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“Yo nací aquí, soy española y ahora pienso si dejar de usar el velo”

En España se han registrado ya más de 150 casos de islamofobia, el triple que en 2014. Tras cada agresión yihadista, la comunidad musulmana española es discriminada

Omaima, musulmana que pertenece a la Plataforma de Musulmanes contra la Islamofobia.

Antes de los atentados en París, en España se habían registrado más de 150 casos de islamofobia, el triple que en 2014. Después de cada agresión en Europa firmada por grupos yihadistas, la comunidad musulmana española sabe que su situación social se complica, que son el blanco para actos de agresión o descalificaciones. Desde las asociaciones contra la islamofobia quieren concienciar para que se denuncie cada amenaza recibida. Y asumir que, ante todo, se trata de un problema de Estado, educación e integración.

“Eran las diez de la noche y caminaba hacia mi casa cuando un hombre que pasaba por mi lado, me escupió”, recuerda Omaima, una joven musulmana farmacéutica y estudiante de ingeniería química. Reconoce que se asustó mucho y lamenta que ninguno de los testigos que lo presenciaron la defendieron o ayudaron. Cuando llegó a su casa llamó a los Mossos y actualmente está terminando de tramitar la denuncia.

Omaima habla con seguridad e indignación. Siempre ha sido activista y participativa. Pertenece a la Plataforma de Musulmanes contra la Islamofobia y también es portavoz de una asociación de estudiantes marroquíes de Barcelona. Pero, esta vez, ha sentido esta agresión de una forma diferente: “Tengo 21 años, llevo velo pero estoy vestida normal y me ha dado mucho miedo. Yo nací aquí, soy española y ahora pienso si dejar de usar el velo. Todo para que no me identifiquen. No quiero hacerlo, porque es un caso de ignorancia. Si esto continúa, ¿qué vamos a hacer? Yo soy muy independiente, voy sola, llego tarde a casa y ahora siempre pienso si me volverá a pasar”.

Su caso es una de las agresiones que los musulmanes están sufriendo a raíz de los atentados en París. Muchos no lo ven, pero siempre hay casos, como gota a gota, que se reflejan en miradas de desprecio o descalificaciones. Momentos donde palabras como interculturalidad o diálogo, que siempre se difunden, quedan relegadas a segundo lugar. Momentos que muestran que, aunque parte de la sociedad les acepta, en España la integración sigue siendo una asignatura pendiente, que empieza por cada uno de nosotros.

"Cuando ocurre un atentado somos diana para que el racismo se manifieste”

La comunidad musulmana va tomando conciencia y cada vez que ocurre un ataque, se temen lo peor. “Siempre que sucede un atentado en Europa, se produce un repunte de estos actos”, afirma Ibrahim Miguel Ángel, de Musulmanes contra la Islamofobia. “El problema es que se suele denunciar poco, porque incluso se ven como culpables. Lo asumen como parte de su vida y con paciencia y no es así. Cuando ocurre un atentado somos diana para que el racismo se manifieste.”

Mientras el año pasado se habían producido 49 casos de islamofobia en España, un 9% más que en 2013, antes de los atentados de París ya se habían registrado más de 150 casos de agresiones durante este año; según la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia. Allí nos informan de alguna mezquita quemada o nuevos ataques en esta semana.

Omaima sigue intentando hacer su vida normal, al igual que Ikram y un grupo de mujeres que tienen una página en Facebook donde venden ropa musulmana. Pero el día siguiente a los atentados recibieron mensajes agresivos. Simplemente, por el hecho de subir unas imágenes de una chilabas a la venta. “Nosotras nunca hablamos de religión, y de repente empezó un hombre a decir que éramos musulmanas de mierda, que nos iba a dejar paralíticas o a sacarnos los ojos… Yo intenté responderle para que entrase en razón, pero fue peor”, reconoce la joven.

Prohibir nuevas mezquias en España

Ibrahim Miguel Ángel confirma que ellos han realizado un comunicado de condena a los atentados de París, pero que tienen un debate interno porque también ocurren en Oriente Medio y África. “Recalcamos que condenamos lo de París y todos los que se están cometiendo. Al igual que condenamos las políticas belicistas y la derecha reaccionaria que identifica al islam con barbarie y favorece políticas represivas. Los recortes de derechos que hay en Francia no son sólo para los musulmanes, sino para todos los ciudadanos y se pone un pretexto donde se estigmatiza a los musulmanes. Es terrible. El discurso está creciendo y quieren dividir a la sociedad europea”.

De hecho, una semana antes del atentado, su organización denunció que en la plataforma change.org una de las propuestas pedía firmas para prohibir nuevas mezquitas en España. “Europa están cayendo en la trampa y es un hecho sociológico que una comunidad que tiene un acoso, se repliega hacia adentro y es más permeable a un discurso de este calado, como el que pronuncia el Estado Islámico”, comenta Ibrahim con indignación.

“No tenemos nada que ver y nos meten en el mismo saco. Somos los primeros en condenar lo de París y los de todos lados"

“De madrugada, sobre la una, vinieron a quemar nuestra mezquita”, recuerda Yamal. Se trata de la mezquita de Don Benito, en Badajoz. Sólo se ha quemado una puerta, porque una vecina llamó pronto a los bomberos. Reconocen que han tenido el apoyo de los vecinos y muestra una necesidad de justificarse ante cada atentado: “No tenemos nada que ver y nos meten en el mismo saco. Somos los primeros en condenar lo de París y los de todos lados.” Abdelaziz, del Centro Cultural Islámico de Valencia nos confirma que después del atentado de París han recibido un correo repleto de insultos, “pero es así siempre que ocurre un atentado en Europa, desde el 11S, pasando por el 11M… cada vez que se produce un atentado, volvemos a lo mismo, a los mensajes donde nos denigran y nos dicen que nos volvamos a nuestros países”.

De miradas de rechazo sabe mucho Shapiry Hakami, que llegó a España en los años 80 como refugiada desde Afganistán. Comenta que la noche del atentado sus hijos se preguntaban qué culpa tenían de haber nacido musulmanes y no comprenden que en países democráticos se produzcan estos actos de rechazo.

“El otro día, en una reunión, una señora dijo que no quería llevar a su hija al colegio porque había una alumna mora. ¿Y? Porque exista ETA yo no pienso que todos los españoles sean terroristas. La gente relaciona musulmán y terrorismo. ¿Qué hago? ¿Me voy a esconder en mi casa?”, añade con rabia, “y lo sufrimos doblemente, porque nosotros también podemos morir en un atentado. Esos son salvajes y fanáticos. Hay personas y mentalidades. A lo mejor yo puedo ser mejor que otra persona porque llevo años trabajando por los Derechos Humanos”.

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Pintadas islamógobas en el barrio de los Arroyos.

“Yo sé lo que es el Islam, tengo un mapa mental de lo que es. Y cuando lo pongo al lado de lo que ahora dicen que es el Islam, veo que es un engaño. Pero los jóvenes no la tienen porque no hay integración”, matiza Ibrahim. Para él, no hay acceso a educación religiosa que les aporte identidad en el marco de su ciudadanía española. “El estado ha delegado esa función a asociaciones”, sostiene, “y los jóvenes no se relacionan con las mezquitas. Y, a lo mejor, a lo que conocen no es de buena calidad, y esto no se ha querido abordar nunca. ¿Qué pasa? Como no reconocen al islam correcto, les llega el mensaje del Estado Islámico y carecen de referencias asumidas por ellos mismos. No por lo que le digan sus familiares, sino por ellos, en su aprendizaje educativo. Hay una islamofobia institucional. Hay un acuerdo de colaboración del año 1992 aprobado, donde el Estado español reconoce el derecho de los musulmanes a recibir clases de religión en escuelas concertadas y públicas. En Ceuta y Melilla sí hay porque no hay más remedio, en Zaragoza y alguna provincia de Andalucía. Pero en Cataluña es una negación constante. Es el marco perfecto para la islamofobia porque no se identifica. El Estado español no se preocupa de entender esto”.

Hay una islamofobia institucional

 El grupo de Sí se puede Sanse, en San Sebastián de los Reyes, denunció pintadas contra comercios cuyos dueños son musulmanes, y también en puertas y muros del barrio de los Arroyos. Sostienen que antes ya se habían producido estas agresiones pero que los atentados son la excusa para que broten de nuevo. Ninguno de dueños de los negocios afectados quiere hablar porque tienen miedo. “Eso es lo peor que nos puede pasar, que callemos, porque así no podemos avanzar como sociedad”, concluye Ibrahim.

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