Este artículo se publicó hace 15 años.
Marcados por el anticristo
Charlotte Gainsbourg y Willem Dafoe se someten a la visión alucinada de un director terrible, Lars von Trier, que firma en Anticristo su película más polémica en años
Lo de provocador, en el caso de Lars von Trier, suena casi a apellido, a muletilla grapada a su siempre extrema filmografía. El (ya no tan) niño terrible del cine europeo no sólo es un torturado, sino también un torturador visual que una vez más (y quizás más que nunca) ha plasmado sus miedos en una película: la madre de todas las polémicas del año, Anticristo, que llega a las salas españolas el próximo viernes y que incluye el sadismo más explícito visto en el cine del director. La intensa rumorología que rodea al danés apunta también a que, tras el creador de aquel manifiesto noventero bautizado como Dogma 95, se esconde un ogro para sus actores. Un tipo desequilibrado y exigente, que empuja hasta el límite la capacidad de resistencia de los que trabajan con él.
Recuerden a Björk. A la islandesa se le quitaron las ganas de volver a hacer cine después de los cuatro meses de rodaje de Bailar en la oscuridad (2000). Ni siquiera el premio a la mejor actriz en Cannes la hizo recapacitar. La cantante llegó a acusar a Von Trier de ser un sexista y un maltratador. El danés la respondió tildándola de exhibicionista emocional, en una nutrida y entretenida lucha de egos. Para Nicole Kidman el rodaje de Dogville (2003) tampoco fue ningún bálsamo. De hecho, la actriz había acordado con el director protagonizar su trilogía sobre Estados Unidos y se rajó ya en la segunda entrega, Manderlay (2005).
Anticristo es un viaje casi alucinógenoa las zonas más oscuras del ser humanoQuizás por eso, cuando uno se encuentra con unos calmados, pero apasionados, Charlotte Gainsbourg y Willen Dafoe en una cabaña junto al mar en el exclusivo Hotel du Cap de Cannes, y escucha una y otra vez palabras de adoración hacia el cineasta, piensa que algo no cuadra. Eso o que el director de Rompiendo las olas (1996) ha encontrado en esta pareja de intérpretes inconformistas la horma de su incómodo zapato.
Dafoe y Gainsbourg son la pareja protagonista del psicodrama de terror con el que Von Trier desató la ira de las hordas cinéfilas en Cannes. Que si es un loco, perturbado, misógino que se atreve a compararse a Tarkovski (al ruso le dedica la película). En el otro lado, que si el cine está para derribar barreras, que si ya está bien de medias tintas, que si es una obra maestra en la creación de atmósferas (que lo es). Lo cierto es que la insana Anticristo fue protagonista de las más sanas y encendidas charlas del festival.
Todo por LarsGainsbourg: "Me puse en una posición muy vulnerable porque podía confiar en Lars"Dafoe y Gainsbourg, en cambio, no alojan dudas ni resentimiento. Al contrario, el actor amante del riesgo y los filmes levanta-llagas (La última tentación de Cristo, de Martin Scorsese, por ejemplo) reconocía a Público que conoce a poca gente que dé tanto de sí misma en cada película. "Es verdaderamente emocionante e inspirador", afirmó. "Lars está siempre haciendo algo único, inteligente y desafiante", dijo el actor, que ya trabajó con el danés en Manderlay. Para Gainsbourg, Anticristo marca un antes y un después en su carrera, movida por el espíritu transgresor heredado de sus padres, Jane Birkin y Serge Gainsbourg. "Me da miedo no encontrar un proyecto tan intenso e interesante como éste", reconocía días antes de recibir el galardón a mejor actriz en el certamen francés, de la mano de otra amante de lo extremo, la francesa Isabelle Huppert. La Croisette recompensó el desmesurado sacrificio (físico y emocional) de la actriz, cuyo personaje pasa por todo trance imaginable: la pérdida de un hijo, el pánico, y la locura que desembocan en la tortura histérica de su marido (Dafoe), una ablación y hasta un estrangulamiento.
"Estaba deseando llegar tan lejos como él quisiera", reconoció con voz tenue Gainsbourg. "Me puse en una posición muy vulnerable porque sabía que podía confiar en él. Traté de no tener ninguna barrera, sólo dejarme llevar, sabiendo que él estaba allí para agarrarme en todo momento. No había brutalidad en su manera de mirarme y estar conmigo, aunque su manera de rodar incluso una escena normal es llevarte al extremo".
El Edén es oscuro"Pone a las mujeres en situaciones de drama y sufrimiento. Pero las coloca en un pedestal"Miedo y dolor. Anticristo es un viaje casi alucinógeno a las zonas más oscuras del ser humano. No en balde, Von Trier ha reconocido que los personajes animales que se cuentan entre los que más mofa causaron en Cannes proceden de visiones que tuvo en una serie de viajes chamánicos que realizó hace más de una década. El zorro parlante que clama, antes de que todo se vaya al garete, aquello de "Chaos reigns"("caos reina") está entre ellos.
Sin asomo de sutileza, Von Trier no concede tregua a su habitual sadismo, que esta vez cubre con el manto de un cuento de terror. Anticristo es una pesadilla en el Edén (así llama el irónico director a la cabaña a la que se retira la pareja). De los protagonistas, no sabemos sus nombres. Son Él y Ella. Un matrimonio que pierde a su hijo mientras hace el amor al ritmo lento de una pieza de Haendel. Una obertura fría y monumental en blancoy negro.
Entonces empieza la excursión hacia el infierno, hacia lo grotesco. Ella cae en la culpa, el pánico, la depresión; él intenta agarrarla y conducirla mediante una psicoterapia de choque que la enfrenta a sus miedos más íntimos. Pero la naturaleza, donde se refugian para el duelo, resulta ser un espacio desapacible y cruel. Un territorio de muerte y dolor, testigo y complemento de un amor materno que se convierte en monstruoso.
Dafoe: "Puede que el rodaje no fuera fácil, pero definitivamente fue un placer"¿Otro episodio más en la retahíla de barbaridades que ha infligido Von Trier a sus protagonistas femeninas? Recapitulemos. A la Bess de Rompiendo las olas (Emily Watson, toda candor), la condenó a un vía crucis por amor que la llevaría a prostituirse. Tampoco le esperaban rosas a Selma (Björk) en Bailar en la oscuridad, que interpretaba a una ciega enamorada de los musicales y abocada a la tragedia. Pero nada peor que las humillaciones (cadena al cuello y violaciones incluidas) a las que someten los habitantes de Dogville a Grace (Nicole Kidman). Las críticas por misógino en Anticristo no se hicieron esperar, como tampoco, la respuesta enérgica de Charlotte Gainsbourg: "Lars pone a las mujeres en situaciones de drama, tragedia, pena y sufrimiento. Pero las coloca en un pedestal. Sus mujeres emanan una fuerza enorme. Les da tanto poder que no me importa si no es amable. Es su visión y la respeto". A lo que añade con convencimiento: "Me di cuenta de que lo estaba interpretando a él, que Lars es ella".
Mieles, para otrosDesde luego, el rodaje de tres meses en un bosque de Colonia, en Alemania, no fue ningún crucero. Dafoe recuerda cómo tuvo que arrastrar durante horas una enorme piedra que en el filme Gainsbourg ata a la pierna de su pareja tras habérsela perforado. "En el montaje final, salgo en total unos 4 minutos, pero yo la arrastré como de aquí (Cannes) a París", dice, entre risas. "También me pasó con las escenas íntimas, sentí que eran más largas y más extremas al hacerlas que en el resultado final de la película. Creo que pudo haber hecho una edición mucho más áspera con el material que rodó", apunta.
Pero nada que Dafoe no buscara. "Fue un rodaje muy exigente pero placentero porque estás comprometido y eso es algo con lo que todo actor sueña. No lo sentí como doloroso, sino como una prueba. Puede que no fuera fácil, pero definitivamente fue un placer". Entonces, ¿será que de verdad Dafoe se siente horma de Von Trier? "Creo que soy un buen actor para Lars en el sentido en que está en mi temperamento querer someterme a su visión".
Quizás sea porque lejos de todo ego, Dafoe y Gainsbourg se ven más como instrumentos de un director que como intérpretes. "No siento que sea una artista. Lars es un artista y yo soy el material. Y me gusta eso. Me gusta ser usada como una pasta", admite Gainsbourg.
Cemento, entonces, de enorme talento, con el que Von Trier moldeó su último zarpazo, nacido de una depresión que, según Dafoe, no le ha restado buen humor al danés. "Lars es un tipo divertido y con una ironía muy afilada. Creo que cuando haces algo muy extremo hay siempre un lado de humor que permanece en la sombra. Es tan grotesco que se convierte en algo gracioso". Quizás, entonces, las risas casi histéricas que provocó el filme en sus primeros pases no estén tan lejos de lo que el danés imaginó.
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