La arqueología estrecha el cerco a la enigmática ciudad perdida de Almanzor
Medina Azahira fue arrasada en 1009 y desde entonces es una de las incógnitas históricas más fascinantes de España. Antonio Monterroso, arqueólogo, asegura haberla encontrado en Córdoba, gracias a un innovador sistema de láser aéreo.
Aristóteles Moreno
Actualizado a
Abu Amir Muhammad, más conocido como Almanzor, fue el último gran gobernante de Al Andalus. Nacido en el año 939, se convirtió en hombre fuerte del Califato de Córdoba y chambelán de Hisham II, heredero de la dinastía omeya, cuyo trono no pudo ocupar por ser menor de edad. Audaz y tremendamente ambicioso, Almanzor ensanchó los límites del Estado andalusí y acumuló un poder extraordinario, pese a la imposibilidad legal de convertirse en califa al no tener sangre omeya.
Precisamente por esa razón, y para homologarse con los grandes califas de Córdoba, ordenó construir una ciudad palatina que emulara el majestuoso complejo urbano de Medina Azahara, fundado por Abderramán III a cinco kilómetros al oeste de la capital, hoy convertido en un conjunto arqueológico reconocido como Patrimonio Mundial de la Unesco. Almanzor desafió a la dinastía omeya. Quería su propio conglomerado palaciego y para ello empleó ingentes recursos materiales y humanos. No es casualidad que eligiera el nombre de Medina Azahira (La Ciudad Resplandeciente), que comparte la misma raíz con el megaproyecto califal de Abderramán III.
Las crónicas dicen que su construcción arrancó en el año 978. Dos años más tarde, la Ciudad Resplandeciente ya estaba en pie. Allí trasladó su corte, todo el conglomerado administrativo, los cuarteles, los almacenes de grano y los zocos. Almanzor levantó un "lujoso alcázar, de extraordinario esplendor", según relata el insigne arqueólogo y arquitecto Leopoldo Torres Balbás, restaurador de la Alhambra, en un artículo publicado en 1956. En los alrededores se edificaron sus ostentosas mansiones los familiares amiríes del dictador militar y las altas personalidades del Estado.
"Trató de concentrar en torno suyo la corte para aislar al califa nominal Hisham II", argumenta Torres Balbás. Y se dio "aires de soberano". En el año 997, el palacio de Almanzor ya pudo ser completado. Los textos medievales hablan de "fuentes de mármol y macizos lujuriantes de plantas odoríferas". Allí recibió a su suegro Sancho Garcés II, rey de Pamplona, el 4 de septiembre del año 992. "Si Almanzor construye una ciudad palatina es porque está pensando en fundar su propia dinastía", explica un arqueólogo que prefiere preservar el anonimato.
El 15 de febrero de 1009, una revuelta popular arrasa la ciudad palatina de Medina Azahira
Almanzor muere en 1002. Le sucede su hijo Abd Al Malik Al Muzaffar, que hereda Medina Azahira y todos sus atributos políticos. Muzaffar fallece solo seis años más tarde y es su hermano quien se hace con el poder. Abderramán Sanchuelo dio un paso más en sus aspiraciones personales y se hizo investir con los emblemas califales, en abierto desafío ya de los preceptos islámicos. El 15 de febrero de 1009, una revuelta popular, instigada también por el bisnieto de Abderramán III, derriba a Sanchuelo y arrasa la ciudad palatina de Medina Azahira. Torres Balbás retrata un saqueo "devastador". "Hasta las puertas y las maderas fueron arrancadas".
Los asaltantes se encontraron con una riqueza descomunal: 1,7 millones de piezas de oro y 2,1 millones de plata. "Al Mahdi ordenó arrasar e incendiar la ciudad, sin que quedara piedra sobre piedra", relata la crónica firmada por el conservador de la Alhambra. La ciudad de Almanzor fue salvajemente expoliada. Las columnas, los capiteles y las fuentes de mármol fueron dispersadas, exactamente igual que le sucedió a Medina Azahara, el conglomerado palatino de Abderramán III, cuyos restos hoy día aún decoran muchos patios señoriales de Córdoba.
La riqueza de la ciudad de Almanzor
La única prueba material que se conserva de Medina Azahira, asegura Torres Balbás, es una pila de mármol, rota e incompleta, que se encuentra catalogada en el Museo Arqueológico de Madrid. Otros expertos, sin embargo, indican que se conservan piezas de la Ciudad Resplandeciente en Marrakech y el Museo de la Alhambra. En todo caso, la portentosa ciudad se sumió entonces en un largo y espeso silencio de mil años. "No quedó ni el recuerdo de su emplazamiento", subraya el célebre arquitecto.
Desde hace dos siglos, las hipótesis sobre su ubicación se han sucedido. El arabista Francisco Javier Simonet la situó en las eras de la Salud, al oeste de Córdoba. Ramírez de Arellano, en cambio, sostuvo que la ciudad enterrada se encontraba entre la Ermita de la Fuensanta y la cuesta de la Pólvora. El historiador Antonio Arjona la ubica en el polígono industrial de las Quemadas, al este de la ciudad. Hasta 21 enclaves distintos han sido barajados, según un estudio de Juan Quiles publicado a finales de 2021.
En ninguna de estas hipótesis de trabajo se han aportado pruebas materiales concretas. Hasta que hace apenas tres semanas, el arqueólogo cordobés Antonio Monterroso presentó ante la Consejería de Cultura andaluza un informe de 15 páginas con material gráfico y argumentos técnicos que presuntamente acreditarían el descubrimiento de un enorme yacimiento arqueológico subterráneo situado a pocos kilómetros del este de Córdoba.
Para identificar el yacimiento se han utilizado avanzadas técnicas de prospección aérea con láser
El arqueólogo está convencido de que los restos pertenecen, con una alta probabilidad, a la ciudad perdida de Almanzor. Para identificar el yacimiento, de casi mil metros de longitud y 40 hectáreas de superficie, el equipo de Antonio Monterroso ha utilizado avanzadas técnicas de prospección aérea con láser. Toda España está cartografiada por el Instituto Geográfico Nacional y los archivos se encuentran a disposición pública en su página web. Pero los documentos están colgados en bruto. Para una correcta interpretación, los archivos hay que procesarlos y examinarlos en detalle para descodificar la información que contienen. Los sensores láser son capaces de emitir 400.000 puntos por segundo y generar modelos digitales muy exactos.
Las hipótesis sobre la ubicación de Almanzor
Con esta técnica innovadora, que no requiere prospecciones arqueológicas, el equipo de Antonio Monterroso ya ha identificado más de 200 yacimientos en el norte de Córdoba. Y les ha permitido localizar este sorprendente conjunto arqueológico bajo tierra que podría corresponder con el conglomerado palatino de Almanzor. El hallazgo aún está en su fase inicial. Todas las pruebas gráficas y técnicas se encuentran en la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en Córdoba. El enclave aún se mantiene bajo secreto por razones de seguridad. Ni siquiera los propietarios de la finca están avisados. Lo único que ha trascendido hasta ahora es que los restos se encuentran en una zona de sierra al este de la capital que presumiblemente se utiliza con fines ganaderos o cinegéticos.
La Junta de Andalucía ha recibido el informe arqueológico de Monterroso con cautela y sopesa qué pasos seguir a partir de ahora, tal como informó el periódico digital Cordópolis. Aún no se ha planteado poner en marcha una inspección prospectiva sobre el terreno y baraja comunicar el descubrimiento al Ayuntamiento de Córdoba, toda vez que el supuesto enclave está dentro de su término municipal. Alberto Montejo, exdirector del Conjunto Arqueológico de Medina Azahara, también se muestra prudente a la hora de evaluar el hallazgo. "Ahora procede investigar y comprobar sobre el terreno si hay restos de cerámica de la época, trozos de mármol o fragmentos de capiteles", afirma.
Para ello sería necesario informar a los propietarios de la finca y solicitar permiso para girar una visita prospectiva. La Junta de Andalucía tiene transferidas las competencias en materia de patrimonio arqueológico y ostenta la tutela de su cuidado y vigilancia. Dispone de capacidad inspectora para intervenir en casos como este. La reacción de la comunidad arqueológica ha sido fría. Algunos expertos creen que el enclave no concuerda exactamente con las coordenadas suministradas por las fuentes históricas. Y estiman como razonable la posibilidad de que Medina Azahira se encuentre enterrada en un meandro del río Guadalquivir, cuyo curso habría sufrido alteraciones en los últimos siglos. Esa es la razón, indican esas fuentes, que justificaría el enigmático paradero del conglomerado palatino.
El enigma del enclave de la ciudad andalusí
La arqueología, en todo caso, estrecha el cerco de la ciudad enterrada de Almanzor. Si finalmente se confirma la autenticidad de este hallazgo, estaremos más cerca de descifrar algunos de los enigmas más sorprendentes de la historia peninsular. Por ejemplo, cómo es posible que la espléndida civilización de Al Andalus alcanzara su cénit a finales del siglo X y en apenas tres décadas se desvaneciera como un azucarillo en el café.
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