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De intimidantes a ridículos, cada narco mexicano tiene su apodo

Reuters

Por Anahí Rama

Parecen sacados de una serie de televisión y en muchos casos hasta provocan una sonrisa, pero Tony Tormenta, El Hummer, La Barbie, Winnie Pooh o El Erótico son algunos de los apodos de los narcotraficantes más peligrosos y sanguinarios del mundo.

Todo vale para los motes en la cultura de la droga mexicana: Pueden aludir a características físicas, a la forma de matar que tiene el sujeto, a su apellido, a los lugares donde operan, a sus estudios, o incluso a los coches que conducen.

Jaime "El Hummer" González Durán, de mirada torva y ancha mandíbula, dirigía gran parte de las operaciones del cártel del Golfo antes de acabar entre rejas. Se ganó su apodo al prohibir a todo el bajo mundo de la ciudad fronteriza de Reynosa comprarse un coche Hummer como el suyo, bajo amenaza de muerte.

Los motes son la marca registrada de cada miembro de los cárteles y todos, desde líderes hasta sicarios de menor nivel, deben tener uno para distinguirse de la manada. Eso les ayuda a escalar dentro de las organizaciones, cuya violencia para conquistar las rutas de tráfico se ha convertido en el mayor dolor de cabeza de seguridad de México.

"Ni tu jefe narco ni nadie te va a recordar si no aceptas apodos (...); funcionas ahí dentro si tienes un apodo", explicó un mando intermedio de la policía federal capitalina, que pidió permanecer en el anonimato.

Hay apodos que meten más miedo, como "El Verdugo", que alude el principal líder del poderoso cártel del Golfo, Heriberto Lazcano Lazcano, también conocido como "el Lazca".

A esa organización pertenece también "Tony Tormenta", Ezequiel Cárdenas Guillén, hermano del histórico jefe de la organización Osiel Cárdenas Guillén.

Osiel, condenado a cadena perpetua en una cárcel estadounidense, se ganó el apodo "el Mataamigos" por supuestamente haber mandado a asesinar a su socio Salvador "Chava" Gómez para escalar en el cártel.

APODO DE MUÑECA

La lucha entre los cárteles rivales por el control del lucrativo tráfico de drogas hacia Estados Unidos ha dejado un saldo de 14.000 muertos desde que el presidente mexicano Felipe Calderón lanzó una campaña contra ellos en diciembre de 2006, desplegando decenas de miles de soldados y policías.

Las ejecuciones y las decapitaciones entre bandas rivales son cosa de todos los días, sobre todo en el norte de México.

Uno de los narcotraficantes más sanguinarios es Edgar Valdez Villarreal, del cártel de los Beltrán Leyva. Su apodo contradice la crueldad que se le atribuye: "la Barbie".

Al narcotraficante más buscado de México, Joaquín Guzmán, se le conoce como "el Chapo", como llaman en el norte del país a las personas de baja estatura. Guzmán mide unos 1,55 metros.

"Los apodos buscan establecer un sistema de pertenencia y de prestigio y también buscan una ofensiva mediática. Pero además sirven a los agentes de investigación para seguir la trayectoria de los personajes", dijo Pedro de la Cruz, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Puede que no todos los apodos gusten a sus portadores, y que hasta en algunos casos suenen ridículos, pero definitivamente se han convertido en una poderosa carta de presentación, según la policía.

"¿Crees que a la Barbie le gusta que le digan así? Pero le quedó ese apodo porque es muy güero (rubio) y terminó aceptándolo y ahora hasta es un símbolo de poder. Tampoco creo que al Chapo le guste que le digan así. Simplemente le quedó", dijo el policía de la Ciudad de México.

Solo unos pocos saben en qué circunstancias recibió Óscar Guerrero Silva el sobrenombre de "Winnie Pooh", por qué a Alberto Espinoza Barrón le conocen como "la Fresa" y a Germán Torres Jiménez como "el Tatanka", o cómo se ganó Gustavo González Castro su mote "el Erótico".

Víctor Clark, presidente del Centro Binacional de Derechos Humanos en Tijuana y estudioso del narcotráfico en esa ciudad fronteriza, dijo que con el tiempo ha visto variar los apodos en la zona, de sobrenombre más formales a otros más intimidantes.

"Las actuales generaciones de narcos son más agresivos y violentos", sostuvo.

Y sus apodos lo reflejan. Basta ver el caso del violento sicario José Filiberto "la Perra" Parra, o el de Santiago Meza López, conocido como "El Pozolero" porque disolvió en ácido los cuerpos de 300 enemigos. El pozole es un guiso mexicano.

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