Público
Público

El guardián inesperado

El joven guardameta madrileño sustituye a Asenjo, convocado para disputar el Mundial sub 20

PEPE GARCÍA-CARPINTERO

En un barrizal de Fuenlabrada, un chaval de diez años soñaba cada día con imitar a su ídolo, Molina, en la portería del Atlético. Atendía al nombre de Roberto y comenzó a ponerse bajo los palos 'porque de central no le pegaba ni a las piedras'.

Hoy lucirá el escudo del oso y el madroño en el Camp Nou y despertará del sueño que persiguió por esos campos llenos de lodo en los que de cada mil niños sólo uno llega a Primera. Un destino para el cual, según la mayoría de los técnicos de las categorías inferiores rojiblancas, parecía predestinado Roberto. 'Desde pequeño siempre soñé con este momento. He mamado la historia de este club y llegar aquí es lo máximo. Estoy preparado y confío en mis posibilidades', explica el guardameta a Público tras el entrenamiento a puerta cerrada decretado ayer por Abel.

Para Roberto (Fuenlabrada, Madrid. 1986), el fútbol ha sido cuestión de tenacidad y, por qué no, de estar en el sitio idóneo en el momento justo. Así se cuajó su fichaje por el Atlético, en edad alevín, cuando Manolo Rangel, que entrenaba al infantil rojiblanco, fue a ver a ese barrizal fuenlabreño a un jugador recomendado por Fernando Torres. Al final, acabó fichando a un larguirucho portero, que dos años antes sólo daba patadas en judo. El amigo de Torres se quedó en el camino y Roberto comenzaba su particular senda hacia el primer equipo rojiblanco.

'Cuando eres pequeño lo ves todo como un hobby. Toda esa etapa es de transición, hasta que llega un momento en el que te vas haciendo mayor (15-16 años) y ves que a lo mejor puedes comer de esto y puedes soñar con defender algún día la portería del primer equipo', reflexiona el cancerbero, que ha pasado por todos los equipos de la cantera rojiblanca.

Para Roberto no será la primera vez que se ponga bajo los palos rojiblancos. Un accidente mayúsculo hace ya casi cuatro años le hizo abandonar el filial por un día y debutar de forma inesperada. Tres metas lesionados -Leo Franco, Cuéllar y Galán- y uno sancionado Falcón le colocaron de titular en Pamplona, con un campo helado, en la jornada antes del parón navideño y con la era Bianchi a punto de terminar.

El Atlético perdió, pero a diferencia de lo que sucedería después con su compañero Cuéllar tras la goleada del Barça en el Calderón (1-6), aquel diciembre de 2005 nadie se acordó del portero. 'Recuerdo aquel día con cariño. Fue especial porque no me lo esperaba. Ahí estaba yo en la portería del Atlético y aunque se perdió (2-1), guardo un grato recuerdo de mi actuación'.

Ahora, y de nuevo por un incidente inesperado, la marcha de Asenjo al mundial sub 20, la titularidad se le vuelve a echar encima. Esta vez el rival no tiene nada que ver con el de su debut. Messi, Ibrahimovic y Henry rondarán su arco. 'Han pasado ya 4 años desde el partido de Pamplona eso en un futbolista es una etapa muy importante. A lo mejor no tengo mucho que ver con aquel portero. Técnicamente he mejorado, me noto más sobrio y seguro... Me siento portero', se sincera.

Pero, como cualquier canterano, no lo ha tenido fácil para llegar hasta la titularidad en el primer equipo. La puerta se le cerró de un portazo cuando el club decidió apostar por extranjeros Leo Franco, Abbiati y Coupet que cortaban su progresión y tuvo que emigrar a Tarragona y Huelva para sentir lo que significa ser portero. 'Aunque hay grandes porteros fuera de España, para nosotros, los que venimos desde abajo, es importante ver que jugadores de la cantera llegan al primer equipo', dice mientras empieza a recordar los dos largos años que vivió fuera del Manzanares.

'Las cesiones me han venido bien para conocer el fútbol profesional. Siempre tienes miedo. No sabía cómo iba a ser el cambio de un club, acostumbrado a vestirme todos los días de rojiblanco, y tenía miedo a saber qué se siente al cambiar de club, como en Tarragona, donde llegaba a un vestuario veterano. Al final, la experiencia fue sensacional. Jugué y vi como crecía en cada partido', prosigue Roberto.

El camino de rosas al que parecía predestinado Roberto se quebró en Huelva. 'Las expectativas eran muy buenas en el Recreativo. El club confiaba en mí, pero me lesioné al principio de temporada y la portería se alejó. Aprendí el oficio de ser suplente, era el primer año que lo sufría, pero me ha servido para centrarme y ver todo con otra perspectiva. Fue el primer año que lo sufría y se aprende, ya te digo que se aprende', explica al rememorar cómo vivió a la sombra de Riesgo.

Roberto regresó el pasado verano a su casa, el Calderón. Nadie parecía contar con su llegada, pero García Pitarch le comunicó que hacían efectiva la cláusula de recompra y le colocó como segundo portero tras Asenjo, recién fichado del Valladolid. Ahora tendrá seis citas para demostrar su valía.

'La semana ha sido de lo más normal en cuanto a trabajo. Dentro del vestuario he tenido el mismo trato que antes y eso me gusta y lo agradezco. Es una señal muy importante para mí, porque veo que los compañeros confían en mí y si no me dicen nada es porque están tranquilos. Para un portero eso es algo vital. Sentir que los defensas confían en tus posibilidades te aumenta la moral', explica el guardameta, que reconoce que ante el Barça, o cualquier equipo de esa entidad, los detalles son fundamentales y cualquier ayuda es buena. 'Esta claro que los rivales a los que nos enfrentamos no necesitan presentación. Pero estamos hablando del máximo nivel. Visionamos vídeos, jugadas, analizamos al rival al máximo, pues en los pequeños detalles se deciden los partidos y el Barcelona, con el peligro que tiene, no iba a ser menos', afirma.

Aún así, el Atlético tiene una curiosa leyenda negra cuando tiene delante una camiseta azulgrana. En las últimas temporadas, la portería rojiblanca siempre ha tenido una incidencia en estos encuentros. Siete guardametas diferentes en una década. La pasada temporada, Coupet fue el encargado de recoger la media docena de goles que le endosó Messi y compañía. En 2007, Abbiati debutaba con el Atlético y falló estrepitosamente en Barcelona. Y la lista continúa con Aragoneses, Burgos y Molina. Leo Franco, en cambio, nunca perdió en el Camp Nou.

Roberto reconoce que no tiene ningún temor al partido de esta noche. 'Esto es fútbol', dice, y confiesa que no ha hablado de forma especial con nadie sobre el encuentro de hoy. Sí reconoce que le dan consejos, sobre todo Bastón, preparador de porteros, pero no está nervioso. Al menos, hasta ayer. Ni tan siquiera el fantasma de lo que le paso a Cuéllar hace dos temporadas en el Calderón le hace temer ante una mala actuación: 'No temo nada porque no espero nada bueno ni malo. Voy a aportar todo lo que pueda y creo que puedo ayudar a ganar el partido. Estoy convencido y, lo que es más importante, estoy preparado'.

Es verdad, parece tranquilo. Ayer, su madre y Simba, su dálmata, le acompañaron al entrenamiento. Todo apoyo es poco.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias