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El protocolo de Kioto cumple una década en plena actualidad

EFE

El protocolo de Kioto, la primera estrategia mundial para reducir la emisión de gases que provocan el efecto invernadero, cumple hoy diez años en los que ha pasado de la insignificancia permanente a encabezar la agenda global.

El Protocolo de Kioto nació como una ambiciosa apuesta mundial para poner freno a los efectos de la actividad humana sobre la naturaleza, pero posteriormente se convirtió en un arma política arrojadiza que cosechó resultados desiguales.

No obstante, la campaña mundial liderada por el ex vicepresidente de EEUU, Al Gore, ha obligado a recoger el calentamiento global en sus políticas incluso a los más rotundos escépticos, algunos de ellos reconvertidos ahora en conservacionistas.

El foco del movimiento mundial contra el calentamiento global hoy no estaba en Kioto, sino en Bali, donde la comunidad internacional busca un acuerdo que suceda firmado hace diez años y logre involucrar también a China, India y Estados Unidos.

En la ciudad que lo vio nacer, hoy no había especiales celebraciones que recordaran el fragor con el que hace diez años se negociaron los puntos más polémicos del acuerdo, el primero legalmente vinculante que lucha contra el cambio climático a nivel global.

Entre los éxitos del protocolo de Kioto se cuentan hechos como la adhesión de un importante conjunto de países, lo que propició que el acuerdo pudiese entrar en vigor el 16 de febrero de 2005, ocho años más tarde de su aprobación.

En aquel año el conjunto de países firmantes rebasaron ya más del 55 por ciento de las emisiones mundiales, el umbral fijado para que el tratado tuviera efecto.

Entre los países que lo han rubricado se encuentran todos los miembros de la Unión Europea, los países centroamericanos y sudamericanos, Japón, Canadá, la recién incorporada Australia, así como la mayoría de naciones asiáticas y africanas.

El protocolo de Kioto no obliga a los países en vías de desarrollo a reducir sus emisiones de gases productores del efecto invernadero.

No así a los industrializados, que para 2012 deben rebajarlas entre un 6 y un 8 por ciento en comparación con sus cifras de 1990.

Entre los fracasos que ha vivido el protocolo de Kioto destaca la decisión del Gobierno de George W. Bush de desentenderse del acuerdo, a pesar de que Estados Unidos es el mayor emisor de CO2 del mundo.

Otro de los obstáculos con los que ha topado ha sido la imposibilidad de involucrar a las principales potencias emergentes como China e India, convertidas en los últimos años en algunos de los mayores contaminantes del planeta.

Los gobiernos de ambos países son reticentes a cualquier compromiso, alegando que su prioridad en este momento es mejorar el nivel de vida de sus millones de ciudadanos en las lindes de la pobreza y que cualquier restricción cercenaría sus progresos en este ámbito.

Estos días, a más de 5.000 kilómetros de la tranquila ciudad nipona que dio nombre a este protocolo, se juega el futuro medioambiental del mundo para cuando expire la vigencia del tratado de Kioto, en 2012.

Desde el pasado 3 de diciembre, representantes de 190 países se reúnen en la isla indonesia de Bali en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, un encuentro que intenta buscar un pacto suceda a Kioto y que involucre a todos los países que hasta el momento se han negado a comprometerse.

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