Este artículo se publicó hace 15 años.
La arriesgada huida de la Alcatraz turca
La fuga de Billy Hayes inspiró El expreso de medianoche
Hace unos años, Billy Hayes regresó a Turquía para disculparse por haber retratado con extrema crudeza su estancia en una cárcel de este país en la película El expreso de medianoche. Hayes, que fue detenido y condenado a 30 años de cárcel en 1970 tras ser sorprendido con dos kilos de hachís en un aeropuerto turco, recordó que fue él quien escribió el libro en el que se basó la película, la cual relataba, "con alguna que otra exageración", cómo había sido violado en la cárcel o que tuvo que matar a un guardia para escapar. Nada de aquello era cierto.
La desesperación de Hayes le condujo a realizar, en 1975, una fuga en solitario muy alejada de la que la película de Oliver Stone quiso reflejar. La historia real comienza con un joven William Hayes, de 23 años, al que acaban de considerar inepto para el Ejército por problemas psicológicos. Él mismo los había fingido.
Libre del servicio militar, el joven se dedica a viajar y llega a Estambul, donde intenta pasar dos kilos de hachís para vender a sus amigos. En un control rutinario en el aeropuerto, es descubierto y encerrado en una cárcel inhumana en la que no se respeta nada y los reclusos son golpeados con brutalidad.
Aunque Hayes confía en salir en libertad, es condenado a cuatro años, sentencia que queda pendiente de que Ankara la ratifique. Aconsejado por la Embajada estadounidense, aguarda un traslado antes de que se cumpla la sentencia. Pero la Justicia turca lo condena a cadena perpetua, aunque rebaja la pena a 30 años de cárcel. Su padre mueve toda clase de influencias para sacarle de allí, pero todo es inútil.
Con el fin de despistar a sus carceleros turcos, en su correspondencia con sus padres, Billy usaba la frase "tren local" para referirse a la vía lenta pero segura de la espera. Cuando la desesperación se cebó con él, escribió: "No esperaré el tren local, me subiré al expreso de medianoche".
Unos dólares y un mapaCinco años después del comienzo del cautiverio, Hayes fue trasladado a la prisión de Imrali, una especie de Alcatraz turca en la que encontró más facilidades para la evasión. Su abogado le rogó que se abstuviese de hacer locuras, pero Billy tenía un plan: con tan sólo unos dólares y un mapa bajo el brazo, esperó al toque de queda para sortear a los centinelas y trepar hasta el patio. En medio de la tormenta, consiguió arrastrarse hasta el bote de unos pescadores.
Durante días, Hayes navegó a la deriva y el viento lo desvió de su itinerario. Corrió sin perder de vista la línea de costa y llegó a Bursa, donde buscó habitación en un modesto hotel y se tiñó el pelo de negro. Viajó a Edirne, donde un hombre le llevó en su coche. Siguió a pie y llegó al río Maritas, el último trecho de su periplo. Se sumergió en el agua helada y nadó a contracorriente. Hasta que una bayoneta salió entre los árboles. Al despertar, se hallaba de nuevo en una celda, pero la cárcel no era turca, sino griega. Dos semanas después, fue deportado a su país.
Tras regresar a EEUU, Billy completó sus estudios y escribió una novela sobre su vida ayudado por el escritor y periodista William Hoffner. El filme incluyó escenas que no tienen nada que ver con la historia real, como las que muestran la violación del prisionero por parte de los guardas o el asesinato de uno de ellos.
"No escribí ni dirigí la película, pero debo aceptar mi parte de responsabilidad por el daño que ha causado. El retrato de la prisión y de los turcos no era exacto, y quedó la falsa impresión de que los turcos eran como los que aparecían en la película", declaró Hayes en 2007.
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