Este artículo se publicó hace 4 años.
Los incendios forestales se desploman en el año de la pandemia
Hasta el 30 de agosto, el último avance estadístico oficial, la superficie arbolada quemada en España ascendía a 44.484 hectáreas, cuando la media de la última década rozaba las 67.000. Los grandes incendios de Huelva y Cáceres, desatados a finales de agosto, han trastocado a última hora la trayectoria de un año que estaba registrando un comportamiento excepcional. Con todo, si el curso no se tuerce, el de la Covid será un año razonablemente bueno en incendios.
Aristóteles Moreno
Madrid-
El confinamiento por causa de la pandemia puede haber jugado a favor de los bosques de España, a tenor de las cifras provisionales de incendios forestales registrados hasta el 30 de agosto pasado, según el avance publicado por el Ministerio de Transición Ecológica. Hasta ese día se quemaron 44.484 hectáreas de superficie arbolada, una tercera parte de la media siniestrada en la última década. Con respecto a 2019, la diferencia es aún mayor: ese año quedaron asoladas 72.857 hectáreas.
El descenso de superficie calcinada de este año es, por ahora, muy notable. Baste recordar que en 2012 se quemaron durante los ocho primeros meses del año 198.172 hectáreas, casi cinco veces más que en 2020. El año 2017 también fue un curso fatídico: 87.178. Los datos deben ser tomados con cautela. Aunque incluyen los meses más cálidos del año, aún son cifras provisionales y septiembre y octubre pueden anotar siniestros de envergadura, tal como sucedió, por ejemplo, en 2017. Prueba de ello es que entre la publicación del avance del 23 de agosto y este último de final mes se han producido dos grandes incendios que han devastado unas 16.000 hectáreas más. En Almonaster (Huelva) se han quemado más de 12.000 en el peor siniestro del año y en Cabezuela del Valle (Cáceres), otras casi 4.000.
En relación al número total de incendios, el avance de final de agosto también revela un buen comportamiento en términos comparativos. Hasta el 30 del mes pasado, se habían producido en España 5.871 fuegos, casi tres mil menos que la media ponderada de la última década. El año pasado el número de incendios alcanzó los 9.108. La estadística oficial del total de siniestros incluye los conatos, que son los inferiores a una hectárea, y que representan el 67% del global. A partir de 500 hectáreas calcinadas, se consideran grandes incendios. Y este año se habían producido ocho, a los que hay que sumar los dos de Huelva y Cáceres.
La organización ecologista Greenpeace valora positivamente la significativa reducción de incendios hasta la fecha. "Pero no podemos bajar la guardia", alerta Mónica Parrilla, ingeniera técnica forestal y responsable de la campaña de incendios del grupo ambientalista. La activista pide prudencia a la hora de ponderar los datos y recuerda que en 2017 el mes de octubre desbarató todas las estadísticas publicadas hasta la fecha con una cadena de incendios de grandes dimensiones. Mónica Parrilla, además, subraya que cuando se trata de destrucción de masa forestal nunca se puede hablar de "buenos datos", aunque comparativamente con años precedentes lo sean.
El área más afectada de España hasta el 23 de agosto fue la noroeste, que incluye las comunidades autónomas de Galicia, Asturias y Cantabria, más León y Zamora. Esa zona sumó casi el 44% de la superficie arbolada quemada. Le sigue la costa mediterránea, con el 32%, mientras que las comunidades interiores, incluido el País Vasco, aglutina el 19% y Canarias, el 4,7%. El noroeste acapara la mayor parte de los incendios forestales porque es la franja con una mayor masa boscosa de España, gracias a sus favorables condiciones climáticas y orográficas.
Los ocho grandes incendios producidos hasta el avance del 23 de agosto representan el 25% de la superficie quemada, según la estimación efectuada por Greenpeace. Más de 4.130 personas tuvieron que ser desalojadas como consecuencia de la virulencia de los siniestros. El 95% de los incendios son causados por la acción humana, ya sea de forma accidental o intencionada.
En opinión de la experta ambientalista, para certificar con claridad si el confinamiento por la pandemia ha sido un factor determinante en el notable descenso de fuegos habría que esperar al informe de fiscalía, donde se identifican las circunstancias específicas de cada siniestro. En lo que sí ha influido el estado de alerta, según Parrilla, ha sido en el retraso de las labores preventivas y de equipamiento de los equipos. "Hay problemas estructurales en la gestión de los bosques, que llevan décadas de desidia y abandono", lamenta la ingeniera técnica forestal.
Pese a los buenos datos relativos de este verano, Greenpeace recuerda que la emergencia climática sigue siendo una seria amenaza para la integridad de los bosques. La propia Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha incrementado en cinco semanas la temporada de peligro estival a causa del calentamiento global. En un informe difundido el pasado año, el análisis detallado del periodo 1971-2000 revela "un aumento, tanto en frecuencia como en intensidad, de las anomalías cálidas en las últimas décadas en todo el país". El estudio de Aemet señala que el verano se está alargando a razón de 9 días por década, lo que incrementa sensiblemente el riesgo de incendios cada año.
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