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Silencio y griterío pop en la revolución

Un respetable sector del llamado pop 'indie' del país es de derechas

KIKO AMAT

Por primera vez en décadas, los músicos pop de este país se han pronunciado para algo que no fuese un tema lejano que jamás iba a salpicar sus carreras (hambre en África, 'Ay Haití', etc.) o un tema semi-abstracto y generalista en el que casi todo el mundo iba a estar de acuerdo de todos modos (el austero 'No a la guerra' del 2003 contra la política bélica de Aznar, por ejemplo).

En esta ocasión el paso adelante era peliagudo, pues se trataba del movimiento 15-M y las propuestas de cambio de éste, y todo aquel que tomó parte en el debate respondiendo a preguntas para la prensa, esparciendo el mensaje, rebotando twitts organizativos conocía de antemano los peligros inherentes a tomar partido en este país. La posibilidad de una respuesta de histerismo reaccionario de la derecha (la sempiterna alarma demente por si acontece una nueva quema de conventos y seminarios) quizás fuese la motivación principal del mutismo ártico y terrible que descendió sobre un amplio sector del pop nacional. Pero los muchachos con guitarras que sí dijeron mu en el amanecer 15-M no fueron pocos, y el alcance de su colaboración no puede ser tenido a menos.

Aún esperamos la adhesión de un izquierdista como Jota (Los Planetas)

Conocidas son las declaraciones de fidelidad y pertenencia al 15-M posiblemente onerosas que efectuaron artistas mainstream tan consolidados como Nacho Vegas, Kiko Veneno, Bunbury, Amaral o Christina Rosenvinge. Pero otros artistas menos multitudinarios también pusieron su grano de arena en el boca-a-boca mayestático que hizo un éxito las acampadas en Sol y Plaça Catalunya y el 19-J.

Grupos como la Habitación Roja o el madrileño Wild Honey, por nombrar solo dos, dejaron bien claro desde el primer momento su adhesión a la marea de 'indignados'. En Catalunya, muchos grupos indie, pop y punk como Thelemáticos, ¡Pelea!, Aias, Astrud, Nueva Vulcano, Tarántula, Joe Crepúsculo o La Bien Querida se dejaron ver desde los primeros días en las manifestaciones, sin esconder en absoluto su compromiso con las ideas de radical renovación democrática del movimiento.

Otros, como Manel, pasearon ocasionalmente por las acampadas, aunque se echó de menos que un grupo que goza de su envidiable plataforma divulgativa no difundiese el mensaje de forma masiva e inequívoca. Quizás no se vieron suficientemente reflejados en la aglutinante heterodoxia política del 15-M. O quizás, por desgracia, temieron ocasionar cardiopatías en la multitud de fans que les siguen sin por ello dejar de votar CiU o ERC. Es difícil asegurarlo.

Un respetable sector del llamado pop 'indie' del país es de derechas

Y asimismo, si he de serles franco, personalmente esperaba algo más. No hacía falta que ningún rockero se precipitara bajo las ruedas de las furgonetas policiales, ni que se prendieran fuego a lo bonzo ante el Parlament, pero alguna declaración de disenso desde las múltiples atalayas de predicación que tienen a su alcance artistas de amplio seguimiento como Love of Lesbian, Estopa o Los Planetas aún esperamos palabras de adhesión de un conocido izquierdista como Jota hubiese resultado útil.

Quizás esté pecando de ingenuo, pero así como tenía asumidísimo que escasos actores iban a dar la cara por el 15-M, me esperaba un poco más del pop catalano-español. Su afonía no ha sido en absoluto total, pero su militancia ha sido digámoslo claro tirando a comedida.

Con todo, merece la pena recalcar el paso adelante de protesta

¿Cuál es la explicación de la súbita ronquera que ha aquejado de repente a una parte importante del pop nacional, entonces? Una explicación plausible sería que un respetable sector del llamado 'pop independiente' del país es, simplemente, derechista. En ese sentido, las recientes declaraciones de la cantautora Russian Red, que se declaró literalmente 'de derechas', quizás sean indicativas de una mayor preponderancia pop-conservadora de la que imaginábamos.

Y lo sorprendente de esto es, sin embargo, lo poco sorprendente que resulta. Sin ir más lejos, a finales de los noventa no se ignoraba que un amplio lunatic fringe del bien llamado 'tontipop' castellano era fieramente neocon, por no decir de ultraderecha. Tal vez este no sea el caso actual, pero sí es inevitable asumir que el mutismo ensordecedor de la mitad del pop hispano se debe a un intento de nadar y guardar la ropa profesional, y no vayamos a molestar a ningún gerente de macrofestival con todo este despropósito de los indignados.

Y con todo, merece la pena recalcar que un paso adelante de protesta desde las filas del indie y el pop como el que se ha visto parecía impensable hace tan solo un par de años. Y ese es, indudablemente, un punto desde donde empezar a trabajar para conseguir mayor cobertura. Pero queda aún mucho que hacer, popistas.

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