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Varias denuncias ponen de manifiesto los problemas a los que se enfrentan las personas con movilidad reducida
Agencia Atlas
Una bacteria hospitalaria dejó a Cristina hace cuatro años sentada de por vida en una silla de ruedas, que para ella no es una limitación. Esa es su filosofía de vida, aunque las ganas a veces chocan contra la realidad. Durante un concierto necesita ir al servicio, pregunta y no los hay adaptados. Pasan 45 minutos y con el pañal empapado consigue poder cambiarse en un despacho, lo que para ella supuso una humillación. Sensación parecida la que vivió Lucía en otro concierto. En el escenario su ídolo, Aitana, pero la zona habilitada para personas con discapacidad no puede estar más lejos. Pero no solo en un concierto. En el cine, ella y otras muchas personas se sienten discriminadas. La primera fila es el único lugar habilitado para ellos, pero no hay cuello que aguante dos horas de película y su padre la sube como puede a una fila normal, inaccesible para una silla de ruedas.
-Redacción-