Este artículo se publicó hace 15 años.
La Biblioteca Nacional de China, del último emperador, cumple un siglo
La Biblioteca Nacional de China (NLC, en sus siglas en inglés), considerada como la tercera mayor del mundo y fundada en 1909 bajo mandato del emperador Pu Yi, último representante de la dinastía Qing, cumple hoy su primer centenario.
Con más de 27 millones de ejemplares y 250.000 metros cuadrados de superficie, el complejo cultural se alza imponente en la calle Zhongguancun, en el noroeste de Pekín.
"Tanto por número de libros como por capacidad y tamaño, estamos en la vanguardia de las bibliotecas del mundo", afirma el director de la Biblioteca Nacional, Zhan Furui, en una entrevista con Efe. "Somos la mayor biblioteca de Asia".
Sólo la Biblioteca del Congreso, en Washington, y la Biblioteca Nacional de Moscú superan al recinto pequinés en todo el planeta.
En cien años de vida, la Biblioteca Nacional de China ha cambiado de nombre a medida de los distintos regímenes que han gobernado el gigante asiático: fundada en 1909 como Biblioteca Capital, posteriormente renombrada como Biblioteca de Peiping y Biblioteca de la Capital, hasta que en 1998 fue reconocida finalmente con su actual nomenclátor.
El aumento de tamaño y de fondos, de los mil metros cuadrados a los actuales 250.000, también obligó a su traslado geográfico.
Desde el enclave original situado en el histórico templo Guanghua, al lado del Palacio Imperial, hasta el moderno recinto inaugurado en septiembre del año pasado y diseñado por el estudio alemán de arquitectos KSP Engel y Zimmermann.
Para celebrar sus primeros cien años de funcionamiento, la institución realiza una serie de simposios y exposiciones en las que muestra patrimonio, historia y curiosidades de este primer siglo de vida.
Entre los documentos que se exhiben destaca el carné de socio de la biblioteca de Mao Zedong, con el simbólico número 1, aunque, paradójicamente el líder comunista nunca llegó a visitar el recinto.
Los historiadores chinos aseguran, sin embargo, que su secretario usaba el carné de Mao con frecuencia para tomar prestados numerosos tomos, que el "Gran Timonel" se hacía llevar hasta su despacho.
"La Biblioteca Nacional guarda más de 1.640.000 reliquias y documentos de la cultura clásica china, la colección documental más completa que existe", agrega Zhan, quien también es un reputado escritor y crítico literario.
Tesoros históricos como las escrituras en huesos y conchas de tortuga que datan de la dinastía imperial Shang (1766-1122 a.C.), textos budistas del siglo VI o manuscritos de los archivos imperiales forman parte del valioso patrimonio del centro.
"Nuestra primera función es transmitir la cultura de China. Tomamos la responsabilidad de ofrecer documentos para la consulta de nuestro líderes, para facilitar sus decisiones. También contribuimos a la investigación y la enseñanza, y a los simples lectores", asevera Zhan.
La Biblioteca pone como ejemplo la gestión de los lagos formados por el movimiento de tierras tras el terrible terremoto de Sichuan, en mayo del año pasado, que mató a 88.000 personas, y en los que el centro aportó los registros históricos de geología y sismología en los últimos cien años.
En este siglo, la Biblioteca se ha tenido que enfrentar a amenazas como la invasión japonesa (1937) o la Revolución Cultural iniciada por el propio Mao (1966-1976), que obligó a los trabajadores y conservadores a esconder los archivos e incluso trasladarlos al sur de China.
Diariamente, más de 10.000 personas visitan la biblioteca, lo que acerca la cifra a los cuatro millones de visitantes anuales.
El mayor reto ahora para la NLC, como en todos los archivos físicos y susceptibles de dañarse, es la digitalización de sus fondos.
De momento, el proceso ocupa más de 180 terabytes de memoria, en un desafío que se inició en septiembre de 2008, coincidiendo con la mudanza al nuevo edificio, y que afirman que terminará a finales del próximo año.
"La gente todavía prefiere leer los libros físicamente, pero la digitalización abre muchos campos", apuntó Sun Yigang, director de la Oficina del Centenario de la NLC, a la agencia oficial Xinhua.
"El papel probablemente desaparecerá algún día de la faz de la Tierra, así que es una razón por la que instituciones como la Biblioteca Nacional de China deben ser conservadas y celebradas, como un tributo al compromiso del hombre con la palabra escrita", sentenció.
Guillem Martínez Pujol
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