Este artículo se publicó hace 15 años.
Huérfanos de compromiso
Amigos y compañeros del poeta uruguayo se despiden con las palabras cargadas de ternura y amargura, en uno de los días más grises y tristes de los últimos años en la ciudad de Montevideo
Testigo inmenso e íntimo del último adiós al poeta, el cielo montevideano ocultó ayer los tibios rayos del sol otoñal para dar lugar a una leve llovizna que, cómplice de todo, ayudó a disimular las lágrimas de dolor y tristeza que esta muerte deja en el corazón de los cientos de miles de lectores que tiene la obra de Mario Benedetti en todo el mundo.
Quienes se acercaron al Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, subieron como en una procesión los 53 escalones que van desde la calle al recinto donde a través de una alfombra roja y ya sin tregua el cuerpo amortajado de Mario Benedetti, rodeado de antorchas de bronce y coronas de flores que iban poblando los costados de la capilla ardiente, parecía estar dormido o soñando un poema.
Pluma amarga"Una persona como Mario nunca muere, se siembra", dijo el presidente Tabaré Vázquez tras visitar la capilla ardiente para rendir tributo a Benedetti.
Allí, los amigos de este pequeño gran hombre, que supo pintar como ninguno la decadencia de un país que en su tiempo lo trató muy mal, casi hasta ignorándolo porque no supo comprender la importancia que tenía cada una de sus palabras, hablaron con Público de lo que fue este hombre que supo hacer de las palabras lo que quiso, llegando a convocar en miles de páginas en blanco el silencio de la poesía, el largo aliento de la novela, los acordes de la canción, la anécdota del cuento, el rigor del ensayo y la acción del teatro, y que supo hacer de esas palabras una forma de vivir adrede.
"Sus versos son una luz para seguir ese camino hacia la verdad""Sé que en este momento toda España siente el mismo dolor que sentimos nosotros en Uruguay, porque Mario era así, un hombre que se hacía querer por todos", dijo a este periódico Mauricio Rosencof, escritor y amigo de Benedetti. Además, éste quiso destacar también el compromiso con el otro, "de una solidaridad inquebrantable".
"Un hombre entero, de una ética y moral única. A ese Mario me gustaría despedirlo con las palabras de otro poeta, que decía compañero del alma, compañero. Hoy en Uruguay, un país al que le estamos arañando la tierra para saber dónde están nuestros compañeros desaparecidos, los versos de Mario son una luz para seguir ese camino hacia la verdad", cuenta Rosencof. Porque como él dijo, "el olvido está lleno de memoria". Según estas palabras, la identidad hoy sería imposible concebirla sin la peripecia política y poética de la vida de nuestros poetas y entre ellos, de Mario Benedetti.
Leer sin lágrimasPor su parte, el músico Daniel Viglietti, señaló: "A mí, a pesar de la profunda tristeza por la que todos pasamos este día, me gustaría recordarlo defendiendo la alegría, la lealtad, la esperanza... como él siempre lo planteó y no sólo en su obra, sino también en su actitud". Porque Mario defendió la revolución, fue un ser comprometido con su pueblo y con América Latina, "donde ya lo deben estar extrañando muchísimo y donde se le está llorando".
Sin embargo, el músico señaló que para leer con calma en estos momentos al escritor uruguayo debemos secar nuestras lágrimas hoy más que nunca. "También hay que decir que a la hora de la muerte, los que no han sido amigos de Mario también se acercan para despedirlo", cuenta. "Estoy muy conmovido porque he sido testigo de lo que Mario fue amado en España, donde trabajamos juntos muchas veces y donde pude respirar ese amor que los españoles siente por él", dijo este amigo íntimo del poeta.
"Mario fue un hombre bueno", dijo su amigo Hugo AchugarHugo Achugar, poeta, amigo de Mario y actual director de la Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura, quiso destacar, más allá del "inmenso poeta que había en él", al enorme intelectual "comprometido con su tiempo, coherente hasta la muerte con su modo de pensar y vivir". Como Achugar dice, más allá de todo esto, "Mario Benedetti fue un hombre bueno".
"La muerte de Mario, si bien era inminente, no hace más que dejarme triste. La entrañable amistad que mantuvimos durante más de 50 años sólo me permite decir algo sobre su figura humana, sobre su ser: Mario Benedetti fue uno de los hombres con más ternura que conocí", explicó a este periódico la poeta Sylvia Lago, amiga del escritor y de su esposa Luz López Alegre, fallecida en 2006.
Víctor Cunha, poeta y músico, de los pocos autores que se declara no seguidor acérrimo de su línea poética, aclaraba que "Benedetti fue Benedetti el hombre y fue, a la vez, Benedetti el escritor, con varios escritores dentro de su pluma". Si bien recorrió todos los géneros, recuerda el músico, sin duda fue, "ante todo, poeta". "Y sólo un buen poeta deja en sus Inventarios todas las llaves para abrir las puertas y encontrar las respuestas a las muchas preguntas que uno, más allá del goce de la lectura, se puede hacer como poeta", reapuntaba su amigo.
Rodeado de figuras del gobierno, de la política, del arte, la música y la literatura, así como también de gente común y corriente que se arrimaba a la capilla ardiente para darle el último adiós al poeta y dejarle además de flores, varios bolígrafos cumpliendo con su deseo.
Benedetti parecía estar allí comentando con todos que esta vez sí aceptó la invitación de la muerte, sin amargura, como si fuera una realidad única e irreversible, capaz de hacerle dar a luz -como lo hizo en Rincón de Haikus- un verso irrepetible: "Cuando me entierren / por favor no se olviden / de mi bolígrafo". Que así sea.
"Sus poemas no están en la esencia de la poesía"Durante la presentación ayer de su libro de memorias, ‘Un armario lleno de sombra’, Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) fue preguntado por Mario Benedetti, lo que no le sentó demasiado bien. “Ya me han preguntado tres veces por él –espetó–. Respeto la modalidad lingüística de su poesía, pero no la comparto. Cumplió consigo mismo, pero pienso que tanto Benedetti como algunos de sus epígonos y antecesores no están en la verdadera modalidad esencial del pensamiento poético, que ni es discursivo ni informativo. Es de otra naturaleza que determina un lenguaje distinto”. Tras conocer estas declaraciones, el editor del uruguayo en España, Chus Visor, manifestó que “si a Benedetti no le han dado el Cervantes es porque se lo dan a poetas como estos”, en alusión al Cervantes que Gamoneda recibió en 2006.
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