Pato confinado

Edulcorantes controvertidos: 'probablemente seguros', pero no está de más la precaución

Edulcorantes controvertidos: 'probablemente seguros', pero no está de más la precaución
Foto: congerdesign/Pixabay.

Saltaron las alarmas con un producto alimentario: un estudio ha relacionado el eritritol con la posibilidad de que aparezcan ictus o infartos. Los edulcorantes amplían de este modo su leyenda negra, especialmente con este en cuestión, porque es uno de los más usados.

Según la investigación, publicada en la revista Nature Medicine, y liderada Clínica Cleveland (Ohio, Estados Unidos), las personas que tenían niveles más altos de eritritol en sangre presentaban una mayor probabilidad de sufrir un impacto cardiovascular. El estudio apunta a una activación de la función plaquetaria, lo que favorecería la formación de coágulos o trombos en la sangre.

Algunos expertos han puesto en cuestión este estudio, pues lo consideran poco armado desde un punto de vista científico (se utilizaron, dicen, cantidades del edulcorante muy superiores a las utilizadas por los usuarios, 30 gramos diarios en algunos participantes, y la población objeto del estudio ha sido pequeña, con 1.157 personas seguidas durante tres años). Otros, en cambio, lo defienden y dicen que debería invitar a la reflexión.

Con los edulcorantes estamos como en un punto entre dos aguas. Están considerados seguros por todas la agencias de seguridad alimentaria, pero tienen mala percepción popular, falta investigación, y hay mitos a su alrededor; por otro lado, son eficientes sustitutos del azúcar- sustancia de la que no existen tantas dudas sobre sus potenciales peligros- y pueden ser utilizados por personas con diabetes (el eritritol no produce picos glucémicos). No aumentan el nivel de azúcar en la sangre y no aportan calorías.

La ciencia sigue investigando estos sucedáneos. Otros estudios habían relacionado con anterioridad la sacarina, la sucralosa o el aspartamo, con el riesgo cardiovascular, pero sin resultados concluyentes. Muchos de estos informes se basan en el principio de correlación, que no implica siempre causalidad. Y a estas alturas, solo podemos decir que la comunidad científica pide calma, es todavía necesario profundizar con nuevas investigaciones.

Los mismos autores del estudio apuntan a que encontraron "una asociación", no una prueba de que este edulcorante facilite la coagulación. Los participantes en el estudio presentaban además, por sus propias patologías, un riesgo cardiovascular intrínseco.

De todos modos, este estudio solo analiza un edulcorante y no sería en principio extrapolable al resto de sustancias de esta familia (los edulcorantes no calóricos). Y regresamos en este punto del texto al meollo del asunto: la gente usa los edulcorantes para huir del azúcar, especialmente el libre y añadido, y entonces los posibles riesgos de los edulcorantes deben valorarse en función de los riesgos conocidos del exceso de la glucosa. El abuso del azúcar sí está relacionado con la diabetes, enfermedades cardiovasculares, y la obesidad. Así que el escenario actual es el de una sustancia dañina frente a una sustancia 'acaso' dañina también.

El reglamento 257/2010 de la Unión Europea tiene aprobados 19 edulcorantes en el mercado. Se utilizan en muchos productos de la industria (es la base de que esa bebida o mermelada sea poco calórica a pesar de su potente dulzor). Todos están considerados como seguros por las autoridades de Bruselas.

El eritritol forma parte de la familia de los polioles, alcoholes de azúcar presentes en frutas y plantas, como el abedul, y cuyo efecto negativo más destacado hasta ahora era el de su naturaleza laxante. Aparece como E-968.

De momento, con los datos que tenemos sobre la mesa, y a expensas de que la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) haga nuevas valoraciones, no se puede decir que los edulcorante no sean seguros. Pero son necesarios estudios a más largo plazo, que tomen como punto de partida a personas sanas, dicen los expertos, y los nuevos datos que acaban de aparecer.

Hasta ahora, revisiones sistemáticas, como la publicada por Nutrimedia, de la Universidad Pompeu Fabra, habían llegado a la conclusión de que es "probablemente falso" que los edulcorantes sean "prejudiciales para la salud", mientras que sí que habían mostrado beneficios, aunque moderados.

"La evidencia disponible muestra que el consumo de edulcorantes no calóricos, en sustitución de azúcares, mejora ligeramente el control metabólico en los enfermos diabéticos, tanto de tipo 1 como de tipo 2", rezan en el informe, donde también apuntan que reduce el peso "ligeramente" cuando se utiliza en sustitución del azúcar. Y añaden: "La evidencia disponible muestra que es dudoso que el consumo de edulcorantes no calóricos favorezca el desarrollo de neoplasias (cáncer), puesto que la certeza de la evidencia es muy baja debido a serios errores metodológicos".

Estamos en el campo de las evidencias, porque así es la ciencia: avanza estudio tras estudio. Muchas de las investigaciones que apuntan a los efectos negativos de los edulcorantes o se sustentan en modelos animales o en estudios observacionales (no concluyentes). Y siempre existe la dificultad en estos casos de encontrar el necesario nexo de causa-efecto.

Esto no significa que en un futuro, si se realizan estudios más exhaustivos, se puedan encontrar evidencias más sólidas. Pero tampoco significa que en estos momentos haya una situación de alarma o una recomendación clara para evitar el consumo.

Según los datos publicados, no parece que estamos en un punto de decisión inequívoco. Quizás, si acaso, en el de utilizar el principio de precaución: no abusar de estas sustancias y nunca superar las unidades de consumo diario establecidas. En realidad, este principio debería aplicarse a cualquiera ámbito de la nutrición e incluso de la vida misma.

Cosa distinta es que hay nutricionistas que consideran que los edulcorante no son recomendables igualmente, más allá de sus efectos directos en la salud o su seguridad. Se cree que su uso continuado puede aumentar el umbral del dulzor, es decir, habituar al organismo a todavía más dulce.

Son usados en los ultraprocesados, cosa que los hace irresistibles para nuestro paladar. Esto puede generar un efecto rebote: al acostumbrar a nuestros sentidos a este atractivo dulzor podemos empezar a desdeñar aquellos alimentos que son menos dulces y más saludables y nutritivos.

Es decir, si sobreestimulamos nuestros receptores del azúcar podríamos limitar nuestra tolerancia a otros sabores más complejos o 'pobres' haciendo que recurramos en mayor medida a los ultraprocesados. Es un fenómeno parecido a lo que ocurre con la sal, donde la educación del paladar es básica para conseguir reducirla.

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