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Vettel pasa la aspiradora

El alemán domina de principio a fin la primera cita india y logra su undécimo triunfo de la temporada

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

Fiel a su carácter alemán, Vettel no se deja deslumbrar por el oropel de sus dos títulos mundiales. El hijo de un carpintero es de los primeros en llegar cada día al circuito y de los últimos en irse. Nunca tiene prisa. O sí. Cada vez que se pone al volante le gusta pasar cuanto antes bajo la bandera de cuadros y, a ser posible, el primero. Ayer, sobre el nuevo y polvoriento trazado de Buddh, logró el undécimo triunfo del curso por delante de Button segundo y Alonso tercero, los dos únicos pilotos que en 2011 han honrado la inalcanzable jerarquía del campeón.

Como quien pasa la aspiradora rutinariamente en pijama un domingo por la mañana, Vettel, lejos de sufrir como el resto las incomodidades de un asfalto sucio y deslizante, se dio ayer el enésimo paseo. Mientras los demás apretaban los dientes para sortear las trampas de arena que acechaban en cada curva, el Red Bull parecía succionar a su paso el polvo con la proverbial eficacia de un electrodoméstico germano.

Button y Alonso son los dos únicos que honran la jerarquía del campeón

Sebastian dice despreciar las estadísticas, pero lleva camino de batir todos los registros históricos contabilizados en un solo Mundial y, por si acaso, ayer se apuntó el primer Grand Chelem (victoria, pole, vuelta rápida y líder de la carrera de principio a fin) de su carrera en F1. Salió como siempre, a cielo abierto desde la primera posición, rodó cual reloj y cerró las 60 vueltas marcando dos últimos giros consecutivos más rápidos que nadie. Limpio y seguro. Una máquina de precisión única.

Button y Alonso, en cambio, sudan cada milésima que arañan. Sobre todo el español. Es evidente que McLaren dio hace meses el salto de calidad que le coloca en el segundo escalón de la parrilla, pero lo de Ferrari sigue siendo una agonía. Una permanente invitación a la heroicidad del asturiano en la salida que, como cualquier maniobra arriesgada, no siempre sale bien.

Ayer, el Ferrari, tercero en parrilla, arrancó bien, muy bien, pero Button no le fue a la zaga y, como partía segundo, llegó con ventaja a la primera curva. Ansioso, Alonso buscó el exterior, una zona sucia y prohibida de antemano. Pagó su osadía perdiendo tracción y no sólo fue incapaz de adelantar al inglés, sino que se vio superado por Webber e incluso tuvo que enseñarle los dientes a Massa, su pusilánime compañero, que amagó con encontrar también un agujero por el cual colarse.

Alguersuari, octavo, se afianza como primer piloto de Toro Rosso

A partir de ahí, lo de casi siempre: Vettel, a lo suyo, corriendo contra el aire limpio; Button, exhibiendo un ritmo impecable, fino y meritorio que le aproxima a un subcampeonato para el que a comienzos de temporada no contaba; y Alonso, intentando intimidar a todo un Red Bull, el de Webber, mientras, de paso, esperaba los cálculos desde el muro para intentar arrebatarle al australiano la última plaza del podio en una parada perfecta. Así fue. El ovetense le sacó el jugo que no tiene a su Ferrari para seguir la huella de Mark y la Scuderia, cada vez más exigida por el buen trabajo de su primer piloto, planificó con tino el cambio de neumáticos y en la vuelta 40 el bólido rojo regresó a la nebulosa pista india en tercera posición.

Por detrás, Alguersuari completó otra carrera excelente. Saliendo octavo supo nadar entre el mar de tiburones sangrientos en que se convierte la zona media del pelotón cada vez que se apaga el semáforo rojo, cuidó las ruedas, dosificó los tiempos y acabó en una excepcional octava posición. Esta plaza, unida al abandono de su compañero Buemi, le permiten sacar aún más la cabeza como orgulloso líder de Toro Rosso de cara a su futuro en el circo de la F1. Además, Massa y Hamilton prolongaron su guerra eterna. Una de las batallas menores con las que entretenerse mientras Vettel pasa el aspirador.

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