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El alemán que limpia la costa desde el Prestige: "Todavía queda chapapote"

Sven Schwebsch, de 60 años y asentado en Carnota, fue uno de los voluntarios que pasó más tiempo recogiendo fuel. Ahora continúa entregado a retirar plásticos del litoral gallego. 

Sven muestra un 'queso' de chapapote recogido recientemente de la costa gallega'
Sven muestra un 'queso' de chapapote recogido recientemente de la costa gallega. Alicia Vázquez

Sven Schwebsch (Frankfurt, 1963) conduce hasta la piscifactoría por un camino que podría hacer con los ojos cerrados. Aparca junto a la verja y echa a andar hacia un mar que ruge. Su destino es una cala pedregosa próxima a la playa de Ximprón, en el coruñés concello de Carnota, que estuvo tomada por los militares tras el desastre. "Había tanto que la Xunta no dejaba ir a los voluntarios. Fue la zona cero", asegura Sven en su castellano con resonancia germánica.

Aquello ocurrió hace mucho tiempo, pero todavía quedan restos del fétido vertido bajo los cantos rodados, formando una oscura argamasa con la arena y las piedras. "Debajo está semielástico y sigue teniendo ese olor terrible". Y Sven lo mueve con un palo para demostrar la viscosidad. "En algunos sitios se pone líquido en verano", asegura el alemán mientras palpa a ese viejo conocido que le cambió la vida: el chapapote. 21 años después, en la costa gallega quedan vestigios de las 77.000 toneladas de fuel que transportaba el petrolero Prestige cuando se hundió en el océano Atlántico provocando la mayor catástrofe medioambiental de la historia de España.

Sven fue posiblemente la persona que durante más tiempo estuvo limpiando chapapote. En 2002 residía en Vigo, donde tenía una sucursal del negocio de windsurf que había fundado antes en Portugal. En cuanto la marea negra alcanzó la costa, lo dejó todo para trasladarse a Carnota, al sur de la Costa da Morte. Durante meses coordinó grupos de voluntarios bajo el amparo de la Xunta de Galicia, hasta que en verano de 2003 el gobierno presidido por Manuel Fraga, del Partido Popular, profesionalizó por completo las tareas de limpieza.

"No querían que los turistas vieran monos blancos en las playas, pero había negro por todas partes", apunta Sven, que entonces promovió Voluntario Libre, una cuadrilla autogestionada que agrupaba a personas que querían seguir ayudando a recoger fuel de forma altruista.

Dos décadas después, sigue limpiando la costa, ahora recogiendo la basura de todo tipo que devuelve el mar

"Teníamos gente que venía todos los fines de semana, y gente de muy lejos que se quedaba durante meses. Fue una experiencia tremenda porque vino gente de más de 25 países, de Canadá, de Italia, de Polonia, de Rusia, de Bulgaria, incluso de África, de todas partes. Fue algo positivo como contrapeso a lo feo y negro del chapapote". La cofradía de pescadores aportaba material y comida para los voluntarios, instalados primero en un campo de fútbol y después en una casa que compartían en la localidad de Lira, donde aguantaron hasta 2005. "Había un cansancio grande, pero yo me quedé aquí", remacha Sven, que dos décadas después sigue limpiando la costa, ahora recogiendo la basura de todo tipo que devuelve el mar. Aunque en ocasiones se reencuentra con el chapapote.

Sven muestra piedras que siguen manchadas por fuel del Prestige, en el concello de Carnota (A Coruña).
Sven muestra piedras que siguen manchadas por fuel del Prestige, en el concello de Carnota (A Coruña). Ray Sánchez

"Cuando la marea retira arena, aparecen bultos de chapapote que llamamos quesos, porque son auténticos quesos de 20 o 30 centímetros de diámetro. Y eso, claro, lo quitamos". Sven admite que las cantidades que quedan del Prestige son pequeñas, testimoniales en comparación con las miles de toneladas que desparramó frente al litoral gallego, aunque el petróleo fresco sigue salpicando regularmente la costa. "Son galletas, pequeñas o más grandes, que llegan a las playas procedentes de limpiezas de depósitos de los barcos", detalla.

El fuel también motea las piezas de madera o plásticos que el alemán encuentra en las playas en las que antes recogía el crudo. "Veía la costa tan llena de basura que pensaba: o me marcho porque no aguanto o hago algo. Poco a poco organizamos limpiezas con voluntarios, y con los años se ha ampliado a charlas en colegios e institutos. También actividades tipo bricolaje con los residuos para concienciar. La conciencia es la solución. Es donde tenemos que trabajar. Si nadie tira las cosas al mar, no hay nada para recoger", explica.

Antes era el petróleo crudo y ahora son los plásticos

Junto a Alicia Vázquez, su compañera, ha empezado a "hacer cosas artísticas" para dar una segunda vida a la basura que llega al litoral. "Transformamos zapatillas viejas en peces volando o boyas en globos terráqueos. Se trata de llamar la atención sobre este problema. Así es nuestra vida en este momento", relata este nómada de 60 años que ha echado raíces en el concello de Carnota. 

"El trabajo es infinito, pero hay que hacerlo porque si no las consecuencias serán peores"

Desde que vendió el negocio de windsurfing, su casa es una autocaravana. "Yo también tuve una parte de mi vida con mucho trabajo y ahora vivo de los ahorros que tengo", explica Sven para hacer entender su entrega a la limpieza del litoral. Antes era el petróleo crudo y ahora son sus derivados, los plásticos. En el fondo, se trata del mismo problema que entonces: la contaminación de los humanos envenena el mar. "El trabajo es infinito, pero hay que hacerlo porque si no las consecuencias serán peores. Porque el plástico se deshace y de momento no hay nada para acabar con los microplásticos, que pueden durar miles de años. Los microplásticos están ya por todas partes, incluso en el aire, y eso viene de no recogerlos a tiempo".

Sven estima en cientos las toneladas de plásticos diseminados por toda la costa gallega, como los pellets procedentes de un contenedor que cayó por la borda de un carguero el pasado 8 de diciembre, durante una tempestad frente a la costa del norte de Portugal. En total fueron al mar 28 toneladas de minúsculas bolitas de plástico que han provocado, dos décadas después del Prestige, una nueva peregrinación de voluntarios a las playa gallegas, esta vez para recoger el granulado.

"Los pellets son muy pocos en comparación al resto del plástico que hay en la costa"

Sven, sin embargo, evita trazar paralelismos con la marea negra de 2002. "Aquí no tenemos una catástrofe con los pellets. Los pellets son muy pocos en comparación al resto del plástico que hay en la costa o en el mar. Que no se me entienda mal, me parece muy bien que la gente vaya a limpiar pellets, es positivo, pero echo de menos que no se dé importancia al resto del problema, que es más grande. La cantidad que ahora se recoge de pellets es de unos pocos kilos, y con ese trabajo se podrían limpiar toneladas de otros plásticos y así avanzar, dar grandes pasos para tener la costa más limpia". 

En cualquier caso, Sven admite que en los últimos años se ha producido un avance y la sociedad está más sensibilizada. "Hoy en día hay centenares de grupos y particulares que limpian plásticos en la costa. Antes éramos unos locos. La gente preguntaba: ¿Qué hacéis? Ahora se habla del problema de la basura en el mar, e incluso hay administraciones que limpian".

Las palabras de Sven suenan paradójicas en el sendero que parte del faro de Lariño, donde yace una enorme bolsa de obra con kilos de chapapote, ya petrificados, de la última jornada de limpieza de Voluntario Libre en 2005. Nadie ha pasado a recogerlos desde entonces. "Cuando limpiábamos, había una cuadrilla de la empresa pública Tragsa que venía a por ello, pero parece que terminaron su trabajo antes que nosotros", ironiza Sven ante el montón de fuel petrificado que ha quedado para la posteridad frente al mar, como la Estatua de la Libertad en El planeta de los simios, recordando un desastre del pasado.

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