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La vida sin Santana

JUAN ARMENTEROS

Tristeza e incertidumbre son sensaciones generalizadas tras el cierre de Santana Motor de Linares (Jaén), la única fábrica de coches de Andalucía. El Gobierno andaluz, propietario de la firma, ha acordado con el comité de empresa el Plan Linares Futuro, aprobado en referéndum por los empleados, que supone la desaparición de la plantilla de 872 trabajadores. Los 792 mayores de 50 años se prejubilan y al resto se indemniza y recoloca en otras empresas. Aunque no se han dado cifras oficiales, se estima que el coste del cierre ronda los 200 millones de euros. Desde que nació en 1956 como Metalúrgica Santa Ana, esta empresa ha sido un polo industrial de atracción de Linares y comarca.

En 1978, cuando a diario pasaban por sus instalaciones 4.000 trabajadores, entró en la factoría Juan Arjona, uno de los llamados “santaneros pata negra”. Ahora se prejubila y, con los ojos empañados de lágrimas, cree que para Linares y la comarca el cierre significa la “muerte”. “En cuatro o cinco años se notará la repercusión tan negativa en la vida socioeconómica, en todo”, dice. Juan tiene dos hijos que han tenido que salir de Linares en busca de empleo.

Frente a la fábrica, Josefina Lázaro, dueña de una frutería, se muestra igual de pesimista: “Es lo que nos faltaba a las tiendas. Este barrio será un cementerio”, sostiene. “La mayoría estamos despedidos. El cierre nos afecta a todos, porque todos dependemos de ella directa o indirectamente”, añade un cliente, Jorge González.

Según el rector de la Universidad de Jaén, Manuel Parras, “se pierde un referente, ya que Santana estaba muy vinculada a la Escuela Politécnica de Linares”. “Pero esta pérdida –añade– nos anima a arrimar el hombro con el campus científico tecnológico que estamos construyendo para que aporte todo lo posible al desarrollo territorial”.

La colaboración con la Escuela Politécnica Superior de Linares está contemplada en el Plan Linares Futuro que pretende “el fortalecimiento del tejido empresarial y la generación de empleo de calidad”. Objetivos imprescindibles para esta ciudad de 62.000 habitantes y más de 7.000 parados, y para la comarca, donde pueblos como La Carolina o Vilches han estado vinculados durante décadas al sector de la automoción.

Desde 1980 Linares sufre un proceso de desindustrialización que ha culminado con el cierre de Santana Motor. Para intentar paliar la pérdida de empleos, el Gobierno andaluz ha presentado cinco proyectos vinculados a nuevas tecnologías y energías renovables.

Indemnizaciones

De los 1.341 trabajadores de Santana y Parque afectados por el cierre, la peor parte será para 300 trabajadores de empresas auxiliares no cubiertos por prejubilaciones e indemnizaciones; a ellos sólo les ofrecen cursos de formación. Es el caso de Ángel López, quien estos días apenas duerme. “Ha sido un mazazo”, dice a punto de llorar. Tiene 45 años, 27 trabajando en empresas auxiliares, la última Fasur. “Llevamos mucho tiempo escuchando buenas intenciones y proyectos que luego no se ejecutan. Estamos frustrados por la inactividad de Santana”, afirma.

Para Ángel, la antigüedad de la plantilla, con una media de 53 años, no ha sido el problema: “Aquí hay gente con conocimientos técnicos y muy profesionales. En mi caso, como tornero, fresador, ajustador y afinador de herramientas. Tenemos preparación que no se corresponde con los sueldos; somos casi mileuristas”. Cree que el problema ha sido que “las inversiones, que han sido muchas, no han servido para generar trabajo”.

También de Fasur es Antonio Jesús García, de 38 años,  en expediente de regulación de empleo desde hace dos años. “Me quedan seis meses de paro y siento rabia porque no se ha trabajado para que Santana tenga futuro, por ejemplo con Iveco”, lamenta. No sabe si los cursos le servirán para encontrar trabajo: “¿Qué va a pasar a partir de 2012 cuando acaben?”. Antonio teme que Linares se convierta en “un pueblo de prejubilados y jóvenes parados”.

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