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De Tokio a Saigón con trasbordo en Callao

Propuestas para pasar unas vacaciones asiáticas sin viajar

MIRIAM QUEROL

Lejano Oriente es sinónimo de aventuras, exotismo, evasión... y un presupuesto con varios ceros. Sin embargo, el centro de la capital esconde una aventura asiática low cost que mantiene vivo el espíritu de Marco Polo. Es cierto que la peripecia más excitante será coger el metro entre huelga y huelga, pero seguro que los din-sum, masajes tailandeses, cursos de chino y novelas japonesas dan alas a la imaginación del intrépido viajero recluido en Madrid.

Para abrir boca, unas cuantas recomendaciones gastronómicas: el menú del restaurante coreano Seúl, en Ronda de Segovia hay que pedir arroz al cuenco de piedra; el famoso chino del párking de Plaza de España, con sus camareras aceleradas, los vídeos musicales kitsch y las empanadillas a 4 euros; los dos japoneses de la calle Echegaray (Donzoko y Aki, en los números 3 y 9), algo más caros pero con un pescado excelente; y, para bolsillos más holgados, el sofisticado Café Saigón.

Si lo que busca el turista cañí en el Muy Cercano Oriente es desconectar, un masaje tailandés en City Yoga o una sesión de shiatsu en Assari le hará soñar con Bangkok o Kyoto. Otra opción es acercarse hasta el estanque del parque de El Retiro y buscar, en la sombra de los árboles, los puestos de los quiromasajistas orientales. Para una relajación más mística, el templo tibetano de Madrid organiza actividades sobre las enseñanzas de Buda.

Camareras aceleradas, vídeos musicales kitsch y empanadillas a 4 euros

En la academia de idiomas Enforex no sólo enseñan chino mandarín y japonés, también hay clases de caligrafía. Pero el referente de la cultura oriental es la Casa de Asia, con un programa de actividades que incluye seminarios, exposiciones, teatro e información sobre viajes y becas para estudiar en Asia.

En el Cine Doré han programado un ciclo de nuevo cine coreano para agosto. Y durante todo el año, la galería Gao Magge Art, cerca del Museo Reina Sofía, muestra exposiciones de arte contemporáneo chino.

Si el plan es una cena asiática en casa, hay que pasarse por el mercado de Los Mostenses, en la plaza de España, donde se encuentra todo tipo de productos orientales, desde lichis a noodles, yerba de limón, sake o un refresco de aloe. El ambiente chino más castizo está en las tiendas de ropa al por mayor de la calle Mesón de Paredes y la versión cool de los complementos de Ikea con precios no tan cool son las tiendas japonesas Muji.

Los aventureros bibliófilos pueden aprovechar para leer a alguno de los maestros de la literatura japonesa que las editoriales han rescatado: poemas de Mishima, cuentos de Kawabata, la gran novela de Murasaki Shikibu, Asia Libros es un buen lugar para comprarlos.

A los crápulas impenitentes no les importará guardar la cola que se forma en el karaoke Máster, en el párking de la plaza de los Mostenses. No defraudará: el wild side de la cultura pop japonesa tiene su sitio en la noche madrileña más canalla.

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