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La mejor escuadra de fútbol sala del mundo es gallega y feminista

El Pescados Rubén de Burela es una sociedad deportiva de una localidad costera de Lugo que ha apostado por la igualdad y que se ha llevado por segunda temporada consecutiva la medalla de oro de los Futsalplanet Awards a la mejor formación

7/3/22 Las jugadoras del Pescador Rubén, celebrando su victoria en la Supercopa de España el pasado 28 de febrero
Las jugadoras del Pescador Rubén, celebrando su victoria en la Supercopa de España el pasado 28 de febrero. Cedida

La sentencia que figura en la cabecera de estas líneas puede parecer una sobrada. Pero no lo es, créanlo. Es literalmente verdad.

La escuadra femenina del Pescados Rubén Fútbol Sala, una sociedad deportiva de Burela, localidad costera de la provincia de Lugo, lleva dos temporadas obteniendo la mejor puntuación de los Futsalplanet Awards, las medallas que premian a las mejores formaciones, futbolistas, entrenadoras y entrenadores del mundo.

Además, se trata de una entidad feminista, entre cuyas señas de identidad destacan la defensa y promoción de la la lucha por la igualdad, la integración y la multiculturalidad.

"Sí, claro, puede usted decir que somos una entidad feminista", dice Manuel Blanco, quien ocupa la presidencia de la sociedad e integra la propiedad de Pescados Rubén, una empresa familiar de la vecina población de Foz que importa, procesa y distribuye productos y elaboraciones de la pesca.

Blanco explica que la historia del Pescados Rubén empezó en el año 2001 con la escuadra masculina, pero que a partir de la temporada 2008-2009 en la directiva decidieron apostar también por la femenina, como forma de demostrar que su compromiso con la igualdad es real. "Las niñas aficionadas al fútbol sala y a cualquier otra disciplina deportiva tienen que saber que ellas también pueden ser profesionales, y que si se esfuerzan y trabajan, su condición de mujeres no debe discriminarlas", dice Blanco.

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Varias jugadoras del Pescados Rubén, celebando un gol. Cedida

La apuesta no les ha salido mal. Desde el 2008 hasta ahora, las chicas del Burela han ganado dieciocho títulos nacionales e internacionales: cuatro ligas; cuatro copas; cuatro supercopas -la última hace poco más de una semana-; cinco copas de Galicia; una copa de la 4 Nations Futsal Cup... Los últimos once títulos, de manera consecutiva. ¿Se imaginan si todas esas conquistas las hubiera logrado una formación masculina?

Las victorias deportivas del Burela son indudables -la escuadra de chicos también ha obtenido varias importantes-, pero quizá lo más relevante sea la pegada social de otros logros. En el 2018, y mientras el fútbol femenino de España aún debatía sobre si debía profesionalizar a todas las jugadoras de Primera División, el Pescados Rubén de Burela fue la primera entidad deportiva que firmaba un convenio colectivo para garantizar a sus deportistas las mismas condiciones laborales y salariales que la plantilla masculina.

"La negociación fue fácil porque nuestras jugadoras ya eran profesionales desde hacía varias temporada", sostiene el presidente.

El convenio sirvió de pauta para otros clubes al garantizar cuestiones como la renovación automática de las jugadoras en caso de embarazo, la garantía de jornadas libres para atender la crianza de hijos e hijas y ayudas para guarderías y material escolar. Sí, lo crean o no, en esta España de esta misma centuria aún había directivas de entidades deportivas que obligaban a las jugadoras a firmar cláusulas aberrantes, como las que aseguraban su salida del club si se quedaban embarazadas.

"En España se ha avanzado muchísimo en igualdad en los últimos años, pero todavía queda mucho por hacer", explica Manuel Blanco, quien subraya que poder llevar el nombre de una pequeña localidad de pescadores y pescadoras de Galicia por todo el planeta sirve para consolidar su marca como empresa, pero que lo importante no es eso. "Servir de ejemplo en otras naciones donde la discriminación aún es una realidad profunda nos produce mucha satisfacción", concluye.

Las jugadoras del Pescados Rubén juegan en la poliderportiva Vista Alegre, con capacidad para 1.400 asistentes y que suele llenarse. Burela cuenta con una población de unas 9.500 peronas, y el club cuenta con aldedeor de mil socias y socios, y mueve a unas doscientas deportistas de todas las categorías y de varias nacionalidades.

A las jugadoras del Pescados Rubén las llaman las guerreiras laranxas, por el color de su camiseta y por su bravura en el campo, pero también por su capacidad para enarbolar la defensa de la causa feminista en su disciplina deportiva.

"Es cierto que de algún modo nos hemos convertido en referentes, yo me doy cuenta sobre todo en la mirada de los niños y las niñas cuando nos ven en persona", cuenta Patricia González Mota, Peque, una de las mejores futbolistas de la historia del fútbol sala de España. Habla desde la concentración de la selección nacional, con la que ha jugado cuatro copas del mundo y ha ganado una Eurocopa. Ella ya ha perdido la cuenta, pero ha marcado cerca de 360 goles en su carrera.

Peque cumplirá 35 años el mes que viene y se declara feminista, -"¿Cómo no iba a serlo?", dice-, y cree que el club para el que juega también lo es. Y que el hecho de que los niños y niñas las vean a ella y sus compañeras puede servir para acabar con los reductos de machismo que aún quedan en la sociedad española. "Feminismo no es lo contrario de machismo, feminismo es igualdad, y aunque España está siendo un ejemplo de unión en ese sentido, queda mucho por hacer", apunta. "¿Que qué es lo que queda? La igualdad. Hoy no existe igualdad de ningún tipo. Si fuera así, no estaríamos hablando de esto".

En la página web del Burela hay una sección denominada Pioneras que recoge las biografías de una veintena de deportistas de todas las disciplinas y de todas las épocas: futbolistas como Irene Basanta y Ada Hederberg, atletas como Consuelo Cheli Alonso y Wilma Rudolph, montañistas como Edurne Pasabán, pilotos de la Indy 500 como Janet Guthrie, jugadoras de balonmano, esquiadoras, tenistas, nadadoras... Todas guerreiras como Peque y sus compañeras, cuya huella en la historia del feminismo es mucho más relevante que sus victorias deportivas.

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