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Papá, ¡quiero ser Hulk!

Jóvenes y adolescentes acuden a la primera academia de luchadores de Pressing Catch en un gimnasio de Madrid

DIEGO BARCALA

Óscar Arévalo es uno de los alumnos más veteranos del grupo. Tiene 28 años, corte de pelo al estilo de Santiago Segura en El Día de la Bestia, muñequeras negras y no para de sudar sobre una lona de gomaespuma. Forma parte de la recién creada compañía de lucha libre americana NLW (No Limits Wrestling) que ha inaugurado la primera academia española de luchadores de Pressing Catch. Durante dos horas de entrenamiento juega junto a otros adolescentes a ser un Hulk Hogan hipermusculado. Cuando sale del gimnasio, su mente no se aleja del mundo del cómic. Es escritor de novela fantástica y ya ha publicado una novela: Sueños de tormenta, en la editorial Entrelíneas.

'Lo que no mola de las retransmisiones de Cuatro es que no hay Divas', comenta. Se refiere al Pressing Catch femenino. Una especie de pelea femenina sobre el barro pero entre chicas algo tunning. Sus compañeros añaden otras pegas: 'Es que se inventan nombres raros para las llaves', esgrime uno de los jóvenes alumnos. Se refiere a los peculiares apodos que el periodista argentino Héctor del Mar, narrador del programa televisivo, atribuye a los exagerados movimientos de los luchadores: 'Batista se dispone a realizar la sillita eléctrica', por ejemplo.

La clase en el gimnasio Bodymagen, en la calle de Jorge Juan, en Madrid, es una representación coral que no esconde cierto patetismo. Alex Fernández, el entrenador: 'Ese puñetazo no se lo cree nadie', explica y a continuación simula lanzar su puño contra la cara de un alumno a la vez que da un golpe contra el suelo para engrandecer el golpe. El pupilo, de 16 años y escasos kilos en sus extremidades hace su papel y se lanza contra el suelo. Pide el relevo, y otro de sus flacos compañeros entra en el ring y ensaya como enardecer al público con gestos de tipo duro de barrio. Para un ajeno, la escena supera lo hilarante. Para las jóvenes que practican aerobic en la habitación contigua, es simplemente patético.

35 euros a la semana

En la última clase hay ausencias. Falta una de las pocas alumnas con las que cuenta la NLW. El padre de Cori, de 16 años, le ha prohibido ir a entrenar hasta que saque buenas notas. En total, hay 25 alumnos. Las clases, de dos horas, son los martes, viernes y sábados. Los precios van desde los 35 por una clase a la semana hasta los 70 por las tres.

El ensayo no está limitado al aspecto físico de los movimientos. Cada alumno de la compañía cuenta con un personaje. Arévalo es el encargado de elaborar el guión de las galas. Para el próximo 15 de junio han concertado su debut en el polideportivo Alberto Contador de Pinto. No les falta promotor para las peleas. Joaquín Echevarría coordina todo el montaje. Tiene 28 años y asegura que lleva desde los 16 en el mundo de los negocios. Ha contratado a tres estrellas del wrestling (otra de las innumerables maneras de nombrar al show) como reclamo. Son Chris Hero, Sara del Rey y Claudio Castagnoli. Tres personajes de segunda fila cuyo caché asciende a 1.000 euros cada uno, además de los gastos del viaje y el alojamiento. Del Rey es una de las llamadas divas. 'No es nada siliconada, por eso está buenísima', detalla esta especie de Don King a la madrileña. El sexo forma parte del guión. Es uno de los complementos que la WWE (World Wrestling Entertainment) ha añadido a las actuaciones durante la década de ausencia en las televisiones españolas. Una de las revistas especializadas se pregunta si la infantilización del Pressing Catch acabará con la relación de incesto entre las superstars Paul Burchill y Katie Lea. Las relaciones entre superhéroes de carne y hueso es lo que le faltaba al show para acercarse un poco más al cómic.

Echevarría está dispuesto a invertir mucho dinero. Sabe que es una moda cíclica y que será difícil llenar pabellones con miles de niños durante varios años con entradas que alcanzan los 240 euros en la reventa de Internet. 'El objetivo es que la lucha libre vuelva a ser un espectáculos de masas como lo era en España en los 70', explica.

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