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Maverick no tiene edad ni para champán

El español vence en 125cc a sus 16 años

ALBERTO CABELLO

Mientras Nico Terol y Efrén Vázquez agitaban la enorme botella de champán, Maverick Viñales se encogía de hombros en el cajón más alto del podio a la espera de que que alguno de sus compañeros le diera por hacerle partícipe de la fiesta y empaparlo con algo de la burbujeante bebida. Su edad no le permite todavía acercarse al alcohol para celebrar los triunfos. Y todavía tendrá que esperar casi dos años. A sus 16 años, y en su cuarta carrera en el Mundial, logró su primer triunfo.

Es una plusmarca de precocidad. Ningún español había conseguido la victoria a una edad tan joven. 'Es el momento de que no se nos suban los humos porque este circuito se nos ha dado muy bien, pero llegarán otros que no se nos den tan bien', comentaba prudente el piloto nada más bajarse de la moto.

El director deportivo del Bankia Aspar Team, Gino Borsoi, dijo hace unos días que a Nico Terol habría que ponerle una televisión en su máquina para que no se aburriera en las carreras. El valenciano sintonizó el canal Viñales. El ganador de las tres primeras pruebas del campeonato intentó marcar diferencias desde la primera curva. Esta vez tuvo una lapa incrustada a su rueda trasera.

Juntos, Terol y Maverick, jugaron al gato y al ratón

Juntos, Terol y Maverick, jugaron al gato y al ratón. Se invitaron una y otra vez a pasar a la primera posición. La diferencia entre un piloto con cien grandes premios de experiencia y otro de sólo cuatro no se percibió en ningún momento. Terol apretó a tope para despegarse del niño prodigio, pero todo fue inútil. Llegaron abrazados hasta la última vuelta.

En ese momento tenía la cabeza de carrera el valenciano hasta que cometió un error. Trazó demasiado abierto una curva y ahí apareció Maverick para aprovechar el carril. Su equipo se echaba las manos a la cabeza. Le habían insistido en que el segundo puesto ya estaba más que bien. Pero nada. Ya se le escapó el podio por dos milésimas en Estoril y esta vez el segundo puesto ya no le era suficiente. Quería ganar y lo hizo. Celebró a lo grande esa experiencia nueva de vencer en el Mundial. Eso sí, con agua.

Después de tres caídas consecutivas en su estreno en Moto 2, a Marc Márquez le habían pedido sosiego. Que lo mejor para quitarse las dudas era terminar una carrera. Todavía está en pleno proceso de aprendizaje en la nueva categoría. Todavía, por ejemplo, tiene mucho que mejorar en las salidas. Volvió a retrasarse varios puestos después de otro mal arranque. Le tocó remontar como en Qatar. Si en el desierto se fue al suelo, en LeMans encontró el oasis de la victoria, la primera en Moto 2.

Emilio Alzamora le pidió en la pizarra sentido cuando se enganchó otra vez a la cabeza y andaba entre el cuarto y el quinto puesto. Sin embargo, una cosa es la pizarra y otra hacerle caso. Márquez no es de esos que obedecen sin rechistar las órdenes desde los boxes. Si ve hueco, va por el adelantamiento. Si ve la victoria cerca, la pelea. Y allá fue el joven catalán a por Luthi, Simón y Takahashi hasta encontrarse con el líder del Mundial, Stefan Bradl. También lo pasó. La carretera ya estaba libre. Todo eso ocurrió cuando unas gotas empezaron a caer sobre el circuito. Los boxes se movieron nerviosos ante el inicio de la llovizna. El desconcierto favoreció a Márquez, que se despegó de sus contrincantes. En media vuelta, ya les había metido medio segundo.

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