Por qué siempre vuelven los coleccionables al final del verano

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Cada año, cuando termina el verano y empieza a anunciarse la vuelta al cole, otro artículo hace acto de presencia por todas partes: los coleccionables. De todo tipo y condición, los fascículos se anuncian en televisión, colapsan los quioscos con sus grandes cartones y se convierten en una tentación para todos los consumidores.

Puede que, como nosotros, te hayas preguntado alguna vez por qué siempre vuelven los coleccionables al final del verano. ¿Cuáles son los motivos y las estrategias de marketing que hacen que nos seduzcan año tras año? Esta es la respuesta.

Principio de curso académico

Quiosco
Quiosco/Foto: Pixabay

El principio de curso, es decir, el mes de septiembre, es aquel periodo del año en que nos embarcamos a emprender cosas nuevas. Comenzamos cursos, iniciamos rutinas, nos proponemos hacer en serio ejercicio… Algo similar a lo que sucede en Año Nuevo, aunque son muchos los que piensan que el verdadero inicio de año realmente es este.

Así que el inicio de curso académico, en el que se suceden con frecuencia las visitas a librerías y quioscos, con o sin niños, es la época más idónea para que las empresas se lancen a seducirnos con sus coleccionables. Ya sea para los más peques de la casa o para ti mismo, seguro que picas cogiendo alguno o varios fascículos, sin importar que ni siquiera vayas a terminar la colección.

Afición por el coleccionismo

Queda claro que este es el mejor momento del año para implantar esta estrategia comercial de los coleccionables. Ahora bien, como consumidores, ¿cuál es la razón por la que año tras año los compramos en mayor o menor medida?

La principal causa es el encanto del coleccionismo, una afición que a todos los gusta desde pequeños. ¿Quién no ha coleccionado cromos y esperado con tesón a terminar su álbum de fútbol, de dibujos animados o de lo que fuera cuando era pequeño? Seguro que recordarlo asoma una sonrisa a tu rostro. Así que los publicistas aluden a nuestro subconsciente.

Revivimos así esa sensación de nuestra infancia y adolescencia en la que íbamos a comprar nuestra revista favorita o nuestros cromos o cualquier coleccionable al quiosco con auténtica pasión. Una pasión por coleccionar que, seguramente, no hayas perdido a lo largo de tu vida adulta, aunque se exprese de otra manera cuando hablamos de compras.

Cuestión de precio de salida

Spiderman coleccionables
Spiderman/Foto: Pixabay

Por si la tentación de evocar una experiencia de nuestra infancia no fuera suficiente, el precio que le ponen a los primeros números la colección es imbatible. ¿Cómo es posible que esa edición de cómic en tapa dura solo valga 2,99€? ¿O esa edición de novelas clásicas con las cubiertas originales ribeteadas en dorado a solo 1,99€? Por no hablar de las figuras coleccionables de superhéroes, las piezas para construir tu propio Halcón Milenario o las piedras preciosas o minerales en sus cajitas o coquetos expositores.

La mayoría de las veces compramos los primeros números de la colección a esos precios tan tentadores y luego vamos dejando de hacerlo por el camino. Lo cierto es que pocos son los que la completan, aunque a esas alturas, el negocio a la empresa que los ha puesto a la venta ya le ha resultado más que rentable.

Grandes y atractivos embalajes

Y si a esos pocos euros como precio de lanzamiento le sumamos lo atractivo que resulta ese gran embalaje, con un cartón gigantesco, estamos perdidos. Por más que a todo librero o quiosquero le provoque más de un dolor de cabeza tener que hacer sitio a tanta voluminosa mercancía.

De nuevo la sensación infantil de salir de la tienda con algo fantástico, que abulta más que tú, como si hubieras ganado un trofeo o conseguido un tesoro por un precio irrisorio, es inmensa. Resulta habitual que el vendedor se ofrezca a quitar el cartón para que puedas portar todo más cómodo, pero no son muchos los que se animan a ello. Esa sensación de llevar todo el lote por la calle y abrirlo al llegar a casa resulta un ritual clásico ligado inevitablemente a los coleccionables.

Satisfacción personal

T-fighter
T-fighter/Foto: Pixabay

No obstante, esas no son las únicas razones por las que se ponen a la venta las colecciones de todo tipo al final del verano, cuando los editores y distribuidores saben que vamos a comprarlos. Respecto a aquellos coleccionables de objetos o manualidades que tú mismo tienes que terminar, hay otro punto a favor.

Pese a que suele salir más barato comprar la figura o la maqueta de tren o de la nave al completo que ir adquiriendo las piezas por entregas y hacerla tú, muchos son los que prefieren ir coleccionándola. Ahí es donde radica precisamente la diferencia. El hecho de hacerla tú mismo proporciona una satisfacción personal a largo plazo, de la que te vas alimentando a medida que el trabajo avanza, y que no puede ser sustituida por comprar algo que ya está terminado en una fábrica al completo.

Con todo ello, seguro que, en tu próxima visita al quiosco, compras algún coleccionable. ¿Ya has visto en la televisión cuál?



Silvia Pato

Escritora y redactora gallega. Autora de los libros Las nueve piedras y El Libro del Único Camino, así como de numerosos relatos en revistas de género, colabora asiduamente con sus artículos y columnas de opinión en diversos medios digitales. Con la pasión y la curiosidad que la caracterizan, descubre el mundo a través de su historia, su cultura, sus lugares y sus gentes para difundir y compartir todo tipo de sensaciones y hallazgos. Porque todo viaje comienza con un solo paso.

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