Posos de anarquía

Cuando Podemos es religión

Belarra con sus compañeras de Podemos en el Día de la Constitución. - EFE
Belarra con sus compañeras de Podemos en el Día de la Constitución. - EFE

"A llorar, estáis solos con la gallega". "Lo que tú digas, medícate y empieza por un Tranquimazin, después ansiolíticos y más tarde antidepresivos". "Vete a cagar, chaval". "No bebas que te afecta". "Para ti, también Emoal. Que veo que un bote no te llega. Por cierto está de rebajas, por la cantidad de gente que lo necesitáis". Esto es tan solo es una muestra de las perlas que tuiteros –entiendo que simpatizantes/militantes de Podemos- me dedican en X (Twitter) por advertir que "Podemos se autoengaña al pensar que sus cinco diputados/as que, según apuntó en su día Irene Montero, se convierten en tránsfugas, fueron elegidos/as por ser de Podemos. No es cierto, no hay certeza de tal cosa. De lo que sí la hay es de que se les votó siendo de Sumar".

No hay ni mentira ni imprecisión en mi afirmación. Es evidente que hubo votos que recalaron en Sumar porque Podemos finalmente y no sin esfuerzo se incorporó a este partido plurinacional. Y es evidente que los cinco representantes de Podemos también se beneficiaron de los votos que fueron a Sumar pero que no hubieran ido a Podemos de concurrir en solitario. Nada de malo tiene admitir tal cosa, como tampoco aclarar una manipulación que anda vertiéndose en redes sociales para evitar etiquetar a los y las diputadas de Podemos como tránsfugas.

Para entender este primer punto, lo primero es saber qué se considera tránsfuga y, según la definición que se acordó en el Pacto Antitransfuguismo (al que se adhirió Podemos), es que "los y las representantes locales, autonómicos y estatales que, traicionando al sujeto político (partidos políticos, coaliciones o agrupaciones de electores) que los y la presentó a las correspondientes elecciones, hayan abandonado el mismo, hayan sido expulsados o se aparten del criterio fijado por sus órganos competentes".

El sujeto político, en este caso, es Sumar. Entre los argumentos para evitar la etiqueta de tránsfugas se está recurriendo a lo sucedido en 2016, cuando los cuatro representantes de Compromís terminaron en el Grupo Mixto. En realidad, esa no era la intención de los valencianos tras romper con Podemos, pues intentaron formar grupo propio junto a los dos diputados de IU, algo a lo que se opuso frontalmente Pablo Iglesias. ¿Por qué esto era posible? Porque Unidas Podemos se constituyó como grupo confederal y los partidos se inscribían en el Congreso como formaciones políticas con nombre propio. No sucede lo mismo con Sumar, que ha concurrido como partido plurinacional, es decir, formalmente hablando, Podemos no existe en la Cámara Baja, de manera que incluso estando en el Grupo Mixto, Ione Belarra y sus cuatro compañeras y compañero continúan con el tique de Sumar.

Así pues, recurrir a lo sucedido en 2016 es retorcer la realidad y confundir a la gente. Sin embargo, sucede, como también ocurre que ante una crítica o un análisis de lo sucedido con la desvinculación de Podemos se produzca una avalancha de insultos y reacciones furibundas, no exentas de victimismo. ¿Por qué se ha perdido la capacidad de intercambiar argumentos y pareceres sin recurrir a esa bajeza? Es alarmante leer la sucesión de improperios, por lo general huecos de fundamento analítico, que inundan las redes sociales cuando no se aplaude efusivamente a Podemos, convertida casi en religión.

El año que viene se celebrarán elecciones gallegas, vascas y europeas y sin lugar a dudas serán un buen termómetro para evaluar los apoyos de Sumar y de Podemos. De la primera tan sólo tenemos el dato de las últimas generales; de Podemos, en cambio, sí es posible identificar una tendencia a la baja en todos los procesos electorales a los que ha concurrido desde que se propuso asaltar el cielo. A la luz de las afirmaciones que se leen estos días por parte del electorado de Podemos, la formación morada arrasará en 2024. Personalmente, tengo mis dudas y no son pocas, pero quienes lanzan tales pronósticos están tan seguros de ello como de que solo es posible hacer políticas feministas y de izquierda con Podemos. Sabemos y está demostrado que esto último es mentira porque, de hecho, ya antes de la aparición de este partido se alcanzaron grandes conquistas sociales. En 2024 averiguaremos si también yerran en sus optimistas pronósticos electorales para Podemos.

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