Punto y seguido

Occidente premia al general-momia Al Sisi por sus diez años del terror

En París el presidente del Consejo Europeo Charles Michely el presidente de Egipto Abdel Fattah Al Sisi reunidos en el marco de la 'Cumbre para un nuevo pacto financiero mundial'. -DARIO PIGNATELLI / Europa Press
En París el presidente del Consejo Europeo Charles Michel y el presidente de Egipto Abdel Fattah Al Sisi reunidos en el marco de la 'Cumbre para un nuevo pacto financiero mundial'. -DARIO PIGNATELLI / Europa Press

El 14 de diciembre de 2020, cuatro días después de que Emmanuel Macron, el presidente de la república francesa de 'Liberté, Égalité, Laïcité', le pusiera la máxima medalla del Estado, la Légiond' honneur, al déspota islamista egipcio Abdelfatah Al-Sisi. El escritor italiano Corrado Augias, otro galardonado con esta distinción, la devolvió en protesta: su compatriota, el estudiante de 28 años Giulio Regeni, ha sido solo una de las decenas de miles de personas secuestradas, encarceladas y torturadas por los agentes del monstruo que hoy gobierna el país africano. En 2016 Giulio, que estaba realizando un trabajo sobre los sindicatos egipcios, fue arrestado y un mes después su cuerpo acuchillado fue hallado en una carretera en las afueras de El Cairo. Tenía las costillas y los dientes rotos, marcas de quemadura de cigarro por todo el cuerpo y los genitales electrocutados. Él no es más que la punta de iceberg de un terrorismo ejercido desde el Estado.

"El rango de los valores religiosos es mucho más alto que los valores humanos... son santos y están por encima de todos los demás valores", así justificaba el déspota de El Cairo las barbaries medievales que ha organizado en el país -y sobre todo en sus cárceles que acogen a cerca de 60.000 presos políticos- ante un Macron que con timidez aparentaba defender los derechos humanos, sin perjudicar la venta de las armas que son usadas contra los mismos humanos. Los occidentales izan su bandera de derechos humanos solo contra aquellas dictaduras que no estén en su órbita.

Primero expulsó a las mujeres de la revolución

Se cumple una década desde el golpe de Estado del hombre que fue ministro de Defensa de Egipto contra su presidente Mohamed Morsi, jefe de los Hermanos Musulmanes (HM), la organización de extrema derecha sunnita más poderosa del mundo y próxima al Partido Demócrata de EE. UU. Aquella acción destrozó el invento de la ingeniería de un Barak Obama que no salía de su asombro por tal atrevimiento, pues, dos años antes, el presidente de EE. UU. dirigió el secuestro 'la Revolución de Tahrir' y su imposible Primavera en el país que es vecino de Israel:

- Designó, el día 4 de agosto, a Robert Ford como el nuevo embajador de EE. UU. en El Cairo. Este tipo, junto con John Negroponte, un criminal de la CIA experimentado en El Salvador, crearon en Irak ocupado los Escuadrones de muerte chiita y sunnita con el fin de provocar una guerra civil, y así completar la destrucción social del Irak colonizado. Una vez conseguido el objetivo, Ford fue enviado en 2011 a Siria para hacer lo mismo: su aterrizaje en su nuevo destino coincide con los atentados con coche bomba y el sabotaje de las protestas populares -que de repente se volvieron violentas- contra la dictadura de Bashar al Assad y sus políticas neoliberales. Aquí monta una "primavera" de falsa bandera, desmantelando el segundo estado árabe, después de Irak, a través de los mercenarios del Pentágono reclutados en la empresa privada del Estado Islámico, alias Al-Qaeda, alias Yihadistas. Y ¡de repente aparece en la capital del tercer estado árabe: en El Cairo!


- Divide en dos a Sudán (el país más grande de África y de mayoría musulmana), vecino de Egipto, por si no puede mantener el control sobre el país de los faraones. ¡Ni Palestina, ni Sáhara, sino es Sudán del Sur el que se convierte en el último Estado reconocido por la ONU!

Sin embargo, Obama no contaba con que los wahabíes de Arabia Saudí no iban a permitir ni a la superpotencia instalar en el país árabe más poblado a los rivales, los HM: les costó solo unos cuantos miles de millones de dólares para patrocinar el golpe de Al Sisi y encerrar a Morsi.

Obama tuvo que pasar por las mismas fases que transita una persona que recibe una impactante noticia: ira, negociación, depresión y aceptación. Tuvo que hacer malabarismo para (no) reconocer aquel golpe de Estado.

Aunque al principio, un importante sector de la sociedad egipcia, incluso los grupos progresistas, temeroso de que en su país sucediera lo que con la Revolución democrática iraní del 1978 (también abortada por EE. UU. -Europa, quienes instalaron el yihadismo chiita profundamente anticomunista en el país frontera con la Unión Soviética), padeció el síndrome de Estocolmo y respaldó al "Salvador de la Nación", o sea, el mariscal Al Sisi, del yihadismo medieval de Morsi. Pronto se dará cuenta de que el régimen de los militares es una copia simple del régimen que los Guardianes Islámicos jomeinisas -aunque con los líderes religioso de retaguardia-, Dar al-Ifta de Egipto (la máxima autoridad religiosa del país), al igual que los ayatolás chiitas, tacha a los disidentes como "no creyentes" que merecen ser eliminados. Los egipcios no se acordaban (por eso de "organizar el olvido" desde los medios de comunicación reaccionario) de que fue el aficionado al dictador quien propuso, en el abril de 2012, realizar "pruebas de virginidad" a las mujeres manifestantes en la plaza Tahrir, con el fin de difundir el terror entre ellas y vaciar las calles de la mitad más oprimida, igual de ilusionada, de la sociedad egipcia en aquel momento.

¿Por qué EE. UU. no critica a Al Sisi?

De candidato, Biden prometió que, si era elegido presidente, "no habría más cheques en blanco para el 'dictador favorito' de Trump", el general Al Sisi. Pero, mintió, al igual que sobre la recuperación del acuerdo nuclear con Irán o convertir al príncipe asesino de Arabia saudí Mohammad Ben Salman "en un paria". Es más, lo primero que hizo fue aprobar la venta de misiles a Egipto por el valor de 200 millones de dólares.

Aquí, algunos motivos:

- Desde 2014, la Doctrina del Regreso a Asia otorga la prioridad en la política exterior de EE. UU. a contener a China. La tarea de proteger sus intereses en Oriente Próximo ha sido asignada a Israel.

- Hace del gendarme del Mar Rojo, protegiendo la posición privilegiada de EE. UU. en estas aguas. Washington le ha otorgado al país africano el mando de la Fuerza de Tarea Combinada 153 de EE. UU. (con sede en Baréin), una de las cinco fuerzas de acción rápida marina del Pentágono, cuya misión es el control sobre el Mar Rojo, Bab al-Mandeb y el Golfo de Adén.

- Contiene a los palestinos en su lucha contra Israel. Cada vez que la República Judía lanza un ataque sobre la población de Gaza es una oportunidad de Al Sisi para presentarse como el hombre imprescindible para la Casa Blanca, en eso de dar una "solución final" a la causa palestina, obligando a Hamas (al que detesta por ser una organización de HM) a aceptar los altos el fuego en términos israelíes. De hecho, Al Sisi no suele desactivar los planes israelíes para atacar a lo que queda de Palestina, ya que, tras los bombardeos, las empresas militares egipcias (que controlan gran parte de la economía del país) suelen recibir cientos de millones de dólares de EE. UU. para una supuesta construcción de lo que destruyen las bombas israelíes. Por ejemplo, en 2021 esta cantidad fue de 500 millones de dólares.

- Ante el fracaso de los planes de EE. UU. en Libia y en Sudán, se ha convertido en una de sus principales bases para contrarrestar la influencia de China y Rusia en África.

- El 80% de las armas que compra Egipto procede de EE. UU., y el resto de Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y Rusia. Un dato maquiavélico: tras los acuerdos de paz de Camp David entre Israel y Egipto en 1978, El Cairo recibe anualmente de EE. UU. unos 1.300 millones de dólares en ayuda militar para que compre sus armas oxidadas, vaciando los almacenes del Pentágono. Para ello, incluso le ha convertido en el único país, junto a Israel, al que le concede "financiamiento de flujo de efectivo", o sea, créditos.

- Detiene el flujo migratorio desde Oriente Próximo, originado por las guerras provocadas por el propio EE. UU., sus socios europeos o dictaduras impuestas por ellos.

Las razones singulares de la brutalidad de Alsismo

- Es una dictadura instalada tras una revolución que, a pesar de su fracaso, logró despertar del letargo a toda una sociedad: los egipcios siguen revindicando pan y libertad, a pesar de la brutal represión.

- La incapacidad de los militares de institucionalizar su poder, y crear una burocracia capaz de suministrar los más elementales servicios, aumentando así el descontento de un pueblo empobrecido aún más a causa de los megaproyectos vanidosos e inútiles del régimen militar, como destinar 10.000 millones de dólares a construir una ciudad administrativa en pleno desierto, añadir otro carril al Canal de Suez, o levantar nuevos palacios. Al menos la mitad de los 100 millones de egipcios vive en una pobreza escandalosa, incluso para un país en el que miles de personas viven y duermen en los cementerios.

- Utilizar dos pretextos para dar "legitimidad" a una represión sin precedente en la historia del país:

  1. La supuesta "lucha contra el terrorismo" y "Proteger la seguridad Nacional" y;
  2. Alegar la "independencia" del régimen y su "soberanía nacional" respecto a las potencias extranjeras. Así, como los señores feudales se sienten dueños hasta de la vida de los súbditos (argumentos también utilizados por los totalitarismos teocráticos de Irán y Afganistán), como si una dictadura capitalista despiadada independiente de Washington o Bruselas fuese más legitima que una vinculada al imperialismo.

No solo en Oriente Próximo, sino también en la España de Vox, o el EE. UU. del Trumpismo, el sistema ha hecho que los ciudadanos, en vez de seguir luchando para conseguir nuevos derechos, tengan que perder sus esfuerzos en recuperar aquellos que se les ha arrebatado: así cualquier pasado parecerá mejor, mientras damos vueltas y vueltas en un mismo círculo.

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