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Choque de ánimos

Los rivales de España se enfrentan en Salzburgo

HUGO JIMÉNEZ

“Estoy muy feliz. Tengo una mujer y una familia maravillosas. Además, soy campeón de Europa y no tengo por qué estar preocupado”. Cómico, cercano y aparentemente sin presión, así se presentó ayer Otto Rehhagel en su comparecencia ante los medios de comunicación. Corren buenos tiempos para Grecia, y así lo transmite su entrenador. Lejos de asustarse ante la posibilidad de ser el primer seleccionador de la historia en conseguir consecutivamente dos campeonatos de Europa, cede el protagonismo. “Sé de la dificultad que conlleva volver a repetir el éxito de Portugal, pero antes de la pasada Eurocopa estoy seguro de que tampoco elegisteis a Grecia como favorita. Confío en lo que mi equipo es capaz de hacer y ellos también”.

Un sentimiento recíproco para los jugadores griegos, que le señalan como responsable de los éxitos acumulados. “Otto es genial. Más que un entrenador, es un amigo para nosotros”, decía ayer Seitaridis. “En los años que lleva con Grecia, Rehhagel ha conseguido que este grupo sea una familia”, sentencia Basinas.

La cruz de la moneda es Suecia, que se presenta al encuentro inaugural como una familia peleada por una herencia y con la estrella del equipo, Ibrahimovich, dudoso de aguantar los 90 minutos. “Slatan jugará de inicio, pero no creo que pueda aguantar los todo el partido”, subrayó ayer Lagerback, técnico sueco. La semana no ha sido tranquila. Las sugerencias de Ibrahimovich sobre el papel que deben jugar los jóvenes valores como Sebastian Larsson no han sido recibidas de buen grado por algún peso pesado, como Ljungberg. La guerra comenzó en el Mundial 2002, siguió en la Liga alemana y puede tener su continuación en Austria y Suiza.

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