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Un balcón en las nubes

El otoño es la estación ideal para montar un pequeño viaje en globo aerostático

Cristian Biosca

Si queremos tachar de la lista de cosas que hacer en la vida el haber volado en globo, estamos de suerte. En España se puede volar un 70% de los días del año, por lo que el coste del vuelo -unos 160 euros por persona- es de los más bajos del mundo.

La única limitación física para volar es la altura, pues con menos de 1,30 m. de estatura no podríamos asomarnos por el borde de la barquilla y nos perderíamos lo mejor de la experiencia.

Considerada por los expertos como la forma más segura de volar, la aerostación ha cambiado muy poco desde el primer vuelo de los hermanos Montgolfier el 5 de junio de 1783, aunque, como es lógico, se han mejorado los materiales de los que está hecho el globo y las técnicas de pilotaje.

Para evitar las corrientes térmicas, y hacer aún más segura la experiencia, se vuela al amanecer o en las horas previas al ocaso. La velocidad del globo durante el vuelo y el aterrizaje será la misma que la del viento por lo que nunca se vuela cuando éste supera los 10 ó 12 kilómetros por hora.

Ascenso silencioso

Los quemadores, que funcionan con propano y van instalados en la parte superior de la barquilla, calientan el aire contenido en el globo y así, gracias al propio aire, nos elevamos en silencio.

La sensación de movimiento es mínima y las peculiaridades del vuelo hacen que incluso las personas aquejadas de vértigo puedan disfrutar del mismo.

Es una experiencia tranquila, silenciosa, casi relajante. El vuelo en globo encierra, no obstante, el sabor de las grandes aventuras debido a que no puede dirigirse. Las únicas opciones del piloto son calentar más el aire contenido en la vela para subir, o bien, liberar parte del aire contenidopara bajar.

Además del ascenso y el descenso el globo puede girar sobre sí mismo, lo que no permite ningún cambio de dirección. Sin embargo, el piloto puede cambiar la altura en busca de corrientes de aire que lleven una dirección determinada y con ellas modificar el rumbo.

Aterrizaje sorpresa

A pesar de ello la duración del vuelo y nuestro punto de aterrizaje son siempre una emocionante incógnita. El vuelo es seguido en todo momento desde un vehículo de apoyo en tierra que permanece en contacto por radio con el piloto, quien informa de la trayectoria y posible destino. Una vez en el suelo el vehículo se acercará a recoger el equipo y a los pasajeros.
Es interesante llegar con tiempo a la zona de vuelo para observar el proceso de montaje e hinchado que dura unos 30 minutos.

Por regla general, desde que se inicia la preparación del globo hasta que volvemos a tomar tierra y nos recoge el vehículo de apoyo, pueden transcurrir entre tres y cuatro horas. Una experiencia inolvidable que seguro querremos repetir.

Para comprender la aventura del vuelo en globo aerostático nada mejor que leer la que vivieron Jaume Llansana y sus compañeros en África en Globo, cuando cruzaron África a merced de los alisios siguiendo las huellas de un globo de ficción, el Victoria, de Cinco semanas en globo,
de Julio Verne.

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