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Tensión en el inicio del desalojo de los miles de refugiados del campamento de Calais

Un centenar de agentes antidisturbios franceses comenzaron a destruir una parte de las chabolas de la zona sur de la 'Jungla', el mayor asentamiento de toda Europa.

Los antidisturbios franceses durante el desmantelamiento parcial de la 'Jungla' de Calais. REUTERS/Pascal Rossignol

ANDREA OLEA

PARÍS.- Es la crónica de un desalojo anunciado. A primera hora de la mañana de este lunes comenzó el desmantelamiento parcial de la conocida como 'Jungla' de Calais (en el norte de Francia), un asentamiento donde habitan cerca de 7.000 refugiados y migrantes a la espera de alcanzar Reino Unido.

Hacia las 8:30h, una veintena de operarios y bulldozers escoltados por un centenar de agentes antidisturbios comenzaron a destruir una parte de las chabolas de la zona sur de este campamento de refugiados, el mayor de toda Europa. Los policías no dudaron en lanzar gases lacrimógenos y usar cañones de agua para sofocar los intentos de protesta que se produjeron por la tarde. Al menos cuatro personas, tres de ellas activistas, fueron detenidas durante la operación, según un portavoz de la delegación de Gobierno.

“Han comenzado a desalojar la parte en la que residen kurdos e iraníes, unas 70 u 80 tiendas”, explicaba por teléfono Samir, refugiado afgano, añadiendo que la semana que viene “será el turno” de la zona de mayoría afgana. Varios inmigrantes llegaron a encaramarse a los techos de sus refugios para tratar de impedir que fueran derribados, según fotografías difundidas por Médicos Sin Fronteras.

Agentes antidisturbios pasan entre los refugios levantados en la 'Jungla' de Calais. - REUTERS

Agentes antidisturbios pasan entre los refugios levantados en la 'Jungla' de Calais. - REUTERS

El jueves pasado, el tribunal administrativo de Lille validó la decisión del gobierno francés de desalojar la mitad del asentamiento. La justicia gala tiraba así por tierra el recurso interpuesto por las asociaciones humanitarias sobre el terreno, quienes estiman que sólo en esa parte del campamento habitan cerca de 4.000 personas, un número muy superior al de alojamientos alternativos ofrecidos por las autoridades.

“El gobierno no dice dónde van a ir estas personas. Ellos han calculado que hay unas 800 y tienen espacio para ese número, pero sabemos que hay cerca de 4.000. Entonces, las 3.000 restantes ¿qué van a hacer, dónde van a ir?”, se preguntaba hace pocos días Nuria O., cooperante española que colabora en la Jungla desde hace varios meses.

Las autoridades aluden a las condiciones de insalubridad del asentamiento para justificar su evacuación y proponen dos alternativas de alojamiento: los barracones con capacidad para 1.500 personas construidos hace varias semanas de forma colindante al propio campamento, y otros centros de acogida repartidos por diversos puntos de Francia.
Sin embargo, los refugiados se resisten a ser reubicados en cualquiera de ellos por la condición previa de identificarse, lo que posteriormente les impide solicitar asilo en Inglaterra.

Un bulldozer, durante los trabajos de demolición. - REUTERS

Un bulldozer, durante los trabajos de demolición. - REUTERS

Destruir el alma de la Jungla

En la parte sur del campamento es donde se encuentran la mayoría de sus áreas comunes, el ‘alma’ de la Jungla: comercios, tiendas, teatro, biblioteca, iglesia, escuela... Por orden judicial, estos espacios serán respetados por las excavadoras, pero los habitantes y las asociaciones dudan de su utilidad una vez no quede nada alrededor.

Allí se encuentra también el Centro de mujeres y niños, gestionado por varias voluntarias británicas que ofrecen asistencia a los menores no acompañados d el campamento. “Muchos no tienen más de 12 o 13 años y se encuentran solos, sin familia, muchos con graves trastornos debido a los traumas que arrastran de la guerra. Es una vergüenza que el Gobierno francés no se ocupe de estos niños”, se indigna Alison, una de las cinco voluntarias que trabaja a tiempo completo en el centro. Las asociaciones presentes en la Jungla estiman que podría haber entre 250 y 400 no acompañados.

El primer ministro francés, Manuel Valls, prometió dar una respuesta “humanitaria” a las personas que residen en el campamento de Calais y alargar la evacuación “el tiempo que sea necesario, trabajando con las asociaciones” hasta convencer a los migrantes para que abandonen la zona y “ponerlos a salvo”.

Pero el hecho de que el desmantelamiento haya comenzado sin previo aviso, impidiendo el acceso a muchas de las asociaciones que operan en el campamento a la zona evacuada, y de que varios testigos hablen de enfrentamientos y uso de gases lacrimógenos por parte de las fuerzas policiales, hace surgir no pocas incógnitas sobre lo que espera a los habitantes de la Jungla en las semanas que, está previsto, dure el desalojo del campamento.

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