Punto y seguido

La misteriosa desaparición de Malley y el encaje de bolillos de EEUU en Oriente Próximo

Robert Malley se reúne con el ministro de Asuntos Exteriores de Austria para hablar sobre las conversaciones nucleares con Irán. (Foto de archivo). -MICHAEL GRUBER / APA / Europa Press
Robert Malley (i) junto al ministro de Asuntos Exteriores de Austria posando para la reunión donde hablarán sobre las conversaciones nucleares con Irán. (Foto de archivo). -MICHAEL GRUBER / APA / Europa Press

Mientras la prensa internacional especulaba sobre la desaparición, destitución y la sustitución del ministro chino de exteriores Qin Gang, exigiendo respuestas al presidente Xi Jinping sobre las razones, pocos prestaron atención a lo que había pasado a Robert Malley, el enviado especial de EE. UU. para Irán, desvanecido de la faz de la tierra en el mes de abril. Desde hace unas semanas, ya se sabe que fue suspendido de empleo y sueldo, mientras la administración Biden sigue guardando el silencio sobre los porqués, a pesar de las presiones de los republicanos, que le recuerdan que cualquier cambio en el acuerdo con Teherán sobre su programa nuclear debe pasar por el Congreso. Al final, el Departamento de Estado ha prometido realizar una sesión informativa confidencial con el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara y proporcionar detalles sobre el asunto. Por el momento, los enviados de Biden están negociando con el equipo de la Teocracia Islámica (TI) en Omán y Qatar el precio la liberación de varios ciudadanos estadounidenses de origen iraní, secuestrados por los Guardianes de la Revolución Islámica (GRI), cuando habían viajado al país para visitar a la familia o como Shahab Dalili, de 59 años, para el funeral de su padre. Dalili lleva encerrado desde 2016.

Tehran Times, el diario estadounidense que ha filtrado la noticia, baraja las siguientes razones como posibles causas del cese del negociador:

- Entablar "conversaciones confidenciales con un alto diplomático islámico [Said Irvani, embajador de la TI ante las Naciones Unidas] y contactos sospechosos con asesores no oficiales de origen iraní".

- Transferir información clasificada al lobby pro TI en Washington, en reuniones periódicas, entre ellos a Trita Parsi del Instituto Quincy, y otros defensores del acuerdo nuclear firmador por Barak Obama en 2015.


- Sin intención de traicionar a EE. UU., haber hecho un "mal uso" de la información clasificada. Esta hipótesis es la menos grave para el destino de Malley: en el 2000, el embajador de EE. UU. en Israel Martin Indek fue acusado de acceder a información clasificada a través de un ordenador portátil no autorizado (posiblemente jaqueado por el Mosad), por lo que fue objeto de investigación por el FBI. Las explicaciones de la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton convencieron a los Congresistas y el caso se cerró.

- El fortalecimiento de la posición del asesor de seguridad nacional Jake Sullivan, que al contrario de Malley, que busca un acuerdo nuclear integral y para largo plazo con la TI, propone tratar el "expediente de Irán" en el marco de una política global de Washington dirigida a contener a China, que no en las consideraciones regionales; y en vez de inútiles negociaciones con la TI, pactar cuestiones concretas e inmediatas, como alcanzar un miniacuerdo De hecho, el sitio web Axios informó, el 28 de junio, de que Sullivan y su homólogo israelí Tzachi Hanegbi sostuvieron una conversación tensa en la que el estadounidense expresó su malestar por las filtraciones israelíes a la prensa sobre este miniacuerdo conseguido con Teherán. "Está muerto, pero no lo vamos a anunciar", fue la respuesta de Joe Biden en 2022 a la pregunta de un periodista sobre sus conversaciones con Irán para resucitar el acuerdo que Barak Obama firmó en 2015, y fue desechado por Donald Trump en 2018. Lo cierto es que, Biden -uno de los políticos más belicistas del Partido demócrata-, ni de candidato presidencial, cuando agitaba esta propuesta, tenía la voluntad de levantar las sanciones sobre la nación iraní, como entonces lo dijimos.

- Las presiones del lobby proisraelí en Washington. En la víspera de las elecciones presidenciales de EE. UU., su apoyo a cualquier candidato es el ticket de entrada a la Casa Blanca.

- También es posible que Malley haya sido apartado por cuestiones "morales", desde el consumo de drogas, hasta relaciones sexuales inapropiadas.

Por el momento, la respuesta de Rob Malley a las acusaciones ha sido que no hay cargos contra él, y que no ha hecho nada ilegal durante su misión del enviado especial para Irán.

¿Israel detrás del cese de Malley?

Hijo de Simon Malley, un judío egipcio reportero del diario Al-Gomhuria, y de Barbara Silverstein, empleada de la ONU; Robert Malley estuvo presente en los acuerdos de Camp David en 1978 entre Menájem Beguín y Anwar el-Sadat, auspiciados por el presidente demócrata Jimmy Carter. Por su conocimiento sobre la organización de extremaderecha sunnita, la Hermandad musulmana (HM), con sede principal en el Cairo, el negociador fue contratado por Barak Hussein Obama, quien pensaba que el problema de Oriente Próximo no eran sus dictaduras capitalistas tercermundistas ("independientes" o en satélite de Occidente), sino el wahabismo. Por lo que, se puso a fortalecer las posiciones de dos de los enemigos de esta corriente del islam: la HM sunnita y la TI chiita. Abortó la Revolución de Tahrir, e hizo paces con Teherán, mirando para otro lado cuando el totalitarismo clerical-militar chiita aplastaba la Revolución Verde en 2009, para luego firmar el acuerdo nuclear con los ayatolás (capitalistas, profundamente anticomunistas y reaccionarios, instalados en el poder en Irán en 1978, justamente por estos motivos, patrocinados por otro demócrata: Jimmy Carter), que arrodillaba y humillaba a Irán, a cambio de no derrocarles del poder.

Malley, luego, creó el Grupo sobre Política de Irán, como espacio de debate sobre este país; hizo que Biden liberase miles de millones de dólares de los fondos iraníes bloqueado en Irak y en Corea del Norte, en medio de las protestas de la sociedad iraní del año pasado contra el totalitarismo religioso, con el fin de apuntalarlo, para no distraerse de la guerra contra Rusia desde Ucrania. Es dudoso que Biden no supiera que ni un solo dólar "liberado" llegará al pueblo iraní, sumido a una brutal pobreza, debida a una corrupción descomunal y las políticas neoliberales del régimen. La política de Biden respecto a Irán, en realidad, no difiere en nada con la que llevó a cabo Donald Trump: máxima presión económica oponiéndose a lanzar una guerra contra esta nación. Trump llegó a apartar a su asesor de seguridad, el proisraelí John Bolton.

Ahora, ni Teherán ni Washington quieren firmar un acuerdo sobre el programa nuclear de la teocracia.

Nuevo plan de EE. UU. para Oriente Próximo

La visita del 28 de julio del secretario de Estado Anthony Blinken y Jake Sullivan al Reino de Arabia Saudí (RAS) es parte de este nuevo enfoque de Joe Biden hacia la región. Tras tragarse el sapo (y tuvo siete buenos motivos para ello) y estrechar la mano del destripador Mohammad Bin Salman, quien iba a ser "paria" del mundo, Biden está estudiando las exigencias del príncipe del RAS, que incluyen:

- Un tratado de seguridad mutua con la OTAN.

- Ayuda para su programa nuclear. En 2020, los Emiratos Árabes Unidos se convirtieron en la primera nación árabe en construir una planta de energía nuclear, con la cooperación de Corea del Sur (y, sin duda, el permiso de EE. UU.), convirtiéndole en el tercer país de la región con capacidades nucleares, junto a Israel e Irán: el negocio nuclear es imparable.

- Recibir armas de última generación, reservadas hasta hoy para Israel.

No habría problema en asimilar estas condiciones por parte de Biden, si Salman acepta:

- Normalizar las relaciones del RAS con Israel, a cambio de que Netanyahu prometa no anexionar Cisjordania, pues debería elegir entre este pequeño territorio con sus 2,9 millones de palestinos enfadados con Israel y tener a la amistad del "mundo islámico" y sus mercados, siendo un pacto mucho más grande que el de Camp David, que firmó solo con Egipto. Así, Biden, además, conseguiría que Netanyahu expulsara a los ultras de su gobierno, mantenido la paz de cementerio en esta parte del mundo, para otros 70 años, con falsas promesas de un Estado Palestino. Entre las 10 implicaciones de la instauración de la República Judía que se anunció en 2018, está la Solución Final de la causa palestina.

- Limitar sus relaciones con China, reducir sus acuerdos con gigantes tecnológicos chinos como Huawei y, sobre todo, rechazar el renminbi que está recibiendo por la venta de su petróleo a la superpotencia oriental, y volver a realizar toda su venta en el dólar. Mantener la supremacía de su moneda en la arquitectura financiera del mundo es vital para la hegemonía imperialista de EE. UU.

El culebrón de Malley continúa, mientras, los republicanos no van a desaprovechar este asunto para seguir atacando a Joe Biden.

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