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Rompecostillas contra Miamis

La Policía cree que el tiroteo en Madrid fue una pelea entre un clan búlgaro y Los Miami

 

Ó. L. F.

El clan de los rompecostillas contra el clan de los Miamis. Dos grupos mafiosos de Madrid resolvieron en la madrugada del lunes sus disputas a tiro limpio a las puertas de una céntrica discoteca de la capital. Resultado: dos muertos. Los hechos ocurrieron poco después de las tres de la madrugada junto a la discoteca Heaven Sala Palace, situada en la madrileña calle Priora.

La Policía cree que el rumano Catalin Stefan Craziun, Cata, de 31 años, y su presunto asesino, Carlos Monje Hidalgo, español de 36 años y estética skin, comenzaron a discutir sobre cuál de los dos clanes debía facilitar los porteros al local. En determinado momento, Cata golpeó fuertemente a su rival en la cara. Éste, con el tabique nasal roto, se fue hacia su vehículo, cogió una pistola y volvió a la discoteca, que en ese momento estaba abarrotada por cientos de personas. A sus puertas descerrajó un tiro en el cuello al rumano, causándole la muerte en el acto.

Según vecinos de la zona que se asomaron al oír el disparo, el agresor comenzó entonces su huída sin dejar de disparar. Un compañero del fallecido avisó a a los responsables de seguridad de otros locales cercanos para que intentaran detenerlo. Uno de los que participó en la persecución, Alejandro Muñoz Rojas-Marcos, de 24 años de edad, relaciones públicas de un local de la calle Arenal, sin antecedentes y sobrino del célebre psiquiatra Luis Rojas-Marcos, resultó alcanzado por una bala en el costado derecho. Poco después, moría en el hospital.

La Policía detuvo al agresor, aún con la pistola en la mano, en una calle no muy lejana del lugar de los hechos. Pretendía montarse en su coche para continuar la huída. Tenía la cara ensangrentada por los puñetazos recibidos.

Ni el portero fallecido ni el presunto asesino eran dos desconocidos para la Policía. El primero, de nacionalidad rumana, tenía antecedentes por secuestro. Era considerado uno de los jefes del clan de los Rompecostillas o de los búlgaros, una banda de ciudadanos del Este que se había hecho con el lucrativo negocio de la seguridad de los locales de ocio de Madrid tras la desaparición del clan de los iraníes.

Facilitar gorilas no era, sin embargo, la única especialidad de la banda. También realizaban otros trabajos por encargo, entre ellos, el cobro de morosos. De hecho, la Policía les había bautizado con ese sonoro nombre por su eficacia en las palizas: un puñetazo, una costilla fracturada. Cata, de dos metros de altura y curtido a golpe de pesas en gimnasios, era su máximo especialista.

El ahora fallecido había sido detenido después de hacer presuntamente uno de estos encargos. En septiembre de 2007, su grupo fue contratado para cobrar una deuda a un búlgaro relacionado con otra banda. Lo secuestraron en Gandía (Valencia) y, tras golpearle brutalmente, lo trasladaron en el maletero de un coche hasta Méntrida (Toledo).

En una finca de esta localidad, le siguieron golpeando hasta darle por muerto. Sin embargo, la víctima consiguió escapar. La Policía, que ya estaba tras la pista del grupo, detuvo a los tres jefes del clan el 14 de enero de 2008. El juez de Gandía que instruía el secuestro los dejó en libertad bajo fianza poco después.

Uno de ellos, el considerado máximo jefe, Rafi Bchyhan Renzi, Ivo el búlgaro, se casaba en abril de ese año en una ceremonia que mostraba las conexiones del clan. A la ceremonia asistía el juez Carlos Nogales, imputado por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid por supuestas coacciones a una de las testigos que destapó la trama del sheriff de Coslada, Ginés Jiménez. En un vídeo hecho público por Interviú, se ve a Cata dando afectuosos abrazos al juez.

El detenido, que se ha negado a declarar ante la Policía, también tiene antecedentes. Tenencia de armas, amenazas, lesiones y robo con fuerza pueblan el historial de Carlos Monje, al que la Policía considera uno de los responsables de la banda que pretendía heredar el nombre de otro de los clanes más célebres de la noche madrileña, los Miamis. Éste, formado mayoritariamente por colombianos a comienzos de los 90, pasó a un segundo plano tras la muerte y detención de parte de sus principales integrantes hace pocos años. Ahora, intentaban resurgir a tiros y a costa de los Rompecostillas.

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