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Aldrin defiende establecer colonias en Marte

El segundo hombre que pisó la Luna sugiere enviar misiones sin retorno para fundar un asentamiento de 30 colonos

JAVIER YANES

Primero llegarían los suministros y los sistemas de soporte vital a bordo de varias avanzadillas robóticas. Después se posaría en Marte el primer contingente humano, formado por media docena de pioneros, a los que se unirían otros en vuelos sucesivos hasta completar una colonia de unas 30 personas.

Es el escenario de colonización marciana que propone el ex astronauta Edwin Buzz Aldrin, el segundo hombre sobre la Luna.

A sus 78 años, y 39 después de su momento de gloria, Aldrin no ha colgado el impulso aventurero de los primeros astronautas, que con tecnologías contemporáneas del tocadiscos y la televisión en color alcanzaron metas nunca superadas.

Ataviado con una chaqueta bordada con el escudo de la misión Apolo 11, Aldrin asistió esta semana a la presentación en París de la película de animación en 3D Fly me to the moon (Llévame a la Luna).

Aldrin continúa siendo un entusiasta de la exploración espacial al viejo estilo, más preocupado por el reto de llegar más allá que por la rentabilidad de las misiones.

Para un perfil como el suyo, los programas actuales son decepcionantes: “El shuttle no ha satisfecho las expectativas, como tampoco lo ha hecho la Estación Espacial Internacional”, declaraba a AFP durante el acto.

Como alternativa a estas misiones casi domésticas, Buzz propone un plan más ambicioso que permita “hacer cosas innovadoras, nuevas, pioneras”. Y el lugar adecuado, dice, es el más similar a la Tierra, rebosante de reservas de agua y minerales: Marte.

El entusiasmo de Aldrin por el desafío interplanetario no está vacío de argumentos. Frente a los ocho días que duró su travesía a la Luna, un viaje de ida y vuelta a Marte no se cubriría en menos de un año y medio. El astronauta expone: “Si vamos a llevar a algunas personas allí y asegurarnos de su protección, ¿nos tomaríamos todas esas molestias para traerlos de vuelta de inmediato?”.

Y responde a su pregunta: “Deberíamos enviarlos allí de forma permanente. Si no estamos dispuestos a hacerlo así, no creo que debamos afrontar ese gasto para luego detenernos”.

Aldrin postula como premisa para los candidatos una “psicología del colono”, la del que piensa que no regresará, y cita como ejemplo los pioneros europeos en América. “A los 30 años, se les da la oportunidad. Si aceptan, los entrenamos y, a los 35, los enviamos. A los 65, quién sabe qué avances se habrán producido. Pueden jubilarse allí o quizá podamos traerlos de vuelta”.

Aldrin no es la primera voz que propone un esquema de misiones marcianas sin retorno. Pero, hasta ahora, los planes que las agencias espaciales de EEUU y Europa esbozan para viajar a Marte en las próximas décadas no incluyen este planteamiento.

Jim McLane, un ingeniero aeroespacial retirado que trabajó durante décadas como contratista de la NASA, lanzó el germen de la idea: una misión de una sola persona, solo de ida. McLane apoyaba su propuesta en la relativa facilidad y bajo coste de desplazar primero a un solo tripulante, como figuraba en los abortados programas lunares soviéticos.

El llamamiento de McLane encontró respuesta en ‘Público’ cuando el sargento William H. Ruth, de la 101 División Aerotransportada del Ejército de EEUU y destinado en Afganistán, se ofreció para convertirse en el primer marciano. Este curtido veterano era consciente del peligro, pero no dudó: “Lo arriesgaré todo para ver esta visión realizada”, dijo.

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