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"En una discoteca no me habría pasado, pero con mi jefe no supe reaccionar"

Una de las profesoras víctimas de abusos sexuales por parte de su jefe, catedrático de la Universidad de Sevilla, relata en primera persona el esfuerzo que le supuso reconocer la agresión y denunciarla. “No pude ser tan fuerte como Teresa Rodríguez”, dice

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Fachada del Rectorado de la Universidad de Sevilla.

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SEVILLA.- Este es el relato de una de las tres profesoras que, según la sentencia del Juzgado de lo Penal número 2 de Sevilla, fueron víctimas de abusos sexuales continuados a manos de su jefe, Santiago R., catedrático de la Universidad Hispalense y decano de la Facultad de Ciencias de la Educación durante 13 años. “Es la historia de David contra Goliat. Yo era una profesora rasa, el último mono, y él era un catedrático de reconocido prestigio dentro de la Universidad”, cuenta Raquel C, la mayor de las tres víctimas.

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Más tarde, él mismo explicaría que fue “una broma de mal gusto”, que estaba de celebración navideña y había bebido algunas copas. Pero la reacción de la sociedad civil tras la denuncia de Rodríguez fue tan encendida que en 48 horas la Cámara de Comercio pasó de una leve amonestación a exigir su dimisión como miembro de la directiva. Fue fulminante. La líder de Podemos se había preguntado qué habría pasado si la víctima hubiera sido una mujer anónima, sin poder, dependiente económica y laboralmente de su agresor, su jefe, en lugar de ser ella, una figura pública, dirigente de un partido político y con cierto peso social. ¿Qué habría pasado? ¿Se habría callado por miedo? ¿Habría tenido que aceptar que la agresión de aquel hombre era normal, una broma?

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