Aterrizaron el lunes en Torrejón, directos de China, un millón de test rápidos comprados por el Gobierno. Nueva partida envuelta también en polémica. Sanidad reconoce hoy que no podrán ser utilizados de forma rutinaria para diagnosticar la enfermedad. No son fiables, cien por cien, en pacientes recién infectados. Tienen una sensibilidad del 80 por ciento en enfermos que llevan siete o más días contagiados. Por eso, se usarán, ha dicho Illa, en entornos con prevalencia alta de la enfermedad como hospitales y residencias de ancianos. El Ejecutivo de Sánchez no sabe, además, qué va a pasar con el material sanitario procedente de China. Está en peligro el envío de las 640.000 pruebas que adquirió a otra empresa del gigante asiático porque, a partir de ahora, todos los productos que salgan de allí tendrán que tener licencia oficial de venta en Pekín, no bastará con la homologación europea. Lo corrobora, vía Twiter, la embajada de china en Madrid. El objetivo, dice, garantizar la calidad de los suministros que se exporten.

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