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María León: "Me da pena que pueda existir una sociedad con la mente pequeña"
La actriz sevillana estrena 'El Hijo Zurdo' en Movistar Plus+, una miniserie que ha ganado el premio de su categoría en el Festival de Cannes. Con ella, nos sumergimos en una historia basada en la novela homónima de Rosario Izquierdo en la que se entremezclan el neofascismo, los estigmas de clase y el todopoderoso amor de madre.

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"Mi hijo pequeño es zurdo, como yo. Cuando lo descubrí, esa coincidencia me pareció un motivo de celebración. Algo singular nos unía, veíamos la realidad desde ese lado oscuro. Fue oscuro para mí porque así me lo enseñaron, pero no iba a ser oscuro para él. Yo haría de su siniestra perspectiva un lugar luminoso desde el que participar del mundo". Así arranca la segunda novela de Rosario Izquierdo, El hijo zurdo, publicada por Editorial Comba en 2019. Su autora es una socióloga onubense que ha volcado en su literatura parte de sus investigaciones sobre las mujeres, especialmente sobre aquellas que habitan las periferias de las ciudades o entornos rurales. Babelia la describe como una escritora capaz de desplegar con "altura estética" un problema social. Ahora Movistar Plus+ toma el testigo y construye una identidad creativa vanguardista para convertir este texto en una miniserie de seis episodios de treinta minutos que recoge el testigo de Vida perfecta y se ha alzado con el premio a Mejor Miniserie en la sección Short Form de CANNESERIES (Cannes International Series Festival), antes incluso de llegar a nuestros hogares.Esta producción, creada y dirigida por Rafael Cobos, se estrena completa bajo demanda este 27 de abril. "El papel lo aguanta todo o casi todo. Y hay algo peor que la página en blanco: convertirla en imagen sin ilustrarla. Si fue difícil escribirlo, prepárate porque ahora tienes que darle cuerpo sin que se te desfonde entre las manos", ha dicho el ganador de un Goya al Mejor Guion Original por La Isla Mínima y otro al Mejor Guion Adaptado por El hombre de las mil caras sobre su primer proyecto como director, que se ha rodado íntegramente en Sevilla.
La historia arranca con dos madres dolientes en una comisaría de Policía. Proceden de estratos sociales muy diferentes, pero ambas están allí porque sus hijos se han visto involucrados en una pelea con cuchillos y puños de acero. “La gente no distingue el ser malo del tener problemas. Pero no es igual”, reza el libro en el que inspira. El neofascismo no distingue clases y el eterno sentimiento de culpa de sus progenitoras, tampoco. Entre los silencios y el sentimiento de desamparo de esa sala inhóspita, se les escurre sigilosamente una mancha negra que se les pega a las entrañas como el petróleo crudo. "¿Qué he hecho mal para que se tuerza de esa forma?", parecen preguntarse internamente. Una de las dos madres que callan es Tamara Casellas y la otra, María León.
La actriz galardonada con un Goya a la Mejor Actriz Revelación y Concha de Plata en el Festival de San Sebastián por La voz dormida nos conduce por un retrato profundo de la maternidad temprana y las inseguridades que lleva aparejadas, como ya ha hecho en otros proyectos como la reciente Heridas o Marsella. En esta serie, se lleva cinco años con su personaje, pero el espectador es incapaz de recordarlo cuando sus hipnóticos ojos verdes se vuelven a llenar de pena y, por medio de la pluma de una escritora secreta, nos hace reflexionar sobre esa obsesión de los padres porque sus hijos se les parezcan, como si quisieran negar el descomunal acto de libertad que es nacer. Impidiéndoles que rompan el cordón.
Rosario Izquierdo, en su novela, se vale del antiguo estigma de ser zurdo para evidenciar esas ansias que se vierten en los vástagos para tratar de encajar en el esquema normativo y plantea una pregunta incómoda: "¿A quién se parece el hijo zurdo que pega a los hijos de otras madres?". Nosotros, hemos planteado otros muchos interrogantes a la intérprete protagonista en busca de las claves que rodean al que podría ser el mejor estreno de este año.
Acabas de llegar de Cannes con la Palmera bajo el brazo, que supone el reconocimiento del festival a un proyecto vibrante e hiriente que todavía no ha llegado al gran público. ¿Cómo has vivido ese arranque de alfombras rojas y brilli-brilli?
Todavía estamos intentando coger un poco de tierra, porque ya el hecho de ir para allá a presentar la serie nos parecía un sueño, entre tantísima feria y tantísimo talento. Nos parecía imposible que nosotros fuésemos los afortunados. Estoy todavía en una nube. Me siento como si fuera mi primer trabajo. Estamos orgullosos de dónde estamos y de dónde venimos. Hay muchas ganas de presentárselo a la gente.
En cambio, toda esa alegría luminosa contrasta con la oscuridad que impregna esta historia de madres coraje. Rosario Izquierdo hace un descenso a los infiernos junto a sus personajes, Lola y Lorenzo. ¿Has tenido ocasión de conocerla y trabajar tu personaje con ella?
Cuando hablé con Rafael para componer a Lola, me dijo que el libro era increíble y, de hecho, lo tengo en casa. Quiero leerlo cuando pase todo el fervor y yo haya dejado a mi Lola un poquito más tranquila. Entonces aprovecharé y me pondré con él. Rafa me decía que tiene unos tintes muy interesantes, pero que podían individualizar un conflicto tan interno como es la maternidad. Él cogió el aroma del libro e hizo una versión completamente libre. Por eso he preferido no leérmelo todavía y no tomar ninguna referencia salvo, por supuesto, el consejo del director. Tengo ganas de pillarlo e investigar de dónde nació esta Lola con la que he tenido oportunidad de pasear, pero en este caso, mi deber era de verme fiel al idioma que ha creado Rafael y entrar en la propia intimidad del director, que era la que tenía en mis manos, no la de la autora.
Ella ha dicho que ni su obra ni la serie están concebidas como mero entretenimiento. Considera que es un producto arriesgado y que se acerca mucho al cine de autor. ¿Cómo lo ves tú? ¿Te importa no ser complaciente con el espectador?
No, en absoluto. Creo que no ser complaciente con el espectador es hacerlo realmente inteligente. Este es el tipo de ficción que nos merecemos en este país. Es importante tener la opción de elegir, de pensar y de decidir sobre lo que estás viendo. Si te lo dan todo marcado, diciéndote lo que tienes que pensar, acaba por hacerlo todo un poquito más pobre. Elegir esa otra opción es realmente un regalo para el público.
Este papel no es la primera interpretación en la que te pones en la piel de 'malas madres', si es que esa etiqueta vale. Marsella y Heridas también profundizan en el retrato de mujeres que, con todas sus imperfecciones, aman a sus hijos y lo hacen cómo pueden. ¿Crees que ya va tocando desmitificar la maternidad?
Ya es hora, sobre todo, de reivindicar que el hecho de ser madre no te tiene que limitar a hacer una única cosa. Las madres son mujeres y nosotras tenemos la capacidad de ser muchísimas cosas a la vez. El hecho de ser madre no tiene que anularte como persona. Puede que te meta dentro de un traje, pero tu traje puede seguir siendo de fantasía.En esta serie hablamos de una madre y, detrás de ese retrato, siempre hay una persona, independiente de ese vínculo. Todas las madres tienen un alma terrenal que no tiene que ser idéntica. Somos diferentes. Esa mujer, Lola, viene de un lugar, de una familia y de una sociedad que afectan sobre cómo se desarrolla finalmente la comunicación con ese niño suyo. Empecemos por ahí. A mí me gusta que haya muchos temas para abordar la maternidad, porque eso quiere decir que estamos hablando de muchas mujeres y visibilizándolas.
La narración se sirve del viejo estigma de ser zurdo para reflejar la tendencia social a sofocar cualquier rasgo de libertad individual que nos haga distintos. Ante eso, tu personaje verbaliza en unas líneas de guion que "lo normal no es lo mejor, solo lo más frecuente". ¿Pueden contribuir el sector audiovisual a desarraigar ese precepto de que, si no queremos terminar en páramos sombríos, no nos queda otra que ir por el carril?
La cultura nos da herramientas para poder abrir muchas ventanas y mirar por ellas. Por eso el cine, las series y la ficción, en general, son tan importantes. Tenemos el poder de dar instrumentos a la sociedad, que el público se sienta identificado con los personajes y vea que no hay una manera de hacer las cosas, sino que hay muchos caminos. El ser diferente no es algo malo, significa que contamos con la libertad de vivir con la autenticidad que tenemos todos los individualmente. Permitírtelo es crecer. Si tú creces y lo muestras, le das también la oportunidad al que te ve de tener esa opción. Tenemos que contar con referentes que nos sirvan de ejemplo y muchos de ellos nos vienen a través de del cine. Esta profesión a la que nos dedicamos es importante, aunque fuera solo por eso. Movemos la cultura y eso es algo que debemos darles a nuestros hijos, pero también a nosotros mismos.
Ser igual que todo el mundo e ir por un mismo carril, lo único que hace es que tengas una mente muy estrecha. Siempre se ha señalado al que se diferencia porque hay miedo, pero en ese cara a cara, el que señala es siempre la persona más pobre por dentro, el que tiene más temores. Es muy fácil atacar cuando estás asustado. Antes de ponerle una etiqueta al otro, hay que aprender a entender qué es lo que nos está sucediendo.
Esta ficción habla también de desamparo en un simil precioso con aviones que no tienen dónde aterrizar. Sin embargo, surge un refugio inesperado entre Maru y Lola. ¿La sororidad puede salvarnos cuando caemos en la penumbra?
Pues sí. Unirnos es, en general, un ejercicio que no estamos acostumbrados a hacer. No sé si es por los tiempos, si es por el COVID, pero creo que es importante crear una red de seguridad entre todos, escucharnos y hacernos oír, porque somos lo mismo. Nazcas de donde nazcas, formes parte de la clase social que sea, te identifiques como hombre o mujer, al final, da la casualidad de que todos estamos hechos del mismo material y los dolores de barriga nos molestan en el mismo sitio. Tenemos que empezar a aprender que esa hermandad tiene que estar en todo, pero me parece que se está perdiendo a pasos agigantados y creo que es lo que tenemos que recuperar. Ese vínculo hace al pueblo mucho más fuerte.El perfil del padre recuerda, en cierto modo, al primer largo de Jota Linares. En Animales sin collar, nos encontramos a un político de izquierdas que ha ganado las elecciones haciendo bandera de su lucha por los más desfavorecidos y ve amenazada su carrera por un oscuro secreto. Aquí, una vez más, se pone sobre la mesa la lucha entre la protección del ámbito privado y la proyección en los partidos e instituciones públicas. ¿Temes que se pueda descontextualizar ese retrato literario y se extienda a la categoría de juicio moral a la política progresista?
No. Yo confío en que la gente es inteligente y quien no sepa leer entre líneas, lo único que me da es pena. De miedo, nada. Fíjate que, en cambio, sí que me da lástima que pueda existir una sociedad con la mente tan pequeña. Quiero pensar en que mi sobrina y las generaciones que vienen se van a encontrar con un lugar más abierto, más luminoso, donde hay un poquito de esperanza. Ahí le doy las gracias a Movistar Plus+, porque muy pocas plataformas se arriesgan a hacer proyectos tan íntimos y tan indies. Éste incluso tiene un puntito punki.
Aparentemente, no es una serie comercial. Respira un aire diferente desde la propia banda sonora, a cargo de Julio de la Rosa. ¿Hay también, en esa estética musical, una declaración de intenciones?
Le da un barniz, sí. Rafa utiliza también este lenguaje como una capa más de la narrativa. No estamos acostumbrados a que la música sea parte de la historia y hasta Euphoria no vimos esta técnica aplicada a la narrativa del guion. La historia del personaje se va contando con la fotografía, pero también con las canciones que la acompañan. La retama, de Bronquio y Nita, es el corazón de Lola y, gracias a temas como ese, la gente no se baja del carro, sigue acompañándola. La serie lleva música de Rocío Márquez, Dalila y gente súper moderna que le dan un rollo muy actualizado.Es cierto que Rafael ha planteado un proyecto muy personal, pero estoy segura de que, como hemos podido comprobar en Cannes, tiene la capacidad de llegar a todo el mundo. Se plantean temas universales con los que cada uno de nosotros podemos llegar a empatizar. Es curioso que están contados desde un sitio tan pequeño como Sevilla, pero alcanzan una dimensión cosmopolita. El festival la ha elegido entre todas las series cortas por ser un formato moderno, muy fácil de ver. La pueden disfrutar mi madre, mi tía y mi sobrina, pero al mismo tiempo tiene algo intelectual que no se te escapa, una manera propia de llevar su mensaje y ese pasito más allá es lo que la diferencia.Yo estoy como una niña chica, no te voy a engañar. Hace años que no tenía tantas ganas de hablar de un proyecto y me siento orgullosa. He puesto mi corazón y nadie sabe el calor que he pasado, ni el corazón que le he puesto a esto, pero independientemente de eso, me parece una maravilla lo que el equipo ha conseguido. A partir de ahí, solo queda que la gente lo vea y le llegue.