedentes de fuera de las fronteras europeas.
Osácar percibe a corto plazo un turismo de proximidad que "se mueve por Catalunya o que llega de cualquier parte del Estado español". El experto coincide en las percepciones de los responsables de los establecimientos rurales. "Al ser alojamientos pequeños, con poca capacidad y posibilidades escasas de aglomeraciones, serán más valorados por los clientes que optarán por los espacios abiertos".
Existe el peligro de masificación de espacios naturales, como el Delta de l’Ebre, la Garrotxa o El Montseny
En relación a la llegada masiva de turistas extranjeros, Osácar prevé que "recibamos a franceses, italianos, alemanes y británicos, pero no en las cantidades que hace dos años". Fruto del proceso desigual de vacunación, también se generará un turismo de dos velocidades. Así, inicialmente, Europa será un motor de recuperación y otros lugares como Asia o América Latina tardarán como mínimo un año en vislumbrar la recuperación.
Como consecuencia de la apuesta por los destinos de proximidad, Eugeni Osácar alerta del peligro de masificación de espacios naturales, como el Delta de l’Ebre, la Garrotxa o El Montseny. En este caso, "se daría la paradoja contradictoria de que con el objetivo de centrarnos en lugares sostenibles los convirtamos en puntos de encuentro masificados".
Aprovechando el punto de inflexión que supone la menor llegada de turistas internacionales a Catalunya, el director de investigación del CETT aboga por enterrar el modelo de masificación, diversificando la actividad.
"Se ha demostrado que el monocultivo turístico no es positivo y de momento tendríamos que intentar revertirlo en lugares donde sea posible, como en el caso de Barcelona". Por eso, solicita a las Administraciones que sus actuaciones sean más sostenibles y no estén exclusivamente pensadas en un modelo determinado. Su propuesta pasa por replantear el modelo de turismo necesario para Catalunya, beneficiándonos de que la demanda que lo alimentaba se encuentra en horas bajas.
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