En la selección española aún escuece la derrota en la final del Eurobasket que se disputó en Madrid en 2007. Rusia ganó contra todo pronóstico y prolongó el gafe de la selección española en esta competición. Un mal fario que se remonta a la primera edición del Eurobasket en 1935, en la que España perdió ante Letonia. Desde entonces España ha jugado cinco finales más (1973, 1983, 1999, 2003 y 2007) y en todas cayó derrotada.

Pero fue la derrota de 2007, en casa y cuando todo soplaba a favor, la que ha multiplicado la necesidad de ganar ese título y no sólo por la decepción y las ganas de desquitarse, sino por algo más objetivo, más tangible: desde hace cuatro o cinco años España es el mejor equipo de Europa, reúne a una pléyade de jugadores que conforman la mejor generación europea de los últimos diez años-a la altura de equipos míticos como la Yugoslavia de principios de los 80 con Delibasic, Dalipagic y compañía o la URSS encabezada por Sabonis- y no ganarlo supondría una gran desilusión. Por todo ello, el Eurobasket se ha convertido en la gran asignatura pendiente del baloncesto español. Y hay que aprobar cuanto antes.