El candidato ha llegado al Congreso acompañado de un ujier, a ritmo lento, pero con mucho entusiasmo por su papel protagonista. Rejuvenecer primaveral del viejo diputado para una moción que a otros protagonistas no parece entusiasmar tanto. Ya en su asiento, prueba de resistencia del micrófono y moción en marcha. Si hablaran los gestos y las miradas, habría otro debate paralelo. A la hora de aplaudir, Tamames se ha guardado las energías para su discurso, que se ha seguido atentamente en la bancada del Gobierno con un punto de estupor. En la réplica del presidente, Tamames ha pasado de indignarse en su sillón, a hacerlo a voz en alto. Ha sido la anécdota de un rifirrafe en el que el candidato ha tenido alguna que otra dificultad de audición de la que se ha percatado Sánchez. Se le ha hecho un poco largo, y eso que aún le quedaba la intervención de la vicepresidenta.

-Redacción-