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¿Qué es la abreacción y qué efectos tiene según Freud?

Hablar de Freud es hacerlo de uno de los personajes más controvertidos de la historia de la psiquiatría, tan conocido a nivel popular como denostado por muchos profesionales de la actualidad que consideran buena parte de sus teorías más que superadas.  

Pero, a pesar de todo, seguimos hablando del neurólogo austriaco, entre otras cosas, porque algunos de sus hallazgos aún resuenan hoy en día en la práctica psiquiátrica y psicológica rutinaria. Es el caso de la conocida como abreacción, un neologismo cimentado por Freud y su colega Josef Breuer que tiene como objetivo abordar los traumas humanos y que ha tenido gran influencia en la evolución de la psicoterapia. 

Desafiar al trauma: catarsis, abreacción y psicoterapia 

Trauma – Fuente: Pexels

Una muerte de una persona cercana, un accidente de coche, una relación personal fallida de gran intensidad y hasta un desastre natural o un conflicto bélico: son diversas las causas que generan los traumas psicológicos, definidos como la exposición personal a un suceso de tal intensidad que no ha sido posible procesarlo e integrarlo quedando “encapsulado” y reapareciendo periódicamente generando tanto problemas físicos como psicológicos. 

El trauma, la herida que no cierra 

Esta idea de trauma psicológico como cápsula que permanece latente a lo largo del desarrollo vital de una persona es la clave que define su magnitud y su complejidad. ¿Cómo enfrentarse a un suceso que ni siquiera la propia persona es capaz de comprender, describir y asimilar? 

Y es que el término “trauma” no puede tener una etimología más acertada: procede del griego τραῦμα que se puede traducir como ruptura o herida. Y un trauma es ambas cosas, una ruptura en nuestros mecanismos de afrontamiento y una herida que nunca termina de cerrar, o tal y como es definido por la psicóloga Begoña Aznárez en este artículoun acontecimiento que hiere nuestro sentido de la seguridad y del bienestar, y que nos llena de creencias falsas o destructivas sobre nosotros mismos y/o sobre el mundo”. 

Así pues, el trauma es uno de los grandes enigmas de nuestra mente, un enemigo silencioso e implacable del bienestar psicológico del ser humano que lleva desafiando a la psiquiatría desde sus inicios como rama de la medicina con una pregunta siempre latente: ¿cómo desafiar al trauma? 

La catarsis, la purga del alma herida 

Vergüenza
Escultura clásica – Fuente: Pexels

Seguimos en la Antigua Grecia porque este término también tiene hondas raíces en su cultura. El propio Platón desarrolló una catarsis verbal para las “enfermedades del alma” (o psicológicas) y Aristóteles se inspiró en su maestro para abordar la catarsis de las pasiones a través del drama trágico.  

En este sentido, el filósofo griego diferenció tres tipos de razones vinculados al uso de la palabra como señala el psiquiatra Gustavo Figueroa Cave en este artículo: la razón dialéctica que convence con la verdad, la razón retórica que persuade, y la razón trágica, cuyo objetivo es la purga y purificación, “un alivio acompañado de placer, una alegría inocente”. 

Es muy significativo que Aristóteles incidiese en las emociones que despertaban estos dramas trágicos y catárticos en el espectador: conmoción afectiva y temor o estremecimiento, “afectos elementales básicos” que no requieren de elaboración intelectual.

Estas emociones violentas y perturbadoras procuran alivio, placer o serenidad casi instantáneo en el espectador mediante la catarsis, pero, lo que es más importante, “su purgación no se agota en su acción momentánea, sino que su misión consiste en ordenar la vida psíquica, de modo que impulsos y apetitos irracionales queden subordinados a lo que es superior en el alma, la inteligencia”.  

Es decir, la catarsis como proceso psicológico complejo ofrece al ser humano un profundo aprendizaje intelectual sobre el mundo y sobre sí mismo a través del intenso impacto emocional. Primero emociones, después procesamiento racional de las emociones. 

La abreacción de Freud: la catarsis en el diván 

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Hombre en consulta/Foto: Unsplash

Como cita este estudio acerca de la relación entre el concepto clásico de catarsis y la abreacción como herramienta psiquiátrica moderna, la idea de la purgación del alma (o de la mente) a través de experiencias extremas es muy común a lo largo de la historia cultural de las diferentes civilizaciones: no es un “invento” de Freud y sus seguidores. 


En este sentido, “las culturas han reconocido contextos en los que las emociones se evocaban, aumentaban en intensidad y, en última instancia, se liberaban o descargaban; y los procedimientos catárticos se pueden detectar en las prácticas curativas de muchas culturas”.  

Desde los mayas, a los antiguos egipcios pasando por las culturas isleñas del Pacífico, diversas civilizaciones han contado entre sus miembros con hechiceros, médiums o chamanes dedicados a enfrentarse a esos “espíritus malignos” que condenaban a muchos miembros de la comunidad a vidas errantes.

Usando a menudo sustancias sedantes o psicotrópicas, como la propia ayahuasca, estos chamanes proponían escenarios y situaciones de gran intensidad emocional y física en la que los participantes vivían experiencias catárticas hasta que el “mal” era desafiado. 

Pero Freud rechazó esta herencia ancestral —al contrario de su colega Jung, más abierto a la heterodoxia psiquiátrica— dejándose influir especialmente por su estudio de las tradiciones filosóficas y culturales griegas: paradigmático fue, como sabemos, la aplicación del mito de Edipo en sus teorías psicoanalíticas. Pero el objetivo de Freud era similar al de los chamanes, tratar de ayudar a sus pacientes a revivir sus experiencias traumáticas, pero siguiendo un método científico: es el origen de la abreacción. 

El propio término es una traducción (no muy fácil de pronunciar en nuestro idioma) que proviene del neologismo alemán abreagieren que también se podría traducir como “desreaccionar”.  

Lo que probablemente buscaban Freud y su por entonces colega Joseph Breuer —que colaboraría con el desarrollo de esta teoría— era un término que explicara este proceso inverso que seguiría el trauma en el paciente: tras la primera reacción que origina el trauma, un nuevo enfrentamiento al mismo que, a través del proceso catártico inducido y controlado por un profesional, consiga describir, comprender y asimilar el trauma, “desreaccionar” al mismo y superarlo definitivamente: es la liberación emocional que caracteriza la abreacción, la antigua purga del alma de la catarsis griega. 

Este proceso “de excitación y fomento del elemento opresor que consigue producir un alivio del oprimido” no debía ser el final del tratamiento psiquiátrico del paciente según Freud.


Un tercer paso era clave para asegurar el dominio del trauma, la completa asimilación de la situación traumática, lo que en la catarsis griega era el ordenamiento de la vida psíquica del espectador: “los recuerdos traumáticos recuperados debían integrarse con el resto de la vida mental del paciente”. Porque un trauma nunca desaparece del todo, siempre existirá una cicatriz, pero el objetivo de la abreacción freudiana es que esa herida no vuelva a sangrar. 

La abreacción, ¿el origen de la psicoterapia?

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Terapia psicológica – Fuente: Pexels

La relación de la noción de catarsis emocional clásica con la abreacción freudiana es evidente. Pero casi un siglo más tarde de que el psiquiatra austriaco desarrolle sus teorías, ¿queda algo de su abreacción en nuestra psicoterapia actual? 

Para el Maestro de la Psiquiatría Chilena y director del Departamento de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso Gustavo Figueroa ya mencionado, numerosas variedades de psicoterapia actualmente usan como técnica principal la catarsis en diferentes formas, distintas frecuencias y variadas intensidades.  

De hecho, Figueroa es tajante a la hora de afirmar que “la psicoterapia nació de la catarsis” destacando que “parte importante de su acción curativa consiste en la experimentación y descarga de intensos afectos reprimidos”. No obstante, el psiquiatra chileno también señala que su eficacia no ha sido empíricamente demostrada por la dificultad para medirla.  

Sin embargo, sí existen estudios científicos relativamente recientes que valoran el uso de la abreacción como técnica en el tratamiento de diversos trastornos, como el caso del trastorno neurológico funcional o trastorno de conversión.  

Varios investigadores británicos estudiaron este “tratamiento histórico cuyo interés y uso ha resurgido recientemente”, una “sedación terapéutica” o catarsis emocional que se aplicó en el 27% de 116 pacientes con FND procedentes de más 50 estudios. Según señalan los investigadores, tanto la sugestión como la catarsis emocional parecieron beneficiosas, con tasas de recuperación del 92% y del 94% respectivamente.  

Así mismo, consideran que la experiencia de “catarsis emocional” con la recuperación de un recuerdo reprimido también pareció estar asociada con altas tasas de mejora. El acto de recuperación de un recuerdo reprimido puede, de manera similar al del trastorno de estrés postraumático, disminuir la ansiedad asociada con la evitación de un recuerdo traumático mediante la exposición sucesiva a dicho recuerdo.  

En la misma línea se posiciona este estudio publicado en 2010 que analiza nuevamente la abreacción en pacientes con trastorno de conversión: el uso de sugestión y la aparición de catarsis emocional durante la entrevista se asociaron positivamente con la recuperación. Seguro que Freud disfrutaría leyendo estas conclusiones, tantas décadas después de que diera forma el concepto de abreacción. 



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